GEMA LENDOIRO / MADRID
En cuanto comienza el curso los padres ven cómo sus hijos
comienzan a llegar a casa cargados de deberes. Cada vez hay más
progenitores que no ven con buenos ojos que se les manden hacer tantas
tareas en casa. Otros, sin embargo, sí que quieren deberes, es más,
consideran que si no les encargan ejercicios para hacer en casa es que
no están haciendo lo suficiente en clase. La visión de una profesora de Pedagogía Terapéutica como es Rebeca Presa García puede
ayudar a muchas familias en este asunto. Ella es actualmente tutora de
primer ciclo de Primaria en el CEIP José Jalón de Navalcarnero (Madrid).
—El
sistema educativo español considera que poner deberes es una condición
sine qua non para que los niños se formen bien, adquieran buenos hábitos
y desarrollen un currículo impecable. ¿Que le parec a usted?
—No estoy de acuerdo en que para una buena formación, unos
buenos hábitos y un buen curriculum sea necesario cargar a los niños con
deberes, y más teniendo en cuenta el tipo de deberes del que
habitualmente hablamos, hojas y hojas de ejercicios repetitivos que la
mayoría de las veces nada tienen que ver ni con las vivencias de los
chicos ni con sus intereses. Desde mi punto de vista, se necesitan más experiencias y menos ejercicios sacados de libros.
—¿Cuándo
es necesario empezar a hacer deberes? ¿A partir de qué edad? Y
entendiendo como deberes, estudiar temas, no hacer ejercicios.
—De forma obligatoria no sería necesario ponerles deberes, puesto que si a los niños les motivamos sobre
los diferentes temas, o partimos de sus gustos y sus intereses, ellos
mismo van a pedir la información o van a buscarla y devorarla con
cualquier edad. ¿No nos pasa eso a nosotros adultos? Si nos interesa un
tema buscamos información por mil sitios y nos impregnamos de ella. El
niño igual, lo importante es que nosotros sepamos guiarle y acercarle
esa información que quizás no sepa encontrar. En colación a esta
pregunta, y para poder entender, quizá mejor mi punto de vista, una
experiencia personal: Mi primo, 6 años y un interés increíble por los
dinosaurios. Sus padres sólo tuvieron que prestar atención a ese interés
y ponerle cerca información (libros, cromos, juegos…) sobre ellos. Era
increíble verle con esa edad contándote nombres, características,
curiosidades… ¿Lo había estudiado? ¿Alguien le había obligado? No, su
propio interés le llevo a aprenderlo. Los padres pueden pensar…
¿Dinosaurios? ¿Qué importan los dinosaurios? Los dinosaurios son el
punto de partida, son el interés del niño. A partir de ese tema él puede
aprender Geografía al ver dónde vivieron, Ciencias conociendo sus
características, Matemáticas calculando hace cuánto desaparecieron,
Comprensión lectora…
Las dos tendencias
—Cuando
habla con los padres de sus alumnos, ¿encuentra que existen dos tipos
de padres bien diferenciados? Es decir, ¿los que protestan porque sus
hijos tienen pocos deberes y los que protestan por lo contrario?
—Sí, nunca es fácil contentar a todo el mundo. Hay padres a
los que les cuesta mucho entender que sus hijos no lleven deberes o que
las actividades que les propongan sean diferentes. Muchos te piden que
se los pongas y, si no lo consiguen, se los ponen ellos mismos. También
los hay que ven excesivo lo que les mandan sus profesores, pero la
verdad… suelen ser menos.
—¿Hasta qué punto son perjudiciales los deberes en las primeras fases de la educación?
—Los niños necesitan jugar, su primera forma de aprender es mediante el juego.
Cuando les mandamos muchos deberes les estamos ocupando ese espacio de
tiempo libre imprescindible para ellos y para su adecuado desarrollo.
Además, por lo general, en el colegio pasan muchas horas sentados,
teniendo que estar atentos… ¿tienen que continuar esto en casa? ¿No
decimos, nosotros adultos: «hay que desconectar», «yo no llevo trabajo a
casa el trabajo»…? ¿No tienen, los niños, ese mismo derecho? Todos
necesitamos nuestro tiempo libre y los niños no son menos. Si queremos
que tengan interés por aprender en el colegio no hagamos que no les
guste, no les saturemos.
—¿Son los deberes lo peor de nuestro sistema educativo o cree que hay cosas mucho peores?
—No creo que los deberes sean lo peor. Son un punto negativo, pero a ello se une, el número excesivo de alumnos por clase (28-29),
el excesivo poder que se le da al libro de texto, la rigidez en la
forma de enseñar, la poca importancia que le damos al juego, cómo se
coarta la creatividad, la forma de evaluar a todos por igual, las
evaluaciones externas que comparan centros sin tener en cuenta las
características de los mismos…
—¿Qué cambiaría?
—Creo que hay muchos cambios por hacer, pero me parece que
el principal es que cambiemos nosotros: los profesores. Que abramos los
ojos ante todo lo que nos brinda la curiosidad de los pequeños, que les
escuchemos más y que nos centremos en ser guías y ayuda en su
aprendizaje. Yo estoy haciendo la formación de la Pedagogía Blanca precisamente para cambiar, para hacer las cosas de otra manera y, desde mi punto de vista, mejor.
ABC, 27/09/2014
Comentarios
Publicar un comentario