A.LÓPEZ
Es muy posible que te hayas encontrado ante la misma dificultad muchas veces: tus hijos no quieren comer verduras y siempre desean comer pizzas y hamburguesas. Sin embargo, sabes que es una de las comidas más importantes y tanto ellos como tú debéis comerlas casi a diario. Ingerirlas es ganar en salud y es recomendable tomar al menos 400 gramos diarios.
Las verduras son ricas en fibra y aportan vitaminas, agua y minerales específicos a nuestro organismo. Contienen antioxidantes que nos protegen de enfermedades cardiovasculares y relacionadas con la degeneración del sistema nervioso y carecen de grasas, lo que se traduce en menos colesterol y triglicéridos en sangre. Su alto contenido en potasio ayuda a eliminar el exceso de líquidos. Hay mucha variedad, por lo que no tienen por qué aburrirse cuando se las pongas en cualquiera de las comidas.
Muchos niños las odian pero es posible hacer que cambien de opinión. Continuar ofreciéndoselas, incluso si tu hijo se niega al principio, es la forma más eficaz de conseguir incluirlas en la dieta, según asegura un estudio realizado por la Universidad de Loughborough en Reino Unido publicado en 'Nutrition Reports'. La incorporación de verduras en las comidas como acompañamiento diario de los niños también los anima a darles una oportunidad.
La autora del estudio, la doctora Emma Haycraft, dice que "es posible que puedas sentir que ellos odian la verdura y que jamás la comerán, pero los gustos siempre cambian. El estímulo suave para tratar la aversión a un alimento determinado es importante para ayudarlos a aprender a disfrutar de nuevos sabores".
Siete estudios
Los investigadores revisaron numerosos estudios anteriores que analizaban los diferentes métodos que alentan a los niños a comer más frutas y verduras. Siete de estos documentos examinaron la efectividad de la insistencia repetida a los más pequeños sobre la ingesta de comer "verde". Una de estas investigaciones incluía a 135 familias de Leicestershire a las que se les pidió que ofrecieran a sus hijos una verdura cruda que no les gustara como merienda todos los días durante dos semanas.
Los resultados revelaron que el método más exitoso para conseguirlo fervientemente es que mínimo una de las comidas diarias del alevín contenga verduras e insistir en que se las coman aunque no estén interesados desde el principio. Los investigadores añaden que no pasa nada si este proceso dura meses, la perseverancia es la forma más eficaz de que finalmente se incluyan estos alimentos en la dieta.
Haycraft anima a los padres: "No os rindáis. Ser perseverante es importante, pero no presionéis. No comí aceitunas hasta que no tuve 27 años. Puede parecer que nunca van a querer comerlos, pero las personas y los gustos cambian. Convencerlos poco a poco es importante para ayudarlos a que aprender a disfrutar de nuevos sabores. Los niños pequeños pueden ser más susceptibles a cambiar sus hábitos de comportamiento antes de que se hayan vuelto muy arraigados".
Alison Baines tiene 40 años y es una madre que participó en el estudio en un intento de convencer a su hija de tres años de que comiera tomates: "Ella no mostró ningún interés al principio y nunca los había comido, quizá en algún puré cuando era bebé. Pero después de un mes ofreciéndoselos cada día por fin empezó a aceptarlos como parte natural de su cena y hoy en día le encantan".
Otras recomendaciones
Puedes utilizar recompensas o pegatinas para que sea más eficaz, añade la investigación. Toda la familia debe comer lo mismo. En muchas ocasiones los niños imitan lo que hacen los padres por lo que si ellos ven que los más mayores lo comen y disfrutan comiendo estos alimentos, ellos también lo acabarán haciendo. Otra de las autoras del estudio, Clare Holley, comenta que "comer los mismos alimentos tiene la ventaja añadida de que la dieta de los padres también es más saludable".
Los estudios han demostrado que el consumo de fruta y verdura en la dieta es importante para reducir la ingesta de calorías en los niños y así reducir la obesidad. Especialmente en los meses de verano es esencial que los más pequeños tengan una correcta alimentación. Deben hacer comidas más ligeras y menos abundantes, ricas en agua y líquidos para que soporten mejor las altas temperaturas.
"Hay una evidencia reciente de la Organización Mundial de la Salud que afirma que el bajo consumo de estos alimentos es uno de los cinco factores de riesgo conductuales y dietéticos principales para el desarrollo de cáncer, por lo que comerlos es esencial para la salud de todos", comenta Haycraft. A pesar de las 5 piezas al día que se recomiendan la mayoría de las investigaciones, un estudio del 'International Journal of Epidemiology' determinó que aumentar el consumo de frutas y verduras a diez porciones (800 g) al día reduciría aún más el riesgo a padecer cáncer, enfermedades cardiovasculares y muerte prematura.
EL CONFIDENCIAL, Lunes 19 de junio de 2017
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