Ir al contenido principal

Qué aprende y cómo se siente el niño con la “Silla de Pensar”

Cada vez es más frecuente utilizar la silla de pensar o rincón de pensar como una técnica educativa en la que se pretende enseñar al niño la buena conducta, tras haber tenido un mal comportamiento. 
Cuando el niño se porta mal, hace algo incorrecto o inadecuado, lo envían al rincón o silla de pensar con el supuesto objetivo de que entienda que ha actuado mal y que debe mejorar su comportamiento.
Por ejemplo:
Que ha pegado a su hermana, a la silla de pensar para que aprenda que no se debe pegar; que ha vuelto a tocar mi móvil después de decirle mil veces que no es para jugar, "¡a la silla de pensar, para que aprenda a obedecerme!"; etc.

¿Qué enseñamos?

Os propongo una reflexión, ¿qué le estamos realmente enseñando al niño cuando lo enviamos a la silla de pensar?
¿Creéis que un niño de 2 o 4 años piensa realmente sobre lo que ha hecho mal? El niño pequeño carece de las habilidades mentales suficientes como para “pensar” por él solito sobre si lo que ha hecho era correcto, sobre cómo podría haber expresado su enfado o tal vez su miedo a su hermana sin pegarla, o a integrar que nuestras normas se deben cumplir.

¿Cómo se siente el niño?

Por otro lado, ¿cómo creéis que se siente cuando es enviado al rincón? Se siente triste, apartado, herido, y sobre todo, no querido.
Para que el niño pueda conocer y saber qué es lo que ha hecho mal nos necesita a nosotros para que lo vayamos guiando con nuestras preguntas y reflexiones y así pueda conocer qué esperamos de él, que cosas son correctas y cuáles no, qué comportamientos son dañinos o cuáles no.

¿Qué aprende?

Así pues, ¿qué creéis que aprende? Cada vez que se usa esta técnica, el niño lo que aprende es que cuando él hace las cosas mal o incorrectas sus padres no le quieren, incluso aprende desde bien temprano que es un niño “malo”. Algo muy grave, porque no hay ningún niño malo en el mundo, hay niños mal etiquetados y dañados emocionalmente que necesitan de límites, normas y amor, pero que nunca han sido malos.
El niño que se siente así, es tan doloroso para él, que necesita protegerse de ese dolor creando una barrera de insensibilidad. Por eso, cuando usamos de forma habitual esta técnica, deja de tener efecto en el comportamiento del niño, porque ha buscado la forma de anestesiarse ante el dolor de sentirse no querido por sus padres.
Otro efecto secundario de usar esta técnica es que el niño se acaba identificando con el mensaje que le llega de este castigo: “eres malo”, (de lo contrario no le castigarían de forma tan cruel). Así que en breve su comportamiento empieza a ser más rebelde para demostrarnos que realmente es malo, pues es con lo que se está identificando.
Si lo que deseamos es que nuestros hijos comprendan qué comportamiento es el adecuado, les debemos ayudar a corregir el comportamiento incorrecto proporcionándoles estrategias a serenarse hasta que puedan escucharnos y atendernos con claridad, y guiarlos después con nuestras preguntas reflexivas y ejemplos de cómo deberían haber actuado.
Por ejemplo: “Tu hermana está llorando porque le has hecho daño ¿crees que has actuado bien?, ¿qué te ha pasado?, ¿qué te ha molestado? (Y escuchamos sin juzgar). Cariño si actúas pegando le haces daño y se merece que la cures dándole un besito y pidiéndole perdón. La próxima vez que te pase lo mismo le dices: “no me quites mi juguete”, o “déjame, que me molestas”, mejor con palabras que con puños…Nadie se merece que le hagan daño”.
Claro, tras leer este último párrafo ya sé lo que debéis estar pensando… Que suena muy bonito, pero que en caliente ¡pierdes la paciencia! Y que todas estas palabras, preguntas y reflexiones suponen tiempo, dedicación y no perder los nervios. ¡Exacto! No andáis equivocados, pero os aseguro que merece la pena pues es la semilla que brotará en vuestros hijos en unos años convirtiéndoles en niños seguros de sí mismos, con buena autoestima y con herramientas para solucionar sus conflictos con los demás y con ellos mismos.
Cuando los padres pierden la paciencia y usan los castigos es porque no han aprendido otras respuestas educativas para enseñar normas y límites, con amor y paciencia. Pero ¡siempre se está a tiempo de aprender a ser mejores padres!

Por: Cristina García. Pedagoga, terapeuta infantil, orientadora familiar y fundadora de Edúkame.

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com