SILVIA ALAVA
Estamos ante una nueva generación de niños que son “nativos tecnológicos”, desde
que nacen tienen acceso a móviles inteligentes, tabletas y ordenadores,
ven a sus padres trabajar y divertirse con ellos, y están acostumbrados
a utilizarlos desde bien pequeños. Hoy en día, los niños de dos años
saben perfectamente cómo se ven fotos o vídeos en las tabletas o en el
teléfono. Pero eso no implica que los niños tengan que tener acceso
indiscriminado a las nuevas tecnologías, o que tengan que tener una
tableta o un ordenador desde pequeños.
Los niños están inmersos en mundo tecnológico, por eso, no podemos pretender que no tengan juegos tecnológicos, pero sí debemos regular su uso,
y no permitir que sólo jueguen con ordenadores y videoconsolas. No
olvidemos la importancia y las bondades que tienen los juguetes
tradicionales en el niño y cómo estos fomentan unos procesos de
aprendizaje que no realizan los videojuegos.
La actitud de los padres con los niños ante el uso de nuevas tecnologías para el ocio nunca puede ser pasiva. Los padres tienen que poner límites en su uso.
Lo ideal es que se utilice como premio, que su uso se tenga que
“ganar”, siguiendo unas pautas muy simples, para poder utilizarlas
siempre tienen que estar, por ejemplo, los deberes hechos, haber
obedecido durante el día, y no protestar cuando te mande apagarlo.
Por
otro lado el tiempo debe estar siempre controlado: con niños pequeños
no más de 30 minutos diarios. Cuando son adolescentes, también hay que
seguir ejerciendo un control en cuanto a los horarios de utilización,
tiempo máximo de uso, y no dejarles acceso a cualquier página o juego.
Conseguir
esto es difícil, pues en la sociedad actual, en la que ambos padres
trabajan y en ocasiones con horarios muy extensos, el sentido de
culpabilidad afecta a muchos padres. Se sienten culpables por pasar poco
tiempo con sus hijos, y el poco rato que están con ellos, les cuesta
marcar las normas y los límites, por lo que no suelen limitar el acceso a
los ordenadores y videojuegos de sus hijos. Por eso, no olvidemos que lo importante es la calidad del tiempo que se pasa con los hijos. Debemos
recordar que los niños necesitan normas y límites, pues aunque en un
primer momento les puede costar aceptarlas, es algo que les dará
seguridad y confianza.
Pautas que deben de seguir los padres
Los niños necesitan que les marquemos las normas y los límites, y eso implica en todos los aspectos de la vida, si cuando son pequeños no les dejamos ir solos por la calle, ¿por qué vamos a dejarles navegar solos por Internet? Les hablamos mucho de los peligros de la calle, pero no de las nuevas tecnologías.
• Hay que informar a los niños, y controlar el uso que hacen, tanto de tiempo, como de tipo de juegos y páginas que visitan.
• Debemos estar con ellos mientras juegan (sobre todo cuando son pequeños o cuando no conozcamos el juego o la página o red social a la que acceden).
•
Pongamos el ordenador, la tabletas y otros dispositivos electrónicos a
la vista de todos, no permitamos que se encierren en su habitación
mientras lo utilizan. La pantalla siempre tiene que estar a la vista del adulto.
• No permitamos que jueguen a juegos que no son de su edad. A
ningún padre se le ocurría dejar beber o fumar o ver pornografía a su
hijo, ¿por qué sí que se permite con los videojuegos? Si pone que es
para mayores de x años, será por algo.
• Los niños de hoy en día están inmersos en el mundo tecnológico y las redes sociales forman parte de él. Pero eso no implica que estén preparados para ellos.
Muchas veces estas herramientas se les quedan grandes y no son capaces
de asumir la responsabilidad o las consecuencias del uso de las mismas.
• Hasta que el niño cumpla 18 años, los padres son los responsables de todo lo que está colgando el menor en la red,
así que como responsables que son, deben de vigilar lo que éste suba en
su página. Sobre todo haciendo especial hincapié con las fotos y la
información que se suministra (que no ponga su dirección, por ejemplo).
Observar también con quién están hablando y advertirles de los peligros
de hablar con desconocidos en las redes sociales.
¿Qué pasa con los juegos tradicionales?
Los niños tienen que aprender a jugar a todo, tanto con las nuevas tecnologías como con juegos tradicionales. Los juegos tradicionales favorecen aprendizajes que no se consiguen con las nuevas tecnologías.
Como por ejemplo, los juegos de plastilina, los recortables, vestir y
desvestir muñecos… son buenos para trabajar las destrezas finas, además
de la paciencia del niño. Los juguetes tradicionales son importantísimos
para favorecer una correcta estimulación en edades tempranas.
Es importante que los niños jueguen en la calle con otros niños.
Cuando lo hacen, lo habitual es que no jueguen ellos solos, sino que lo
hagan con más niños, por lo que previamente al juego, tendrán que
negociar entre todos a qué van a jugar, cómo jugar, cuáles son las
normas del juego… En este proceso implicamos procesos atencionales, de
negociación, y de aceptación de unas normas y unas reglas previamente
pautadas y aceptadas por el grupo, un aprendizaje muy valioso para su
futuro. Los juegos que se realizan en la calle permiten una mayor
movilidad de los niños, por lo que, además de hacer ejercicio, se
trabaja la psicomotricidad, la coordinación (juegos de saltar a la
comba, goma, mientras se canta una canción…) o el desarrollo de las
destrezas finas, como puede ser jugar con la arena. Eso sí, hay un
momento para cada cosa, no les llevemos al parque con una consola,
porque si no, no conseguiremos los objetivos comentados.
EL CONFIDENCIAL, Martes 7 de mayo de 2013
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