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¿Es bueno o malo dormir con los hijos?

HUGO DE LUCAS
Mitad de la noche. El bebé empieza a llorar. Uno de los padres se levanta para calmarlo. No lo consigue... y entonces se enfrenta al eterno dilema: ¿se insiste hasta que el niño vuelva a dormirse en su cuna o lo lleva a la cama para que descanse junto a ellos?
La situación genera un debate en el que participan con vehemencia tanto padres como científicos, y en el que se esgrimen argumentos que tienen que ver con la biología y con los afectos.

A favor de dormir con ellos

El pediatra Carlos González, que ha publicado el exitoso Bésame mucho, y María Berrozpe, doctora en Biología y autora del Debate científico sobre la realidad del sueño infantil, están entre los que sostienen las ventajas de compartir cama con los hijos:
  • Facilita la lactancia nocturna. Cuando el bebé está junto a la madre, las tomas de madrugada son más cómodas y rápidas, y se hacen más placenteras para ambos porque apenas perturban el sueño.
  • Se favorece el apego. Antropológicamente, las crías necesitan el contacto materno para construir vínculos y sentirse seguras. El bebé crece con menos ansiedad.
  • Parece que los niños que comparten lecho con sus padres duermen más tiempo y aunque se despierten varias veces, cogen en seguida el sueño al notar la compañía.
  • Quienes defienden esta práctica aseguran que contribuye a criar adultos con mayor autoestima, reduce los problemas de conducta y favorece la independencia, aunque no hay evidencias científicas que lo corroboren.

A favor de que duerman solos

El pediatra Richard Ferber, fundador y antiguo director del Centro Pediátrico para los Trastornos del Sueño en el Hospital Infantil de Boston, es el creador del método conductual que popularmente se conoce como 'déjales llorar' y que en España ha sido difundido por el doctor Eduard Estivill en su libro 'Duérmete niño'.
El propósito es enseñar al niño a dormir solo. Para ello se le acuesta en la cuna despierto y, si es necesario, se le deja llorar, haciéndole visitas para que compruebe que sus padres siguen allí, que sigue protegido, pero sin cogerle en brazos ni darle de comer fuera de horas. Eso, dicen, tiene tres consecuencias positivas:
  • No entorpecerá el desarrollo evolutivo del niño. Cada individuo necesita su propio espacio para desarrollar su autonomía.
  • Se evitará que terminen siendo emocionalmente dependientes de los padres.
  • El descanso y la intimidad de la pareja no se verá afectada por la presencia de su hijo en el mismo lecho.
"Si lo que quieres es que el niño no te moleste, no pongo en duda el método conductual. Claro que funciona. Lo que cuestiono es el objetivo -asegura el pediatra Carlos González-. Si no le haces caso, el niño dejará de llorar, sí, pero lo que yo quiero es que mi hijo confíe en mí y sepa que le voy a prestar atención cuando lo necesite".
"Las críticas al método conductual son opiniones frente a una realidad científica: es super eficaz para aprender a dormir y nada traumático a la larga -le responde el doctor Estivill-. Es un debate ficticio, solo una minoría de padres se refugian en grupos fundamentalistas que defienden que nunca hay que frustrar al niño, aunque haga pipí en el sofá, coma en el suelo o quiera dormir con ellos".
Probablemente la conclusión más razonable es la que expuso el doctor Ferber en una entrevista: "Lo que usted quiera hacer, lo que se sienta cómodo haciendo, es definitivamente lo correcto..., siempre que funcione".

EL MUNDO, Jueves 15 de febrero de 2018

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