Ir al contenido principal

Consejos para no ser un padre noño

M.J.P-B / MADRID

¿Quién no se enternece con los primeros balbuceos, sonrisas, pucheros y muecas de su bebé? Hasta el punto de volverse ñono y cursí. Hasta verse realizar expresiones, gestos y utilizar una jerga que si no fuera porque es padre consideraría que roza el ridículo. Hasta ver que su retoño es el único protagonista de todas sus conversaciones. La llegada de un recién nacido revoluciona emocional y psicológicamente a los progenitores hasta transformarlos en personas que no se reconocen a sí mismas. 
Desdramatizar el hecho de ser padres es el objetivo del manual «Padres no noños», un libro que recoge un compendio de consejos de su autor Ata Arrópide para combartir la ñoñería que se instala en muchos padres con la llegada del recién nacido. Con ironía, de forma divertida y amena, Ata hace que los padres pongan los pies en el suelo. Por ejemplo, haciéndoles ver recomendaciones tan simples como que no hace falta cambiar el apartamento de 50 metros cuadrados por un chalet de 400 metros con la excusa del bebé: «la criatura de 50 centímetros no justifica los 350 metros de más». Tampoco hace falta cambiar de coche y adquirir un monovolumen, que puede ser más cómodo y desahogado, «pero no vayáis por ahí diciendo que los tres no cabíais en una berlina de cuatro metros y medio». 

Contra lo que no se puede luchar

 

Hay que prepararse para algunas realidades, cree el autor. Admitir que las abuelas son el summum de la ñonería, «son ñoñas porque les da la gana y punto. Y si les apetece hacer muecas, pucheritos y hablar en falsete, lo hacen, ¡¿pasa algo?!». Y que habrá que poner buena cara ante los regalos putada: «cachivaches que emiten sonidos supuestamente relajantes, pero que te ponen de muy mala leche, peluches de dimensiones desproporcionadas que no caben en casa... El regalo putada estrella son las esclavas: el artículo 4 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos prohíbe todo tipo de esclavitud, y eso incluye las terribles pulseritas de oro». O admitir la estética del color rosa para todo lo que lleve el bebé si es niña. Con los niños, el tema del color no es tan evidente, «pero es fundamental aplicar la norma anterior a la inversa: nada de rosa. Además, hay un icono «comodín» que garantiza la masculinidad de cualquier prenda, adorno o complemento: el coche».
 Este manual explica a los padres que preocuparse es normal, «pero no hay que ser histérico». El niño necesita pañales, toallitas, baberos, tetinas, esterilizadores, sillitas, maxicosis... Pero la imaginación del mercado tratará de romper los esquemas del sentido común: el termómetro con GPS, el pijama que avisa si el bebé está despierto, el capazo con airbags, el chupete de la NASA, el pelele con olor a placenta... El consejo del autor es «no os dejéis influir por muchas necesidades creadas artificialmente. Porque, por ejemplo, con los actuales límites de velocidad, ¿realmente necesitáis un cochecito con frenos de disco? ¿o intercomunicadores con cámara de infrarrojos en un piso de sesenta metros cuadrados? Si llora te enterarás. Fijo». 

Recuperar las conversaciones

 

Otro de los síntomas más comunes de que el bebé ha invadido hasta el espacio vital de los papás es cuando es el tema y el protagonista de todas las conversaciones. Al principio hasta hace ilusión. Después, se echa de menos hablar del tiempo, del fútbol «o de la vecina del quinto». Para no caer en esto, Arróspide aconseja:
«—¡No piques! Hay muchos papás que utilizan una enrevesada estrategia para cazarte: se acercan a tu bebé con cara de entusiasmo, le dedican un par de piropos o tres para que se te caiga la baba, y cuando ya te han enganchado sueltan la frase bisagra «pues el mío…». A partir de ahí comienza su infumable monólogo y estás atrapado.
—Sé cobarde. Si tu pareja ha sido capturada por el enemigo no trates de rescatarla, porque sólo conseguirás caer tú también.
—Y el último y más evidente: No empices tú. Si tú mismo abres la caja de Pandora, ni hay forma de escapar, ni tienes derecho a quejarte».
El sentido de la música, la ropa y las nuevas costumbres que adquieren mamá y papá, la moda de las bisabuelas para el bebé, cuando salen los molares, el idioma del niño... El manual aborda otros aspectos de la llegada del bebé, con la misma simpatía y sabiduría. El autor es también padre de dos hijos.

Los errores inevitables

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.