Ir al contenido principal

Las tácticas de un profesor para que los niños hagan deberes sin discutir

LAURA PERAITA
Conseguir que un niño se siente a hacer sus deberes en casa resulta en ocasiones un verdadero reto diario. Los padres lo intentan por las buenas, por las menos buenas y por las malas..., pero no hay manera, y una tarde que podría presentarse tranquila acaba con discusiones, enfados, gritos y castigos. Pero, ¿hay otras alternativas?

Óscar González, profesor de Educación Primaria, director de Alianza Educativa y director general de la Escuela de Padres con talento, explica que lo primero que hay que tener en cuenta es la etapa educativa en la que se encuentra el niño, no es lo mismo que curse Infantil que Primaria. Explica que, en ocasiones, el niño que empieza el colegio por primera vez requiere un periodo de adaptación que puede ser más o menos largo porque para él supone un cambio muy grande.
«También lo es, aunque no seamos muy conscientes de ello, el paso de Infantil a Primaria, puesto que el aprendizaje deja de basarse únicamente en el juego; ahora deberá realizar fichas, deberes... Hay alumnos que inician esta etapa con mucha motivación, pero a otros les supone un gran esfuerzo —confiesa—. Les será más fácil a aquellos cuyos padres les hayan motivado e insistido en que se hacen mayores y tendrán nuevas responsabilidades con las que aprenderán muchas cosas importantes. Es necesario explicarles que tendrán que hacer tareas y, aunque no las tenga, si durante 10 minutos se trabaja cada día en casa una determinada tarea como letras, números..., ellos lo tomarán como un hábito que les servirá de gran ayuda para su futuro».


Si son alumnos de sexto de Primaria y no quieren sentarse a hacer deberes, la situación será más complicada para las familias. «El problema es que muchos padres se sientan a hacer los deberes todos los días con los hijos, e incluso se los hacen. Es un error. Muchos padres dicen “venga que tenemos deberes”. No, eso no es así; los deberes son de los hijos, son su responsabilidad. Los padres deben motivarles para que se sienten a hacerlos y cuando tengan alguna duda se pueden acercar y ayudarles a resolverla. De lo contrario, se acostumbran a tener a sus padres siempre al lado y que les hagan las tareas y se negarán a hacerlas si no están juntos».
Óscar González recomienda que cuando no quieran sentarse hay que decirles que no les pondremos un castigo, pero tendrá que saber que hay consecuencias. Es decir, si no hace los ejercicios de matemáticas después no podrá ver la televisión o jugar. El niño es el que tendrá que decidir sobre sus propios actos. Si los hace, podrá ver la tele y si no cumple no se habrá ganado el derecho a ver los dibujos.
Además, habrá que explicarle que si no los hace, también tendrá que asumir las consecuencias al día siguiente, cuando el profesor vea su cuaderno sin hacer. «Si hay dificultades en que el niño haga sus tareas es muy conveniente que la familia tenga una buena comunicación con el profesor para explicarle la situación en casa y que conjuntamente trabajen en la misma dirección para que el niño sea consciente de sus responsabilidades antes de que avance más el curso y el problema se agrave».
Otra buena táctica, en el caso de los niños que se eternizan con las tareas, es dejarle un tiempo definido en casa para los deberes, en función de su edad. Si se le deja, por ejemplo, media hora, pasado ese tiempo se le debe retirar todo el material escolar. Es una forma de, poco a poco, lograr que se concentre y aproveche su tiempo en vez de distraerse con cualquier cosa mientras hace una suma. Al día siguiente, él tendrá que asumir sus consecuencias en clase cuando el profesor vea que no ha realizado algunas operaciones en su cuaderno. «Igual que no se le puede dejar un par de horas con el plato delante a la hora de comer, tampoco se le puede permitir que esté tiempo excesivo con los deberes», apunta González.

«La señorita no me lo ha explicado así»

Hay también padres que se desesperan porque cuando explican, por ejemplo una operación matemática, el niño se enfada diciendo «eso no es así, la señorita no me lo ha explicado así». Cuando eso ocurra de forma muy repetida, y en los casos en los que lograr que se siente a estudiar sea un verdadero problema y foco de discusión diario, es recomendable, en la medida de las posibilidades, que lo intente una tercera persona o, incluso, un profesor particular, al que seguro que respetará.
Lo importante, incide este profesor de primaria, es no sobreproteger al niño con el objetivo de evitar discusiones y no hacerle nunca los deberes. Por todo ello recuerda que:
—No hay que olvidar que los responsables de los deberes son siempre los hijos, no los padres.
—Si se eternizan es conveniente que hagan unas pequeñas pausas entre tarea y tarea para emprenderlas de nuevo con más ganas.
—Siempre realizar los deberes en la misma mesa de trabajo y, si puede ser, a la misma hora, para que se convierta en una rutina lejos de distracciones.
—Si le cuesta mucho una materia determinada hay que empezar por ella porque dejarla para el final será un error, ya que estará más cansado y con menos ganas.
—No olvidar que los niños son niños y, por ello, tratan de evitar responsabilidades. Es lo normal. Los padres deben resaltarles de forma positiva su esfuerzo, no ya que hayan hecho la tarea, que pueden haberla hecho mejor o peor, pero sí el hecho de terminarla.
ABC, Miércoles 17 de octubre de 2018

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.