M.J.PÉREZ-BARCO
Raro es el niño que en algún momento de su vida no sufre
los vaivenes que sus propios complejos le acarrean. Sentirse diferente
para los más pequeños no es muchas veces plato de gusto. Tampoco que en
el colegio sus compañeros de clase le señalen por algún rasgo físico o
distinto de los demás. Los apodos y las burlas pueden hacer mucho daño:
acomplejar al niño, minar su autoestima, crearle mayor inseguridad e inculcarle un sentimiento de creerse inferior
a los demás. Llevado al límite se ha conocido estos días que una madre
asesinó a su hijo de diez años por tener las orejas muy grandes y así
evitar que sea infeliz.
Los niños empiezan a tener un concepto de sí mismos y de los demás sobre los seis años.
A partir de esa edad pueden comenzar a surgir ciertos complejos. La
adolescencia es otra etapa crítica para no gustarse a sí mismo. «Los
niños pueden llegar a ser muy crueles con sus iguales
y meterse con los compañeros que son diferentes, bien porque están más
gorditos, porque son muy altos o muy bajos, porque llevan gafas, porque
son más torpes, porque tienen las orejas muy grandes… pero eso no
significa que deba ser una conducta que los adultos puedan pasar por
alto», advierte la psicóloga infantil Sílvia Álava del Centro de Psicología Álava Reyes.
Se pueden superar los complejos. Para ello es muy importante que se haya establecido un vínculo de apego con
los padres, lo que suele desarrollarse antes de los seis años. Eso le
ayudará a confiar en ellos y a sentirse seguro. No obstante, como
explica Álava Reyes explica que ««Hay niños que son más sensibles y
acusan mucho más los insultos y las críticas por parte de sus iguales.
Por eso es importante observar bien que al niño y ver su comportamiento,
para estar seguros que no le afecte».
Es conveniente tener en cuenta una serie de pautas para
que los niños puedan enfrentarse a esos complejos, y dejarlos atrás sin
que por ello se coarte su desarrollo emocional y psicológico. He aquí
un decálogo que ha elaborado la psicóloga infantil para que sus hijos superen lo que no les gusta de sí mismos:
1. Escucha a tu hijo, aunque a ti como adulto no te parezca importante, puede que el niño lo esté pasando mal.
2. La escucha debe de ser activa, es
decir, mírale, ponte a su altura (puedes agacharte o sentarse a su lado
para que os podáis mirar a los ojos), no hagas otras actividades como
mirar el teléfono, estar con el ordenador o ver la tele mientras habla.
Se trata de que el niño se sienta escuchado y comprendido. También puede
ayudar mantener el contacto físico mientras lo cuenta, dándole la mano,
poniendo la mano sobre su pierna…
3. Una vez que el niño se ha desahogado, no conviene que vea que el adulto no da importancia a cómo se siente.
4. Lo que siempre se debe hacer es desmontar poco a poco su complejo.
Por ejemplo, si cree que es muy bajito, habrá que trabajar con el niño
no darle tanta importancia a la altura, saber que siempre puede crecer… o
si tiene las orejas muy grandes, darle la importancia justa. Se trata
que su vida no gire en torno al complejo.
5. Potencia las virtudes de tu hijo, todos tenemos puntos fuertes, hay que trabajar con él para que los encuentre y sobre todo que los valore.
6. Trabaja su autoestima.
Que vea que es capaz de resolver las cosas por el mismo, e ir dotándole
de autonomía desde pequeño es algo que siempre ayudará.
7. Será fundamental que el niño aprenda a focalizar hacia lo positivo,
que sea capaz de darse cuenta y valorar todas las cosas que tiene
buenas y todos los momentos agradables que se suceden a lo largo del
día.
8. No olvidemos que los niños aprenden por modelado,
es decir, copian a sus adultos de referencia. Los padres deben ser
modelos de seguridad, y no mostrarse acomplejados ante sus hijos.
9. Enseña a su hijo a ser asertivo, que sea capaz de decir cómo se siente, qué es lo que él quiere, y a que sea independiente de la aceptación de los demás.
10. Trabaja con él las habilidades sociales, que sepa cómo tiene que contestar a los otros niños cuando se meten con él.
Los signos de un niño con complejos
ABC, Viernes 20 de febrero de 2015
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