M.J.PEREZ-BARCO / MADRID
A los seis meses, se inicia una etapa
crucial para el bebé con la introducción de los primeros alimentos
sólidos. Los pequeños pasan de succionar la leche, ya sea materna o de
farmacia, a deglutir también alimentos. Un reto que les exige un gran
esfuerzo: la cuchara no es muy buena aliada en principio. Por no hablar,
de las muecas que les provocan sus primeros purés, todo un panorama de
gracias para la familia. Pero son también momentos en los que a los
padres les surgen muchas dudas: según el comportamiento del pequeño,
muchos se plantean si dar a sus hijos los purés naturales hechos en casa
o/y los tarritos comerciales de venta en farmacias y supermercados.
Una u otra opción va a depender de
las circunstancias de cada familia. Las prisas, el tiempo, los hábitos
alimenticios, los recursos económicos... Muchos factores intervienen en
la decisión. Para que muchos padres se queden tranquilos, hay un estudio
científico que afirma que «tanto los purés caseros como los tarritos
comerciales tienen un perfil nutricional adecuado». Y es una
investigación realizada por el departamento de Tecnología de los
Alimentos, Nutrición y Bromatología de la Universidad de Murcia, el
servicio de Pediatría del Hospital La Fe de Valencia y el Instituto
Infantil Hero Baby.
No obstante, uno de los pediatras que ha participado en ese estudio recomienda un principio general: «Lo lógico es comer la comida natural que se hace en casa»,
dice Jaume Dalmau, coordinador del Comité de Nutrición de la Asociación
Española de Pediatría (Aeped). Sin embargo, conviene conocer algunas de
las ventajas e inconvenientes de cada preparadado para que cada familia
sepa cómo actuar con su pequeño. Las explica el doctor Dalmau:
Purés caseros
—«Con los purés caseros, los bebés van acostumbrándose a los sabores naturales», afirma Dalmau.
—Ofrecen una textura homogénea
al principio y, según avance el niño, son preparados en los que se
puede ir variando esa textura hasta que, a partir de los diez meses, se
le dé al bebé los alimentos chafados con un tenedor. Así aprenderá poco a
poco a masticar, un proceso también imprescindible en su alimentación.
—Se pueden conservar en el frigorífico hasta 72 horas.
—Requieren tiempo para elaborarlos, algo de lo que adolecen muchas familias.
Los errores al hacer los purés caseros
—Introducir más proteínas.
«Los pediatras recomiendan introducir 30, 40 o 50 gramos de carne o
pescado. Los padres al ver una ración tan pequeña, la echan más grande
al puré, sin pensar que la cantidad de proteínas que ncesita un lactante
por debajo de un año es poca».
—Añadir sal es
otro de los pecados capitales de los padres. «Se añade sal al puré según
el paladar del padre o la madre. Y un bebé no necesita cloruro sócico
(sal) extra ni ninguna persona a cualquier edad. Es suficiente con la
que contienen las verduras o cualquier alimento conservado».
—Pocos lípidos.
La leche materna contiene lípidos de calidad, grasas que aportan mucha
energía al bebé. «Por eso, cuando se empieza a introducir la
alimentación complementaria también debemos darles esas calorías con el
aceite de oliva, que son grasas buenas, y además le aportan muy buen
sabor a los purés», dice Dalmau.
—Incorporar azúcar
a la papilla de frutas. «Muchas frutas son ácidas y para matar el sabor
de acidez en la papilla los padres añaden azúcar. Esto no se debe
hacer. En su lugar, es mejor escoger frutas maduras y más dulces».
Los tarritos comerciales
—Cumplen unos valores nutricionales muy exigentes marcados por la legislación.
—Permite una conservación más prolongada en el tiempo.
—No necesitan tiempo de elaboración, basta calentar.
—Están medidas correctamente las cantidades de sal, lípidos y proteínas.
—«Llevan conservantes y aditivos,
permitidos por ley y que no tienen efectos secundarios. También
compramos verduras tratadas con sustancias como insecticidas y carnes
que llevan toxinas», explica el doctor Dalmau.
—El lugar donde vive la familia
va a condicionar también la alimentación del bebé. «Por ejemplo
—explica el doctor Dalmau— hay familias que viven en lugares donde no se
fían del estado en el que llegan algunos alimentos como el pescado. Por
eso recurren a los tarritos comerciales para sus hijos».
ABC, Martes 28 de mayo de 2013
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