JAVIER MACÍAS
En estos días hemos visto en diferentes blogs y medios de comunicación la noticia del alarmante aumento de los casos de sarampión en Italia, la mayor parte de ellos en personas no vacunadas. Concretamente, en Italia se han informado 2719 casos de esta enfermedad prevenible hasta el 28 de Mayo; de estos el 89 % de los casos han ocurrido en pacientes no vacunados, y un 6 % más en personas que solo habían recibido una dosis de la vacuna (se recomiendan dos). Solo en la segunda quincena del mes de mayo se han recogido 324 casos nuevos. Lo más grave es que un 30 % de los casos han sufrido alguna complicación y cuatro de cada 10 han necesitado hospitalización. En otros países como Rumanía, desde Febrero de 2016 llevan más de 3000 casos nuevos con 17 muertes atribuibles a la enfermedad.
El sarampión es una enfermedad vírica muy contagiosa que se transmite de persona a persona a través de las pequeñas gotas de las secreciones respiratorias. Sus síntomas son la fiebre elevada, tos irritativa, ojos rojos y una erupción cutánea característica.
Existe una creencia bastante extendida de que es una enfermedad benigna, pero no es así; presenta complicaciones con mucha frecuencia como otitis, neumonía, o la más grave, encefalitis por sarampión, que se da en uno de cada 1000 pacientes y puede causar secuelas muy graves.
Otra complicación grave es la llamada panencefalitis esclerosante subaguda que se da en uno de cada 100.000 pacientes; es un trastorno cerebral progresivo y mortal que aparece muchos años después de la infección por el virus.
¿Cómo se puede prevenir?
Como vemos, es una infección que no tiene nada de benigna y para la que contamos con un instrumento de prevención altamente eficaz y seguro, la VACUNACIÓN.
La vacuna se comercializa en una forma combinada con las de rubeola y parotiditis. Es una vacuna incluida en los calendarios de vacunación de todas las Comunidades Autónomas en España. Y desde la Asociación Española de Pediatría se recomienda la administración de dos dosis, una a los 12 meses y otra de recuerdo entre los 2 y los 4 años de vida.
Es una vacuna de virus vivos atenuados que ha demostrado una alta eficacia con reacciones adversas poco frecuentes y leves, siendo la más frecuente la fiebre que puede aparecer entre 5 y 15 días después de la vacunación.
La eficacia está plenamente demostrada; desde que se introdujo la vacunación, los casos de la enfermedad en el mundo han disminuido en un 95-99%, y en el periodo 2000 a 2012 los casos han disminuido en un 77 % y la letalidad en un 78 %.
Y todo esto con un dato a añadir; al ser una enfermedad que solo se transmite de persona a persona y tener una vacuna con una eficacia muy elevada, sería una enfermedad que es posible erradicar, como se consiguió con la viruela, oficialmente erradicada desde 1980.
¿Por qué siguen apareciendo casos?
La causa principal, sin lugar a dudas, es la existencia de bolsas de población que bien porque no tienen acceso a la vacuna o, lo que es mucho más desalentador, porque no quieren, no se vacunan.
La cada vez más extendida moda de no vacunar, por razones que van en contra de todo lo que la ciencia nos afirma, es la causa principal del repunte del sarampión en el mundo desarrollado.
Existen muchas razones pseudocientíficas que esgrimen estos grupos. Aquí me voy a centrar solo en una, la inexistente relación entre vacunas y autismo.
Este bulo proviene de un artículo publicado en la prestigiosa revista The Lancet en 1998. En este artículo, Andrew Wakefield, afirmaba haber encontrado relación entre una forma de enfermedad intestinal, el autismo y la vacuna triple vírica (sarampión, rubeola y parotiditis). El artículo causó gran alarma social y encontró eco en numerosos medios de comunicación.
Sin embargo, investigaciones posteriores demostraron que este artículo era un fraude. El estudio, realizado solo con 12 niños, se había hecho sin la preceptiva autorización del comité de ética del hospital, los padres de los niños habían sido reclutados por un abogado que preparaba una demanda contra los fabricantes de la vacuna y el propio Dr. Wakefield se había embolsado una cifra nada despreciable de libras por este trabajo. También se mostró que existían discrepancias entre los datos publicados en el estudio de Wakefield y los datos registrados en las historias clínicas del hospital, y que se había sometido a los niños a procedimientos inaceptables desde el punto de vista ético.
Todo esto hizo que, ante la abrumadora evidencia de fraude, "The Lancet", retirara este artículo, publicando esta rectificación:
"Queremos dejar claro que en este artículo no se estableció una relación causal entre la vacuna y el autismo, siendo los datos insuficientes. Sin embargo, la posibilidad de ese vínculo se esparció, y los eventos consecuentes han tenido importantes repercusiones en la salud pública. En vista de esto, consideramos que este es el momento apropiado para retirar formalmente la interpretación dada a estas conclusiones en el documento, de acuerdo con los precedentes”.
Además, el Consejo general de Médicos del Reino Unido, retiró la licencia de Wakefield para ejercer la profesión.
La consecuencia positiva es que la vacuna triple vírica es una de las más estudiadas, sin encontrar nunca ningún atisbo de que pueda causar efectos secundarios graves. Como muestra, valga este artículo publicado por “The Journal of The American Medical Association” con una muestra de más de 95000 niños en el que se descarta cualquier asociación con el autismo; sus conclusiones, traducidas, son estas:
“En esta gran muestra de niños con seguro privado y hermanos mayores, la administración de la vacuna triple vírica, no se asoció con un mayor riesgo de Trastorno del Espectro Autista (TEA), independientemente de si los hermanos mayores tenían TEA. Estos hallazgos indican que no hay asociación perjudicial entre la administración de la vacuna Triple Vírica y el TEA, incluso entre los niños que ya tienen un mayor riesgo de padecer TEA.”
Como final, con permiso de su autor, os dejo con este vídeo elaborado porIgnacio López-Goñi, microbiólogo y editor del blog MicroBIO, referencia para quien esté interesado en estos temas, en el que de forma sencilla y a la vez rigurosa, explica por qué las vacunas funcionan.
EL PAÍS, Miércoles 7 de junio de 2017
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