S.F.
La sobreprotección e hiperpaternidad son estilos educativos basados en un atención excesiva hacia los más pequeños, buscando siempre solucionar sus problemas incluso antes de que pidan ayuda. Este hecho solo traerá consecuencias negativas en el presente y futuro de los niños, haciéndolos dependientes e inseguros. Nuria García Alonso, psicóloga infantojuvenil y directora de Ayudarte Estudio de Psicología, comparte una serie de consejos sobre cómo los padres pueden frenar y gestionar una actitud sobreprotectora hacia sus hijos.
Ya sea por miedo, por temor o desconfianza, muchos son los padres que tratan de ayudar a sus hijos constantemente proporcionándoles redes de seguridad, convirtiéndose en el centro de sus preocupaciones familiares. Actúan de parapeto ante el dolor, la tristeza y cualquier otro sentimiento negativo, frenando su frustración y solucionando ellos mismos cada problema que se les presenta. Este modelo educativo se conoce conoce como sobreprotección o hiperpaternidad y las consecuencias afectarán a la salud emocional del pequeño.
«La sobreprotección o hiperpaternidad es un estilo educativo negativo, que provoca en los padres una actitud desequilibrada con respecto a su hijo. Los padres necesitan que todo vaya bien, gestionan ellos mismos cualquier imprevisto, envuelven a sus hijos en burbujas y los elevan en un pedestal dentro del núcleo familiar, aunque no tiene por qué ser el centro. Sin embargo, no se dan cuenta que de esta forma de actuar y de educar, lo que conseguirán a la larga, será un resultado muy diferente: niños miedosos e inseguros, con pocos recursos para sacarse ellos mismos las castañas del fuego», comenta Nuria García Alonso, psicóloga infantojuvenil y directora de Ayudarte Estudio de Psicología.
¿Cuáles son los estilos familiares y cómo estos pueden afectar en el desarrollo de un niño? Se pregunta García Alonso. «No existen los padres perfectos ni las familias perfectas y es muy difícil alcanzar un estilo 100% equilibrado porque normalmente hay padres que pecan en algún aspecto», asegura. Sin embargo, prosigue, «sí que existen los modelos educativos negativos con graves consecuencias no solo para los más pequeños, como es el caso del estilo sobreprotector».
Estilo sobreprotector
En concreto el sobreprotector es un estilo muy delicado y contraproducente, advierte esta psicóloga. «Los padres sobreprotectores creen que deben allanar el camino a su pequeño, evitando que se enfrente a cualquier obstáculo y tratándolo entre algodones para que nada pueda pasarle».
«Lo que estos padres no saben es que tratar así a su hijo solo le traerá problemas. Cuando ellos no estén delante, el pequeño se sentirá frágil, fuera de lugar. Incluso puede ser más sensible a sufrir acoso escolar, ya que no está acostumbrado a solucionar nada por su cuenta y cualquier decisión que pueda tomar por él mismo le resultará sumamente complicada», comenta nuestra experta.
—Niños que van creciendo y cuya autoestima va disminuyendo porque no se sienten capaces de hacer las cosas por ellos solos.
—Niños acostumbrados a tener siempre a alguien que les ayude a gestionar sus emociones y sus problemas y cuando tengan que hacerlo por ellos mismos no serán capaces de gestionar su frustración, les costará relacionarse con los demás de forma eficaz e incluso tener la iniciativa.
—Son niños, además, sobre los que se proyectan un gran número de expectativas.
«Vivimos en una sociedad donde la media de hijos es de 1.3 por familia. Muchos acaban siendo hijos únicos, siendo niños muy deseados y centrando la familia toda su atención en ellos. Estos hechos hacen que el niño se convierta en el rey de la casa, en centro de la unidad familiar y que los padres tiendan a anticiparse a sus deseos, a protegerlo de cualquier adversidad y a fijar en él grandes metas», reflexiona la psicóloga.
Por ese motivo, solo a través de un buen asesoramiento, un trabajo continuo y mucho amor y disciplina, a partes iguales, se puede llegar a un estilo educativo estable y de calidad: un estilo completamente beneficioso para un niño y su familia.
En el equilibrio está la clave
Un niño tiene que saber enfrentarse a todo lo que le surja. Saber asumir cualquier circunstancia propia de su edad, hacer frente a los problemas, tomar decisiones e incluso aprender a levantarse él solo cuando se caiga.
