La carga de violencia que tienen muchas animaciones infantiles es
similar a la de cintas no recomendadas para menores. Esto afirma un
estudio realizado por investigadores canadienses y británicos. La
tragedia de la madre de Bambi es una más de la lista: los padres del
protagonista tienen muchas papeletas para morir durante los primeros
minutos de la película.
Los niños de los 90 tienen grabada en la memoria la espalda de Mufasa
precipitándose hacia el abismo para ser arrollado por una estampida de
ñus, después de ser traicionado por su propio hermano, en El Rey León.
Y, peor aún, la cara de Simba nada más quedarse huérfano. Varias
generaciones han crecido con la lección magistral de perversidad y
horror que nos regalaba este Hamlet zoológico.
Un estudio
realizado por investigadores canadienses y británicos asegura que la
violencia a la que se exponen los niños cuando ven largometrajes de
dibujos animados es similar a la que contienen muchas cintas
clasificadas para adultos. El trabajo ha sido publicado en el número
especial de Navidad de la revista British Medical Journal, en
la que se recogen investigaciones de cuestionable interés científico,
pero llevadas a cabo con pulcritud metodológica y mucho sentido del
humor.
"En lugar de ser alternativas inocuas a las películas
típicas de drama o de terror, las películas de dibujos animados están
llenas de muerte y destrucción", afirman los investigadores de la
Universidad de Ottawa (Canadá) y el Colegio Universitario de Londres
(Reino Unido).
Los autores apuntan que los niños pequeños, de entre dos y cinco
años, consumen productos audiovisuales unas 32 horas a la semana y que,
normalmente, ven lo mismo una y otra vez “exponiéndose repetidamente a
la violencia, lo que puede ser traumático para ellos”.
La vida de
un personaje de dibujos animados es arriesgada. Según este trabajo,
tienen más del doble de probabilidades de morir y el triple de ser
asesinados que uno de carne y hueso. Además, “en dos tercios de las
cintas infantiles muere algún personaje importante; sin embargo, en el
cine para adultos esto solo pasa en la mitad de las películas”.
Los padres mueren los primeros
Hay
muertes que ocurren muy al principio, sin que dé tiempo a cogerle
cariño al finado. Algunas de las más notables, según los autores, son la
madre de Nemo –en Buscando a Nemo–, que es comida por una
barracuda a los cuatro minutos de empezar la película; el mismo tiempo
que tarda un leopardo en asesinar a los padres de Tarzán. Y en El mayordomo, el padre de Cecil Gaines es asesinado delante de su hijo a los seis minutos de empezar.
Los padres de los protagonistas tienen cinco veces más probabilidades
de morir en el cine de animación. Para percatarse de eso no hacía falta
un estudio; de hecho, este verano una periodista de The Atlantic se preguntaba en un artículo por qué en los dibujos hay tantas madres muertas,
y recordaba la teoría de algunos psicólogos según los cuales este
recurso narrativo representa el paso a la madurez del protagonista.
Pero
los creadores de fantasías infantiles no solo son aficionados a acabar
con los progenitores. Los datos indican que el fallecimiento de los
enemigos y los niños también es más frecuente en los dibujos, mientras
que en las películas para adultos es el personaje principal el que se
lleva este honor.
Tiroteos, apuñalamientos y maltrato animal
Los
dibujos animados cumplen cierta función didáctica: enseñan la
importancia de la amistad, de la belleza interior y de la seguridad en
uno mismo. Podría esperarse que entre sus objetivos estuviera
familiarizar al niño con la muerte de la manera menos abrupta. Hasta que
nos acordamos del sonido de la escopeta sobre un desolador paisaje
nevado en el que Bambi pregunta “¿mami?”. Esta escena, que le pondría
los pelos de punta a Maléfica, es solo una más de una trágica lista.
Según el estudio, el cine de animación está lleno de muertes terribles. “Hay tiroteos en Peter Pan y Pocahontas, apuñalamientos en La Bella Durmiente y en La Sirenita y maltrato animal en Bichos, Los Croods, Cómo entrenar a tu dragón, Buscando a Nemo y Tarzán”.
En
la investigación se analizaron las 45 películas de dibujos animados más
exitosas –con protagonistas humanos o animales– desde 1937, año en el
que se estrenó Blancanieves, hasta el lanzamiento de Frozen,
en 2013. Cada una de ellas se comparó con las dos películas más
taquilleras con las que compartió cartelera. La muestra incluye
películas de terror como El exorcismo de Emily Rose y Lo que la verdad esconde, y thrillers como Pulp Fiction y Cisne negro.
Desde Blancanieves
las cosas no han cambiado demasiado. Los investigadores aseguran que el
nivel de violencia sigue siendo el mismo desde que en 1937 la malvada
madrastra fue alcanzada por un rayo, tirada por un precipicio y
aplastada por una roca mientras la perseguían siete vengativos hombres
con acondroplasia. Una imagen para recordar cuando suene el mantra de
que los dibujos animados son cada vez más violentos.
Referencia bibliográfica:
Ian
Colman, James Kirkbride: "CARTOONS KILL: casualties in animated
recreationaltheater in an objective observational new study of
kids’introduction to loss of life". British Medical Journal
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