MARTA PALOMO
El lado oscuro del edulcorante artificial
Entonces, ¿en qué quedamos?
Seamos sinceros: las bebidas dulces nos gustan más. Ya sean frías o
calientes, zumos o cafés, refrescos o infusiones. "El sabor azucarado es
agradable para el paladar humano, y una manera de paliar situaciones de
estrés o desánimo, por el placer que genera", sentencia la
dietista-nutricionista Nuria Guillén.
Entonces, a menudo y por la mala fama del azúcar, recurrimos a
versiones edulcoradas. Casi el mismo sabor y menos calorías. “El azúcar
lleva cuatro calorías por gramo y los edulcorantes artificiales
ninguna”, afirma Alba Andreu, dietista y nutricionista del Hospital Clínic de Barcelona.
Es cierto, pero también que investigaciones recientes apuntan a que
quizás, al pedir la bebida con sacarina, le está usted haciendo un flaco
favor a su dieta, al microbioma (conjunto de microorganismos) de su
estómago y, de paso, alimentando sus posibilidades de desarrollar
obesidad y diabetes.
Mientras que la obesidad alcanza proporciones de epidemia en muchas
partes del planeta, se sabe que su solución es, simple y llanamente, el
control del peso. “Cuando uno quiere adelgazar lo que se aconseja es
restricción calórica, ingestas menores a las que habitualmente se
consumen y aumento de la actividad física”,
recomienda Andreu. Según la dietista, nunca se debe sustituir el
consumo de agua por el de bebidas edulcoradas y, sin duda, ”cuando hay
problemas de obesidad y diabetes se debe primar el consumo de
edulcorantes artificiales sobre el azúcar”, asegura.
Alberto Lana, investigador en la Facultad de Medicina y Ciencias de
la Salud de la Universidad de Oviedo y perteneciente también a la
Universidad Autónoma de Madrid, es el primer autor de un artículo
que asocia el consumo de bebidas con sacarosa con biomarcadores de
obesidad y diabetes tipo 2. “Es un tema controvertido, pero la
investigación independiente ha demostrado que el consumo de refrescos
azucarados, por pura lógica, aumenta el riesgo de obesidad, sobrepeso y
diabetes tipo 2 y, por lo tanto, probablemente, de cualquier enfermedad
cardiometabólica”, explica Lana. En dicho estudio, el científico y sus
colegas observaron cómo la ingesta de estos jugos (refrescos y zumos)
aumentaban los niveles de insulina (la hormona que regula la captación
de la glucosa en sangre) y de leptina (la que regula el apetito, entre
otras funciones), ambas asociadas con la obesidad. Primer dilema
resuelto: en cuestiones de sobrepeso, mucho mejor la sustancia
sintética.
El lado oscuro del edulcorante artificial
El pasado otoño, la prestigiosa revista Nature
publicaba un estudio con resultados como mínimo inesperados.
Investigadores de Instituto Weizmann de Rehovot (Israel) demostraron en
ratones que tres edulcorantes artificiales, utilizados de manera
habitual en bebidas y alimentos (sacarina, aspartamo y sucralosa),
modificaban las bacterias de la flora intestinal, provocando que los
roedores generaran intolerancia a la glucosa, un primer paso en el
desarrollo de obesidad y diabetes.
Esta misma investigación también aportaba indicios contundentes, y a
la vez discutibles, sobre que lo mismo puede estar pasando en humanos.
“Los edulcorantes artificiales fueron introducidos en nuestra dieta con
la intención de reducir la ingesta de calorías y normalizar los niveles
de glucosa en sangre sin que el sabor ‘dulce’ se viera comprometido",
escriben los científicos en su artículo: "Nuestros resultados sugieren
que los edulcorantes artificiales quizás contribuyen de manera directa a
la epidemia contra la que en teoría deberían lidiar”.
El artículo no está libre de polémica ni críticas, muchas de ellas
sobre las conclusiones en humanos, que se contradicen con otros
estudios. Por ejemplo, en este trabajo de Nature se analizaron 381 individuos no diabéticos y los científicos encontraron correlación entre el consumo de bebidas light y un incremento en el peso de estas personas. Esta relación también se demostró en un estudio con 66.118 francesas. En cambio, otro trabajo científico, con miles de participantes, no encontró vínculo alguno entre lo light y el sobrepeso. Tampoco el elaborado por Alberto Lana. Un producto se considera light, según la normativa europea, cuando tiene un homólogo no light
en el mercado y una reducción del 30% o más de alguno de sus
nutrientes. En el caso de las bebidas azucaradas, esta se consigue con
edulcorantes no calóricos, como la sacarina.
Entonces, ¿en qué quedamos?
Por un lado, los estudios no son exactamente iguales y tienen
diferencias metodológicas que hacen que los resultados sean distintos.
Por otro, las investigaciones que cuentan con tamaña cantidad de
personas, los epidemiológicos, demuestran asociación pero no
necesariamente relación causal entre dos hechos.
En su despacho del Hospital Clínic, Alba Andreu subraya que en la
obesidad hay muchos factores en juego y que difícilmente un estudio los
contemplará todos. “Que un trabajo asocie el consumo de bebidas
edulcoradas con un aumento de peso tiene muchas posibles explicaciones.
Por ejemplo, puede ser que las personas que tomen este tipo de bebidas
ya tengan un sobrepeso de partida, o también que sigan dietas muy
desequilibradas y ricas en grasas y opten por la sacarina para
compensar”, reflexiona Andreu. Que levante la mano quien no se haya
pedido un café, "con sacarina, por favor", tras un grasiento atracón.
De todos modos, las investigaciones sobre los productos light
han hecho poco más que empezar. Ya veremos lo que la ciencia nos
depara. “El estudio de si las bebidas edulcoradas, como los azucarados,
están asociados a obesidad y diabetes todavía está en fases muy
preliminares", concluye Alberto Lana. Mientras tanto, nos queda la
recomendación de la OMS,
que sugiere no superar los 25 gramos de azúcar al día (un envase
individual de zumo de naranja industrial, por ejemplo, tiene 11,2
gramos). Y la de la FDA,
que insta a no consumir más de 15 miligramos de sacarina por jornada y
kilo de peso corporal (el límite de una persona de 70 kilogramos es de
1.050 miligramos; y una pastilla tiene 11,2). Así que no queda otra: hay
que tirar de calculadora.
EL PAÍS, 21/01/2015
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