MADRID (EP). La introducción de nuevos alimentos en la dieta de los
más pequeños suele ser el momento en el que aparecen las alergias
alimentarias. En los menores de 3 años la prevalencia de estas
reacciones se encuentra entre el 3% y el 6% y la lista de los alimentos
que pueden producir alergia en los menores asciende hasta 120, aunque
los más comunes son la leche, el huevo y los frutos secos.
Según explica a Infosalus Santiago Quirce,
jefe del Servicio de Alergología del Hospital Universitario La Paz de
Madrid, las alergias alimentarias consisten en reacciones adversas tras
la ingesta desencadenadas por un mecanismo inmunológico mediado por
anticuerpos denominados 'inmunoglobulina E' (IgE).
En los dos
primeros años de vida, la alergia alimentaria más común la produce la
leche y en los menores de 5 años las más comunes son la leche, el huevo,
los frutos secos, el pescado y el marisco. A partir de los 5 años son
más comunes las alergias a frutas, verduras y legumbres.
Quirce
añade que estas alergias suelen desaparecer en la mayoría de los casos a
medida que los niños van creciendo. El experto apunta que a los 5 años
el 80% de los niños toleran la leche de vaca, en el caso del huevo, a
los 4 años lo toleran el 50% y a los 6 años el 66%. Sin embargo, en
algunos casos existe una hipersensibilidad de los menores que hace que
las alergias desaparezcan en el caso de algunos alimentos pero aparezcan
en relación a otros.
En lo que se refiere a los síntomas más
comunes, las manifestaciones cutáneas de las alergias suponen el 66% de
las reacciones y cursan con indicadores como el enrojecimiento, la
inflamación o la urticaria. Además, también pueden presentarse síntomas
digestivos, como los vómitos, y en los casos más graves respiratorios,
con dificultad para respirar.
PADRES INFORMADOS
Santiago
Quirce señala a Infosalus algunas de las cuestiones más importantes
sobre la identificación y gestión de las alergias alimentarias:
#1 Las alergias alimentarias no se pueden prevenir:
en muchos casos interviene un factor hereditario ya que si alguno de
los padres o ambos son alérgicos existe un mayor riesgo de que el rasgo
pase a los hijos. Además en estos casos su aparición suele ser
secuencial, primero aparece la de la leche, luego la del huevo y más
tarde aunque se superen las anteriores pueden aparecer otras asociadas a
las proteínas vegetales. Algunos de estos casos entran en lo que se
denomina 'marcha atópica' y son paralelas al desarrollo de dermatitis
atópica, rinitis y asma a partir de los 5 años.
#2 Los síntomas son tan claros que estas alergias no pasan desapercibidas a los padres:
cuando se observa una relación causa-efecto entre la ingesta del
alimento y reacciones adversas en la piel o vómitos, los padres deben
acudir al pediatra. Si las reacciones son más leves o difusas e implican
malestar digestivo se podría tratar de una intolerancia alimentaria, en
la que interviene algún fallo físico para procesar algún tipo de
componente de los alimentos pero no el sistema inmune.
#3 Tras el paso por el pediatra el diagnóstico lo realiza el alergólogo:
las actuales pruebas basadas en los anticuerpos IgE son muy fiables y
se realizan a nivel cutáneo y sanguíneo. Cuando se han de realizar
mediante el consumo del alimento, la prueba se lleva a cabo de forma
controlada en instalaciones hospitalarias.
#4 Las alergias están en continua evolución en los niños:
esto significa que periódicamente deben controlarse los niveles de IgE y
que se intenta una reintroducción progresiva del alimento alérgeno
siempre en el hospital. Además, en los niños con algún tipo de alergia
alimentaria debe existir una mayor vigilancia ante la posibilidad de que
la alergia se extienda a otros alimentos.
#5 Los padres deben aprender a evitar los alimentos:
esto es fácil al eliminarlo en su forma completa de la dieta pero
muchos de estos alérgenos se emplean en productos procesados para
aportar sabor o color o los productos se han envasado en fábricas en las
que pueden existir restos de alérgenos. En la mayoría de los casos
estos alimentos son de declaración obligatoria en el etiquetado pero
cuando se come fuera de casa hay que estar alerta y siempre preguntar en
el restaurante por la composición de los platos e informar de la
alergia del niño por la posible manipulación de los alimentos.
#6 Ante una posible reacción hay que saber cómo actuar:
padres, cuidadores y niños mayores deben conocer los síntomas y seguir
un protocolo de actuación que facilitan los médicos. En los casos leves
se suelen emplear antihistamínicos pero cuando la reacción es tan grave
que pone en peligro la vida del niño se emplean autoinyectores de
adrenalina automáticos que los padres proporcionan al colegio y siempre
llevan en los desplazamientos con el niño o tienen en casa. Después de
una reacción de estas características los padres deben acudir al
hospital con el niño.
#7 Algunas cifras sobre las alergias alimentarias:
los ingresos hospitalarios por reacciones alérgicas graves en niños se
han multiplicado por siete en la última década, según un estudio
científico liderado por María Teresa Boyano y María del Carmen García
del Servicio de Alergología de La Paz. En España, en los últimos trece
años, la frecuencia de sensibilización a alimentos se duplicó, pasando
de un 3,6 a un 7,4 por ciento de la población. El trabajo de las
doctoras se recoge en una nueva publicación denominada 'Alergia a
alimentos en el niño'.
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