Los expertos hablan de dos estilos a la hora de adquirir el
lenguaje:
- Los niños que aprenden según el estilo referencial utilizan prácticamente sólo sustantivos. Usan las palabras para pedir o referirse a los objetos. Suelen ser niños cautos, que esperan hasta que están preparados para decir sus primeras palabras. Y cuando se animan, las dicen bien.
- Los niños que aprenden según el estilo expresivo aprenden menos nombres, más pronombres, más palabras para la interacción social: "ya’stá", "s’aío", "no’stá", "adiós"... Dicen más frases hechas y también son más tendentes a la jerga, a esas peroratas sin sentido que siempre terminan con una mirada de: “mi mami no se entera de nada. ¡Con lo clarito que se lo he explicado!”.
¿A qué se debe que unos niños sigan un estilo y otros otro? No existe
una explicación clara. Y tampoco hay que preocuparse porque tanto unos
como otros acaban dominando la lengua, pero parece que hay más niños
referenciales entre los primogénitos que entre sus hermanos menores y
que las niñas tienden más adoptar este estilo de
aprendizaje que los niños.
¿Cómo puedes ayudarle?
- Déjale que responda. Las madres, cuando se comunican con sus bebés, hacen turnos con ellos: les dejan un tiempo para que el niño emita sus balbuceos. Así aprenden los niños los rudimentos de la conversación. Sin embargo, cuando nuestro hijo comienza a hablar, muchas veces estamos tan expectantes que no le damos tiempo para que responda.
- Utiliza frases cortas, sencillas, bien construidas y fáciles de imitar y deja pausas claras entre una frase y otra.
- Repite y alarga sus frases. Si te dice: “quiero agua”, puedes responderle: “toma, un poco de agua fresca”. Así, si no conocía la palabra “fresca”, se la estás presentando en un contexto que puede entender, facilitándole de esta forma el aprendizaje.
- Anímale a hablar de cosas que le interesen o le gusten: sus juegos, sus amigos...
- Pídele que te cuente un cuento. En vez de leérselo siempre tú, si el niño conoce la historia, puedes preguntarle: “¿y ahora qué pasa?”. Las rimas y las canciones también son formas divertidas de ejercitar la lengua.
- Saca partido a las situaciones cotidianas. Si durante el baño vas contando: “ahora cogemos la esponja, ahora el champú” y vas cogiendo los objetos al mismo tiempo, le estás dando una información muy valiosa. Ocurre lo mismo si señalas objetos cuando vais en el coche o a la hora de la comida.
- Evita corregirle. Si continuamente le estás diciendo frases como "está mal" o incluso le presionas para que hable correctamente: “escucha cómo lo digo yo y repite”, el niño puede coger inseguridad y retraerse.
Por: Ser Padres
Comentarios
Publicar un comentario