MÓNICA SETIÉN
Alberto Jiménez y Ángel Terrón son psicólogos especialistas en transtornos de aprendizaje, pero también tratan todo tipo de niños. En su experiencia con el trato en colegios se han percatado que los niños actuales tienen problemas nuevos, que el sistema educativo no ayuda en muchos casos a fomentar habilidades y que las redes sociales, a veces, no ayudan a sociabilizar...
Terrón explica que «nos encontramos en un punto en el que queremos que los chavales estén cada vez mas preparados, con más temario, que realicen exámenes más complicados, las revalidas... Y todo esto no ayuda. Lo que de verdad ayudaría es que reformáramos la metodología de enseñanza».
Jiménez apunta que «estamos avanzando mucho en tema de medidas pero no en tema metodológico. La actual manera de impartir las clases, utilizando la lección magistral, lo único que consigue es que los chicos estén conectando y desconectando a lo largo de toda la hora y, al final, salen del aula con un aprovechamiento del 30% de lo impartido». Y este experto continúa añadiendo «Si esto pasa con alumnos sin problemas, no quiero contar lo que sucede con pequeños que sufren TDAH: cuando desconectan les cuesta horrores volver a prestar atención».
Para estos dos psicólogos sería muy importante trabajar la motivación: «Esto no se trabaja en el aula, y al final, es lo que mueve a los niños. Nos encontramos con que los pequeños, en clase de asignaturas importantes, no están motivados y sacan muy malos resultados, y, sin embargo, en extraescolares se convierten en verdaderos «cracks». Esto está muy bien para su autoestima pero nada más». Los expertos se lamentan afirmando que «te das cuenta de que habría posibilidad de tener a los chicos motivados en el aulas»
«Por otra parte, —continúa Jiménez— cada vez se hace más necesario trabajar con ellos habilidades como la autoestima, el control de las emociones... porque son contenidos transversales. No hay que limitarse al ámbito académico. Siempre lo decimos: ser buenos estudiantes no va a determinar tener éxito personal, ni éxito laboral. Hay que potenciar la autoestima, trabajar la frustración... la educación hoy en día adolece de esta carencia».
En este sentido, Terrón añade que «hace poco leía un artículo en el que afirmaba que la competencia más importante a desarrollar en un chico cuando acaba sus estudios es la comunicación, porque puede ser que a largo de los años escolares nunca me hayan hecho un examen oral, que todos hayan sido escritos. Y, de repente, se tienen que enfrentar a una entrevista de trabajo para financiar mis estudios ¿Qué es lo importante en una entrevista de trabajo? Saber hablar. El entrevistador lo que evalúa es la comunicación. Y una inmensa mayoría de estudiantes no saben expresarse».
Su compañero apostilla que «los adolescentes de ahora no hablan porque necesitan la aprobación de los demás para todas sus acciones, tienen miedo a hacer el ridículo... pero luego, si te das cuenta, en redes sociales, te pueden soltar grandes parrafadas y se destapan».
Autoestima por los suelos
Los psicólogos afirman que los jóvenes de hoy «tienen baja autoestima porque solo nos fijamos en sus resultados en el entorno académico y esto, los niños lo extrapolan a todos los ámbitos de su vida. Si no se ven buenos en los estudios, no se ven buenos en nada. Esto, en el ámbito que nosotros trabajamos, es la clave de porque los chavales tienen baja opinión de sí mismos. Por eso damos mucha importancia a trabajar una parte a nivel académico porque cuando se dan cuenta de que son competentes en los estudios, empiezan a evolucionar a nivel autoestima».
Los expertos continúan afirmando que «estamos ante la generación más insegura y menos preparada. Y todo porque se está equiparando preparación y contenido. Los profesores creen que si dan ocho temas durante el año, el chaval va a estar más preparado, y a lo mejor la solución sería dar cuatro temas y tener la constancia de que los han procesado, no que sólo los han memorizado».
Alberto Jiménez puntualiza que el problema de autoestima no es solo un asunto del colegio. «Muchas veces viene dado por las expectativas que los padres ponen en ellos. Quieren que sus hijos cumplan una serie de exigencias, e intentan modificarles para que sean como ellos esperan. Los niños lo que hacen es actuar, cara a la galería, tal y como los padres quieren, o, lo que es peor, como espera la sociedad. Esto daña enormemente la autoestima porque acaban por creer que nunca están a la altura» «Y esto sin contar con las redes sociales. En alguna ocasión hemos tratado a chicos absolutamente hundidos porque la foto que habían subido a Instagram no había tenido los "likes" que esperaban».
«En cualquier caso, —finaliza el psicólogo— la autoestima es demasiado compleja como para reducirla a uno o dos factores».
ABC, Jueves 22 de junio de 2017
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