«Si hacemos las cosas por ellos les estamos transmitiendo el mensaje de que ellos no son capaces de hacerlo. Además de impedirles que se enfrenten a los retos propios de su edad que les harán madurar y convertirse en personas autónomas y seguras. Un estilo educativo basado en la sobreprotección y la hiperpaternidad hace vulnerables a los pequeños convirtiéndoles en un futuro en personas propensas a sufrir inestabilidad emocional. A los niños hay que dejarles ser niños, que corran, que se manchen, que tomen ellos mismos decisiones aunque sean equivocadas. Solo así, aprenderán y madurarán», explica García.
Hay veces que los padres están tan preocupados de que todo salga bien que olvidan lo realmente importante: la infancia es una época decisiva en la vida de las personas, es cuando se forja el carácter y lo que ahí ocurra, tendrá una repercusión vital en su futuro.
Se debe apostar por el equilibrio, ni ser sobreprotectores ni estar excesivamente ausentes. Un estilo educativo sano que fomente que el pequeño pueda sentirse maduro e independiente.
Cómo frenar la actitud sobreprotectora
Nuria García Alonso, psicóloga infantojuvenil y directora de Ayudarte Estudio de Psicología, reflexiona sobre cómo los padres pueden frenar una actitud sobreprotectora hacia sus hijos.
1. Dejemos a los niños ser niños:
Una actitud sobreprotectora puede provocar la frustración de los pequeños cuando algo nos sale como debería. Están tan acostumbrados a que sus padres sean quienes hagan todo, que se vuelven impacientes y caprichosos. Adoptan una actitud desagradecida y tirana que les impide disfrutar de los pequeños méritos y de los ratos de aventuras. Hay que dejar que experimenten, se equivoquen e incluso se aburran. El aburrimiento es fundamental en la niñez, es la forma en la que desarrollarán su creatividad, su ingenio.
2. Hagámosles sentir útiles:
Cuando los padres solucionan todo, esta actitud provocará en los niños que en el futuro les resulte muy difícil tomar decisiones, incluso se sientan incapaces de hacer las cosas bien si no hay otra persona a su lado, lo que repercutirá en su autoestima y les puede abocar hacia relaciones de dependencia y sumisión. No son capaces de vivir sin tener al lado a alguien que lleve el timón de su vida.
Por eso, explica esta profesional, «hay que tratar de estimular las reacciones en los pequeños. Que sean ellos mismos quienes se sientan capaces de tomar una decisión, de tener su propia autonomía. Hacerles sentir independientes y válidos a la hora emprender nuevos retos». Además, añade, «no debemos olvidar el reconocimiento hacia sus actos. Si celebramos sus victorias desarrollarán dentro de ellos una actitud de superación que hará que sigan mejorando y por lo tanto, madurando».
3. Dejarles sentir libremente sus emociones:
Tratar de impedir que los niños no sientan emociones negativas sólo será perjudicial, ya que las emociones necesitan de equilibrio para que, incluso las buenas, puedan disfrutarse de verdad. «¿Cómo va a sentir tu pequeño felicidad si no sabe lo que es la tristeza?¿Cómo va a sentir valor si no sabe lo que es el miedo? O incluso alegría, si nunca ha experimentado el fracaso. Las emociones positivas son importantes, al igual que las negativas. Solo una combinación de ambas ayudará a criar un hijo emocionalmente fuerte», sugiere García Alonso.
4. Que estudien solos:
Hay padres que están siempre estudiando con sus hijos, incluso hay quienes les hacen las tareas creyendo que eso será beneficioso para que puedan obtener buenos resultados académicos. «Es normal ayudar a tu hijo a estudiar, pero cuando eso se convierte en una rutina, el niño no sabrá hacerlo solo, lo que le traerá problemas en el futuro cuando esos padres dejen de estar a su lado para estudiar», apunta esta profesional. De hecho, «los padres deben de ayudar en las técnicas de estudio de su hijo, favorecerlas, pero no estudiar con ellos ni mucho menos hacer sus deberes. Eso solo provocará un retroceso en su aprendizaje».
El tiempo que dediques al pequeño será vital. Hay que tratar de fomentar un tiempo de calidad, en el que la actitud sume y no reste. Todos los padres educan desde el convencimiento de que lo están haciendo bien y el amor. Sin embargo, es importante pararse a pensar si se podría mejorar algún aspecto, como puede ser la sobreprotección o la hiperpaternidad. Cualquier día puede ser bueno para mirar dentro de la unidad familiar con ojos críticos. La sociedad necesita adultos autónomos y emocionalmente fuertes y eso solo se logra trabajando desde la infancia.
ABC, Lunes 14 de mayo de 2018
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