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«Muchos padres tienen miedo o respeto a la reacción de sus hijos cuando les riñen»

ALEJANDRA GONZÁLEZ
«¿Lo estaré haciendo bien?», es una pregunta, muchas veces complicada, que los padres se hacen para valorar la educación que le están dando a su hijo. Desde el primer momento que un bebé llega a la vida de una familia se experimentan una montaña rusa de emociones e inseguridades. El temor a ser un mal padre o una mala madre pesa, muchas veces, más que todo lo demás.
Para aconsejar o tratar algunos aspectos a tener en cuenta en los primeros años de vida de los niños, ABC ha podido charlar con Rocío Ramos-Paúl, psicóloga —y conocida televisivamente como «Supernanny»—. Esta especialista ha apoyado, en primer lugar, la idea de que «cada niño y, por tanto, cada dinámica familiar son diferentes».
«A los padres preocupados por si educan correctamente, les digo que lo primero que hay que desarrollar es saber qué implica que un niño sea feliz y esté seguro», afirma. Para ello, «durante los primeros años la educación tiene que girar sobre tres puntos básicos: hábitos, límites y normas», continúa Ramos-Paúl.


En ese punto entra en escena lo que separa, en numerosas ocasiones, la opinión del padre y la madre: reñir. Mientras uno trata de avisar sobre lo que está bien o mal, la otra parte aboga por unas palabras más calmadas, sin levantar la voz. «Hay que alternar distintas formar para que cambie el comportamiento de los pequeños. Pero no se debe tener miedo o respeto a la reacción que tenga el niño, algo de lo que pecan muchos progenitores», insiste.
Ramos-Paúl asegura, también, que «no se les debe decir siempre a los hijos que todo lo hacen mal, porque eso les hará pensar que son malos y seguirán comportándose de forma incorrecta. Otro "truco" que puede ayudar es que los padres riñan en positivo. Es decir, en lugar de decir "No grites", expresar un "Habla más bajito"».

Miedo habituales

Las inseguridades y miedo que se puedan tener depende de cada padre y madre. «La sobreprotección suele ser muy habitual en los padres, primerizos o no y eso lleva consigo una falta de libertad para que los niños cometan errores y aprendan de ellos. No les permiten equivocarse», afirma esta experta.
Ir siempre de la mano aporta seguridad pero no desarrollo. «Hay mucha sobreprotección, pero muy poca exigencia hacia los hijos», insite Ramos-Paúl. «Los padres se llevan las manos a la cabeza cuando dices que un niño de 3 años puede ayudar a poner la mesa. Si no lo hace desde pequeño, después será muy complicado que tenga esas obligaciones», concluye la psicóloga, que participó en un encuentro con padres en el colegio Brains International School Conde Orgaz.
ABC, Domingo 18 de febrero de 2018

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