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Cómo detectar la miopía en los niños

Los más peques no saben si ven bien o no, por eso debemos estar atentos a los síntomas de la miopía o de cualquier otro problema de la vista. 
Los síntomas de baja agudeza visual no son específicos de la miopía, pero muchos niños miopes pueden tener algunos de ellos: retraso escolar, estrabismo, dolor de cabeza... Las personas miopes, además, suelen echar la cabeza hacia delante y achinar los ojos para mirar.
A María nunca la encontrabas viendo la tele. “¿No quieres que te ponga dibujos?”, le preguntaba su madre extrañada. La respuesta siempre era “no, no me gustan”. Sara había sido testigo de otras rarezas de su hija, como que no le gustara el chocolate o las gominolas, pero que no le gustaran los dibujos animados, fueran del tipo que fueran, estaba fuera de lo normal. La llevó al pediatra y este la derivó al oculista, que le hizo una revisión a fondo. Diagnóstico: miopía.

Síntomas

No existe una edad establecida para empezar a ser miope, un defecto de la visión que hace que quien la padece vea mal de lejos. En los más pequeños, pasa desapercibida porque el medio en el que se relacionan es el entorno más cercano: tienen los juguetes muy cerca, al igual que los amiguitos en el parque. La doctora Belén Gutiérrez Partida, oftalmóloga adjunta del Servicio de Oftalmología Infantil del Hospital Niño Jesús, aclara que “los síntomas de baja agudeza visual no son específicos de la miopía”, pero explica cuáles serían los más frecuentes:
  • Se queja porque no ve la pizarra. En algunos casos son los propios niños quienes piden ponerse más cerca; en otros, simplemente dicen no ver. Quizá ya eran miopes, pero es cuando empiezan la vida escolar, a los cinco o seis años, cuando se diagnostica. También es frecuente que aparezca al dar el estirón, entre los diez y doce años. Cuando ellos crecen, también lo hace la miopía.
  • Retraso escolar. Hay veces en las que el niño no es consciente de que tiene un problema de visión, no se queja y continúa el curso sin que nadie se dé cuenta de que no ve bien la pizarra. A ojos de los demás será un niño que “no se entera bien, le cuesta”. Pero es que ¡no ve lo que hay que hacer!
  • No reconoce a los padres a la salida del colegio. A esta edad salen corriendo, en grupo y casi a la vez. En pocos segundos cada niño va directo a la mano de sus padres, pero un niño miope tarda más que el resto en encontrarlos, va dubitativo. Es un claro síntoma de miopía: estira el cuello y echa la cabeza hacia delante para mirar.
  • Achina los ojos. Los entrecierra para intentar ver mejor. Es un gesto muy típico de las personas miopes, que les ayuda a enfocar más la visión.
  • El padre o madre es miope. La miopía es hereditaria. “En familias con defectos de graduación conocidos en los padres, sería recomendable una revisión antes de los cuatro años, aunque sean asintomáticos”, afirma la doctora Gutiérrez, especialmente si uno de los progenitores es miope magno (más de seis u ocho dioptrías).
  • Se frota los ojos a menudo o los guiña. Si lo hace de forma habitual es que algo pasa y convendría llevarle a revisión.
  • Está aislado. Podría ser por muchas causas, una de ellas que no ve bien, lo que le impide relacionarse con normalidad con el entorno.
  • Estrabismo. Hablamos del famoso ojo vago, más común con hipermetropía que con miopía.
  • Cefaleas. Son más habituales en hipermétropes, pero también se dan en niños miopes.

¿Debemos llevar al niño a urgencias?

Es importante saber por qué el niño ve mal. Se debe acudir al oftalmólogo y, mientras tanto, hacer vida normal. No le va a aumentar la miopía porque tarden dos meses en ponerle gafas. Estos son los únicos casos relacionados con la visión por los que hay que ir a urgencias:
  • Tiene algo blanco, como una manchita, que se observa a través de la pupila.
  • Un ojo parece más grande que otro.
  • En un ojo se distingue perfectamente el color y el otro está más blanquecino, parece que no está nítido.
  • Ha recibido un golpe fuerte en un ojo o en una zona muy cerca de las cuencas visuales.
  • Tuerce los ojos de forma repentina y nunca antes había torcido ninguno, ni siquiera un poco.

Falsos mitos sobre las gafas de los niños miopes

Con gafas, la miopía va a más. Esto es totalmente falso. El niño se acostumbra a las gafas, cierto, porque ve mejor con ellas, pero la miopía no le va a subir o bajar por el hecho de llevar gafas, sino por otros motivos.
Cuanta menos graduación, mejor. Se da el caso de padres que piden al óptico que ponga a su hijo un poquito menos de graduación en las gafas, pensando que será más beneficioso para el niño, porque así “no se acostumbra”. La oftalmóloga del Hospital Niño Jesús explica que en algunos casos, cuando el niño es muy pequeño, se le pone menos graduación de la real, pero si tiene diferencias de un ojo a otro es muy importante ponerle toda. “Y en cualquier caso, siempre hay que hacer lo que recomiende el oftalmólogo pediátrico”, añade.
Por: Petra I. Molina

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