MAR MUÑIZ
Un vídeo que circula por Youtube desde primeros de año está destinado a ser el mejor de los anticonceptivos. Con más de 2.500.000 visitas,
en él se ve cómo una joven madre se encierra en la despensa para
esconderse de su hija. El resultado de la maniobra escapista es un fracaso sin paliativos, puesto que la niña, cuerpo a tierra, la sigue de cerca mirando por debajo de la puerta. Ni le pierde ojo ni se va.
La
madre, en poco más de medio minuto, hace un resumen conciso de la
maternidad mientras le da unos cuantos mordiscos a un regaliz. A saber:
(1) sus chuches son suyas, (2) no quiere compartirlas
con sus retoños y (3) tampoco quiere que la persigan todo el rato. Lo
dicho, este vídeo es como un preservativo de doble capa.
La mujer en cuestión se llama Ashley. Ella y Tyson Gardner son una
pareja de treintañeros que vive en Utah (EEUU). Ashley no podía quedarse
embarazada porque padece endometriosis y, tras ocho años de intentos
fallidos, una fecundación in vitro obró el milagro. Le introdujeron dos
preembriones porque lo más común es que sólo uno prospere. Lo
extraordinario de su caso es que no sólo se implantaron los dos sino
que, además, de cada uno nacieron gemelos. El resultado, una posibilidad entre 70 millones: Indie, Esme, Scarlett y Evangeline. Cuatro rubitas que hoy tienen tres años.
Esta
familia ha compartido el embarazo múltiple y todas las peripecias de la
crianza a través de las redes, pero este vídeo se ha viralizado
generando reacciones a favor y en contra. Las críticas
negativas no parecen preocuparles mucho: "Puedes ser el melocotón más
jugoso y dulce del mundo, pero siempre habrá alguien que odia los
melocotones", dice el padre de estas niñas a FCINCO. Sobre las razones
por las que han batido sus propios récords de visitas con este vídeo, él
lo tiene claro: "Cualquiera que tenga hijos se siente identificado con
la situación. ¡Todos nos hemos escondido alguna vez de los niños en busca de un minuto de paz!".
Pero
siendo francos, nadie puede reprocharle lo más mínimo a esta madre de
cuatrillizas. Cuando un ser humano tiene tres años es una máquina de
lanzar demandas. Quiere agua, pis, jamón, lejía... y así en un bucle ad infinitum.
Y lo quiere ya, porque no sabe si la frase "espera un poquito"
significa tres minutos, un día o quince siglos. Si multiplicamos por
cuatro toda esta ristra de peticiones, lo más probable es que el padre
de turno sufra un ictus, un shock anafiláctico o algo peor. De
hecho, Tyson Gardner reconoce que si tienes cuatro niños pequeños "es
imposible desconectar", para lo que se necesita "una gran resistencia,
física y mental".
Querer estar solo un rato y comerse un regaliz es motivo más que de sobra para esconderse de los hijos tras una puerta. ¿Hay más? Claro que hay más. Por ejemplo:
- Cuando en la cola del súper, te dicen: "Mami, ¿te has tirado un pedo? Huele como en casa".
- Cuando en un restaurante tiran en cinco minutos dos vasos de agua, una cerveza, un plato de espaguetis y la vinagrera.
- Cuando quieres excretar sin que nadie te observe de cerca.
- Cuando deseas practicar sexo y has puesto una peli de dibujos para distraer su atención.
- Cuando te llaman para una entrevista de trabajo y tus hijos están enfrascados en una reyerta de mil decibelios.
- Cuando te depilas el bigote, porque no tengas duda: si te ven, lo contarán.
- Cuando te toca cambiarte el tampón y no quieres que te lancen preguntas comprometidas del tipo: ¿por dónde metes eso?
EL MUNDO, Martes 17 de enero de 2017
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