JOSÉ MANUEL ABAD LIÑÁN
Es el trastorno de la visión más frecuente en niños: lo padece un 4% de los que tienen de cero a nueve años. La
ambliopía es la mala visión en un ojo, "vago" o "perezoso", que no
desarrolla su visión normal durante la primera infancia, y no porque el
ojo tenga ningún problema estructural: el cerebro es tan perfeccionista que anula las imágenes defectuosas o borrosas que llegan a la retina.
La técnica más frecuente para tratar esta patología se remonta, al menos, al siglo XVIII y a los esfuerzos del francés Conde de Buffon. Se basa en hacer trabajar al ojo vago penalizando
el ojo sano con un parche. En todo este tiempo no ha habido una
innovación destacable en esta técnica, más allá de la mejora de los
apósitos (más tolerables, más hipoalérgicos, más estéticos). En el
tratamiento también es preciso usar un colirio pero, según un estudio
respaldado por la Academia Americana de Oftalmología, uno de cada cuatro niños siente ansiedad cuando se les aplica.
Ahora, unos investigadores del Instituto Glick Eye
en la Universidad de Indiana (Estados Unidos) ha corroborado en 33
niños de tres a ocho años que unas gafas electrónicas arrojan iguales
resultados que el parche. Las gafas, comercializadas como Amblyz,
oscurecen por completo la lente que cubre el ojo vago cada 30 segundos, y
fuerzan al ojo sano.
Los investigadores dividieron a los pacientes en dos grupos: unos se
aplicarían el parche dos horas al día; los otros llevarían las gafas
intermitentes durante cuatro. Al cabo de tres meses, los dos grupos de
pacientes habían mejorado por igual la vista. Ganaron dos líneas de
lectura en las tablas de letras habituales en la consulta del oculista.
Los resultados se han presentado en el congreso de la Academia Americana
de Oftalmología que se celebra hasta mañana en Las Vegas (Estados
Unidos). Las gafas se comercializan por un precio aproximado de 450
dólares.
Para el jefe de Oftalmología del Hospital Infantil Universitario Niño
Jesús de Madrid, Diego Puertas, el parche sigue siendo "lo más
efectivo". También destaca las gafas para tratar la hipermetropía o la
miopía vinculadas con el ojo vago o también las lentes en las que se
oscurece el cristal que cubre el ojo sano. La ambliopía "es fácil de
diagnosticar tomando la agudeza visual, pero con pruebas específicas
para niños que debe efectuar un oftalmólogo infantil". Algunos de los
indicios que deben alertar a los padres para que lleven a sus hijos al
médico son el exceso de guiños (especialmente cuando hay mucha luz
solar), pero también "parpadeos, estrabismos o tendencia a taparse con
la mano un ojo, también dolor de cabeza, o incluso cierto retraso
escolar", advierte este facultativo.
EL PAÍS, Lunes 16 de noviembre de 2015
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