MIGUEL AYUSO
El bisfenol A (más conocido como BPA, por sus siglas en inglés) es un
producto químico utilizado para fabricar todo tipo de envases de
plástico. Está presente en latas y paquetes de alimentos o bebidas,
recibos de compras o extractos bancarios, cedés… En los últimos años
numerosas instituciones médicas han alertado de los peligros que
supone la exposición continuada a este compuesto, sobre todo entre los
bebés, algo que ha llevado a que, poco a poco, se vaya prohibiendo su
uso en biberones y otros recipientes de uso pediátrico.
A medida que aumentaba la preocupación por una sustancia que, según los informes más críticos
(como los publicados por la revista científica de la American Medical
Association) puede estar asociada a la diabetes, la obesidad, la
infertilidad, el cáncer de mama o de próstata, los problemas
cardiovasculares, las alteraciones en el desarrollo neurológico y
cerebral y a los trastornos del comportamiento, los fabricantes de
plásticos han ido sustituyéndolo por compuestos alternativos. Uno de los
más extendidos es el bisfenol-S (BPS), presente en
numerosos envases que lucen la etiqueta “BPA Free”. Pero un nuevo
estudio, publicado esta semana en la prestigiosa revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), asegura que tampoco podemos fiarnos de esta alternativa considerada hasta ahora segura.
El equipo de la doctora Deborah Kurrasch,
investigadora de la Universidad de Calgary, ha descubierto que la
exposición a pequeñas cantidades tanto de BPA como de BPS produce una
disrupción de la actividad celular cerebral de los embriones del pez cebra, un modelo biológico muy usado en la investigación porque comparte el 80% de los genes con los humanos.
“En el segundo trimestre [de la gestación], las células del cerebro se especializan formando las neuronas que componen nuestro cerebro”, explica Kurrasch en la nota de presentación del estudio.
“Lo que mostramos es que en los peces cebra expuestos al BPA o al BPS
se dobla el nacimiento de neuronas prematuras y disminuye a la mitad el
de neuronas que nacen en el momento adecuado, lo que provoca problemas en la forma en que estas se conectan y forman circuitos”.
La autora del estudio asegura, además, que todo esto ha ocurrido con concentraciones bajísimas
de la sustancia: “Estamos realmente sorprendidos con los resultados. Es
una dosis muy, muy, muy pequeña. No pensaba que una dosis tan pequeña
fuera a tener ningún efecto”.
El bisfenol podría afectar al comportamiento
La
exposición al BPA incrementó el número de neuronas en los peces cebra
en un 180% y la exposición al BPS en un 240%. Esto provocó un cambio
significativo en el comportamiento de los peces al llegar a la edad
adulta: eran hiperactivos.
Además, los peces expuestos al compuesto tuvieron problemas en los receptores de andrógenos,
los encargados de regular los genes de diversas proteínas, que se
activan con la testosterona, la hormona típicamente masculina. Algunos
medios, como The Washington Post,
han especulado con la posibilidad de que esto explique por qué algunas
enfermedades asociadas a un incorrecto desarrollo neuronal, como el autismo,
están más presentes en niños que en niñas. En el estudio no se menciona
esta posibilidad, pero sus autores sí creen que la exposición a los
plásticos durante la gestación podría afectar al comportamiento de los futuros niños.
“Encontrar
un mecanismo que asocia la exposición a pequeñas dosis de bisfenol con
un desarrollo anormal del cerebro y la hiperactividad es como encontrar
una prueba irrefutable”, asegura Hamid Habibi, profesor de toxicología ambiental y coautor del estudio.
El estudio publicado esta semana en PNAS no es el único que advierte sobre los peligros del BPS. En 2013 una investigación de
la University of Texas Medical Branch en Galveston alertó de que esta
sustancia puede ser incluso más problemática que el BPA. Según el
profesor Cheryl Watson, autor de la investigación, el BPS altera la respuesta celular al estrógeno,
lo que provoca cambios en los procesos de crecimiento y muerte celular y
en la secreción de hormonas. Y, como también señala el nuevo estudio,
estos peligrosos efectos se producen a bajísimos niveles de exposición.
La
conclusión de estas investigaciones parece clara: aunque son necesarios
nuevos estudios para saber cuál es el efecto real del bisfenol sobre el
desarrollo de los bebés, hay evidencias suficientes para sugerir a las mujeres embarazadas que
se mantengan alejadas de los productos que contengan bisfenol, de
cualquier variedad. Y esto, de momento, es una tarea titánica.
Una sustancia que está en todas partes
Aunque
hasta la fecha la mayoría de estudios científicos se han centrado en
estudiar los peligros del BPA, los autores de la nueva investigación
advierten de que no podemos fiarnos de ningún compuesto estructuralmente similar, es decir, cualquiera de los bisfenoles que usan los fabricantes de plásticos.
“Muchos de los compuestos químicos alternativos no han sido adecuadamente examinados porque no tienen por qué ser examinados”, asegura Kurrasch. “Un compuesto es considerado seguro hasta que no se pruebe lo contrario”.
No es nada sencillo evitar la exposición a los bisfenoles. De hecho, un estudio de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades
(CDC, por sus siglas en inglés) aseguraba que más del 90% de los
estadounidenses tienen trazas en su organismo de BPA ,unas cifras que no
pueden ser muy distintas entre los españoles.
El BPA y el BPS no
son los únicos compuestos de este tipo que se encuentran en los
plásticos: hay bisfenoles B, C, E, F, G, M, P, PH, TMC y Z. Si nos
tomamos al pie de la letra las palabras de Kurrasch, lo mejor que
podemos hacer es evitar el contacto con cualquier
plástico de uso doméstico: botellas, envases alimenticios, papel de
film, bolsas, platos y cubertería de plástico, menaje de plástico…
Incluso las latas y el papel higiénico tienen bisfenol.
Los fabricantes de plástico no han tardado en contestar el estudio, que ha tenido una enorme repercusión mediática
en EEUU. “Los autores aseguran que sus resultados son relevantes para
los humanos, en particular para las mujeres en el segundo trimestre de
gestación”, apunta en The Washington Post Steven G. Nehtges,
del Polycarbonate/BPA Global Group. “Pero la realidad es que los
humanos están expuestos sólo a unos pequeños niveles de BPA a través de
la dieta, y es bien conocido que los humanos convierten el BPA en una
sustancia sin actividad biológica conocida, que se elimina enseguida del
cuerpo. Aunque los autores atribuyen una gran importancia a sus
resultados, no es científicamente apropiado aventurar ninguna conclusión
para la salud humana basándose en un estudio limitado”.
El tiempo
dirá quién tiene razón, pero si siguen apareciendo estudios como este
los fabricantes de plásticos van a vivir tiempos difíciles.
EL CONFIDENCIAL, Viernes 16 de enero de 2015
Comentarios
Publicar un comentario