LAURA PERAITA
Muchos padres comienzan ilusionados con
sus hijos de corta edad a jugar a sencillos juegos. Celebran ver cómo
los pequeños saben lo que tienen que hacer y logran la victoria. Es más,
lo habitual es que se dejen ganar para ver la amplia sonrisa de sus hijos. Pero, ojo, esta forma de actuar puede tener sus consecuencias negativas si se mantiene en el tiempo.
Si un niño está acostumbrado a ganar,
en el momento en que tenga que enfrentarse a que otra persona sea la
que se hace con la victoria, lo más seguro es que no acepte su pérdida y tenga una gran rabieta e, incluso, se manifieste algo violento y tire al suelo o por los aires el juego en cuestión para dar fe de su desacuerdo con la situación.
La violencia no debe admitirse en ningún caso. Según Susana Cruylles, psicóloga clínica y terapéuta de familia del Hospital Universitario Príncipe de Asturias,
este tipo de reacciones debe ser corregida de inmediato. La tolerancia a
la frustración debe ser aprendida desde el primer momento. «No
obstante, el niño tendrá este comportamiento si ve en su entorno que los
padres, o profesores, solucionan una situación similar dando un golpe con el puño en la mesa, una patada a la silla... Es decir, los padres son un modelo a seguir y si ellos actúan así, los niños le imitarán».
Esta experta recomienda a los padres
que expliquen a sus pequeños que cada vez que participan en un juego
tienen que saber que unas veces se gana y otras se pierde. En el caso de
que pierda, el adulto debe decirle «sé que te sientes triste y enfadado por perder.
Entiendo que te sientas así porque es más divertido y satisfactorio
ganar, pero no pasa nada, hay que seguir adelante y probablemente la
próxima vez podrás ganar». Es decir, se trata de ayudar «a que el niño
identifique sus sentimientos —el enfado— para que pueda aprender a
controlarlo. Es la base de la salud mental —puntualiza Susana Cruylles—.
Es muy importante que sepan aceptar la frustración porque si no lo
hacen de pequeños, tendrán muchas rabietas y sufrirán mucho. Más tarde,
con 10 años no aceptarán que pierdan un partido; con 20, que les deje su
novia o con 25 que no encuentran un trabajo...».
También señala la importancia de
ofrecerle juegos adecuados a su edad. «Hay muchísimos padres que, por
ejemplo, les facilitan videojuegos con contenidos violentos o para más
mayores por lo que no los comprenden y es difícil que puedan ganar y se
sentirán frustrados porque no saben hacerlo».
Otra buena táctica, cuando no son capaces de aceptar la derrota consiste en que juegue dentro de un equipo, de esta manera la pérdida será común y más llevadera.
ABC, Miércoles 4 de febrero de 2015
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