M.J.PÉREZ-BARCO
Gran parte de la comunidad educativa está convencida de que
hay que cambiar la escuela tradicional a pesar de los recortes, de que
aumente el número de alumnos por clase, de que el profesor haya perdido
autoridad... De hecho, el 87% de los docentes afirman que el sistema actual no prepara a los alumnos lo
suficiente para afrontar los grandes retos del siglo XXI y un 86%
alertan de que las evaluaciones actuales no permiten desarrollar al
máximo las capacidades de los estudiantes, como refleja la última
encuesta realizada por la Fundación SM entre 2.900 profesores de España.
La fundación ha reunido en Madrid a expertos internacionales y nacionales que están desarrollando en los colegios los métodos educativos más vanguardistas que existen. La teoría de las inteligencias múltiples (del psicólogo estadounidense Howard Gardner, Premio
Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales 2011) es una de las
metodologías que más interés despiertan. Para lograr el éxito ya es
necesario un currículo académico brillante, también hay que triunfar en
otros ámbito de la vida: en la relación con los demás, en los negocios,
en la vida privada...
Hay ocho tipos de inteligencias
Amparo Escamilla es una reconocida asesora (y defensora) de
esta metodología. Explica que «hemos estado estimulando
sistemáticamente menos de la mitad del potencial de nuestro cerebro. Se
ha demostrado que somos más que una mente de lenguaje y matemáticas. Tenemos
ocho tipos de inteligencias: el lenguaje visual, verbal, musical, el
pensamiento lógico, el conocimiento de sí mismo y la relación y el
trabajo con los otros. Aplicar las inteligencias múltiples en el aula
aporta un reconocimiento de todas las capacidades de los niños y una vía
para partir de sus fortalezas», explica. Donde las personas se
diferencian es en la intensidad de estas inteligencias y en cómo las
utilizan para llevar a cabo cualquier tarea. Hasta ahora la educación
tradicional se ha centrado en el desarrollo de las inteligencias
lingüístico-verbal y lógico-matemática relegando a un segundo plano
todas las demás.
Precisamente, esta nueva metodología está vigente en 250
centros que forman parte de un programa de SM, donde se ha constatado
que se consiguen «logros fantásticos», asegura Escamilla. «Los
profesores nos dicen que los niños atienden más y recuerdan mejor, que aprenden a leer mucho antes y mucho mejor,
que preguntan y responden de una manera muy estructurada, que aplican,
gracias a las técnicas de pensamiento, los contenidos que ha aprendido
en un tema a otro, que observan todo con un afán investigador. Nos
cuentan que construyen relatos en los que se ponen en lugar de otros,
explican lo que sienten, describen las situaciones....También nos
explican la forma en que, desde los tres y cuatro años, aplican técnicas
para prevenir y resolver conflictos, técnicas para tomar decisiones y
técnicas para analizar situaciones. Un padre contó que, estando él y su
mujer hablando de los lugares donde pensaban ir de vacaciones, su hijo
de cinco años intervino y les preguntó con la siguiente expresión: "Pero
¿habéis considerado todos los factores?"».
Y el esfuerzo es asumible. «Los profesores —cuenta
esta experta— nos dicen que no es un duro trabajo. Es cierto que hay
que formarse, pero existen muchos materiales, tanto impresos, como
audiovisuales, además del acompañamiento que se ofrece».
Aprendizaje que funciona
La otra propuesta metodológica vanguardista se basa en el
trabajo cooperativo en el aula. «La diversidad, entendida por las
diferencias en los orígenes, intereses o lenguas que se dan en una clase
justifican de por sí el interés de esta pedagogía», indican Amanda
López de la Iglesia y Paula Martín, docentes con amplia experiencia en
el ámbito de la implantación y trabajo en el aula de este tipo de
aprendizaje. «La dinamización de las estructuras cooperativas da pie a
la participación de todos los alumnos, y consigue que nadie quede
excluido. La base del aprendizaje es el apoyo mutuo, algo deseable a
todos los niveles».
ABC, Martes 15 de abril de 2014
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