Sandi Mann, psicóloga estudiosa del aburrimiento
Tengo 48 años. Soy de Manchester. Soy profesora de Psicología en la Universidad Central de Lancashire (Reino Unido). Tengo tres hijos de 17, 15 y 9 años. ¿ Política? La política local es la única que me interesa. Soy judía practicante. ¡No robes a tus hijos la experiencia de aburrirse!
¿Estudia el aburrimiento?
Sí. Es una emoción humana muy valiosa.
¿Valiosa? ¿Qué interés tiene el aburrimiento?
Hizo el primer fuego alguien que estaba aburrido. La humanidad progresó gracias al aburrimiento. Espoleó la evolución. Sin aburrimiento, no estarías aquí.
Yo creo que aburrirse es lo peor.
Lo peor es no poder aburrirse.
¿Qué gracia tiene aburrirse?
Alimenta la curiosidad, puede engendrar arte, ciencia, conocimiento, descubrimientos.
¿Cómo es eso?
El cerebro que se aburre espabila para salir del aburrimiento: se obliga a hacer algo distinto, excitante. El aburrimiento es fértil.
¿Como un abono?
Del aburrimiento brotan flores nuevas, sí. Deploro que hayamos declarado la guerra al aburrimiento, eso lo pagaremos.
¿Con qué consecuencias?
Pérdida de creatividad, rutinas, uniformización. Programamos actividades para no aburrirnos, y así castramos la ocasión de improvisar algo novedoso.
¿Es grave?
Es grave que a los niños les robemos el aburrimiento.
¿Lo hacemos?
Los hiperestimulamos para que no se aburran. ¡Pobres! Llenamos su día con escuela, actividades extraescolares, pantallas, videojuegos, estímulos... ¡Que no se aburran!
¿Acaso deja usted aburrirse a sus hijos?
Procuro dejarlos sin estímulos artificiales y cuando se quejan: “Mamá, me aburro”, yo les digo: “Abúrrete un poco más”.
Qué cruel.
Aprenden que aburrirse no es tan trágico. ¿Nunca te aburriste siendo niño?
Sí.
¿Y qué hacías?
Tebeos, juegos con hermanos, escapadas, rogar permiso para ver la tele...
Y soñabas despierto: enriquecías tu espíritu. A nuestros hijos los empobrecemos al evitarles el aburrimiento. ¿Qué pasa si el niño dice “mamá, tengo hambre”?
Le damos de comer.
¡Mal, si aún no es la hora! No morirá si espera un poco, ni si se aburre un poco. ¡No robes al chaval la experiencia de aburrirse!
¿Qué le aburre a usted?
Las reuniones.
¿Y las evita?
A veces no puedo, y de eso vive la industria de las chucherías y el café. Si se aburre, el cerebro agradece estímulos... a veces tóxicos.
¡Aburrirse es peligroso, ya lo ve!
El cerebro prefiere el dolor al aburrimiento: hay drogadictos y asesinos por aburrimiento. El aburrimiento empuja a buscar estímulos: intenta que no sean destructivos.
¿Hay personas más propensas a aburrirse que otras?
Sí, hay personas que se aburren rápido. Yo ya estoy entrenada por el sabbat.
¿El sábado judío?
No podemos hacer nada, hay que parar. ¡Qué desintoxicante es eso para el cerebro!
¿Qué terapia me receta?
Cada día, cinco minutos sin hacer nada. ¡Nada! Y a ver qué pasa. Cuando conduzco una hora, no me pongo la radio. Así obligo a mi mente a vagar. O camino sin música.
Cuando me ducho, me vienen ideas.
Porque su cerebro no tiene nada que hacer, dado que tiene automatizada una rutina bajo la ducha. Así liberado, su cerebro evita aburrirse y se entretiene ligando ideas.
Me ha convencido: me daré pausas.
Se lo resumo: tan perjudicial es un exceso de aburrimiento como su ausencia total.
¿Cuál es el saludable término medio?
Piérdale el miedo al aburrimiento, abrácelo en su provecho. Aburrirse bien es un arte. Todas las emociones tienen un propósito, y el del aburrimiento está claro: te invita a la curiosidad, la motivación y el compromiso.
¿Qué diría a quien jamás se aburre?
¡Vigila! No te enorgullezcas: el aburrimiento es una emoción que paladear, la oportunidad para algo bueno.
¿Qué persona es la más aburrida que ha conocido?
Peter Willis, el hombre más aburrido de Gran Bretaña, donde existe un Club de Hombres Aburridos. Le interesa sólo una cosa: las rotondas.
¿Hay diferencia entre hombres y mujeres, para salir del aburrimiento?
Ante la emoción del aburrimiento, ellas propenden más a oponerle la multitarea, y ellos más al hobby obsesivo.
Yo no querría aburrir jamás a nadie.
Pero, ¡alto!, nadie tiene derecho a esperar de nadie que le divierta... No seas tan ambicioso en eso. Bajemos nuestras expectativas de diversión, y así nos resultará más fácil que cualquier cosita nos alegre la vida.
¿A la felicidad por el aburrimiento?
Puede ser una invitación a la felicidad. La infelicidad deriva de desconectarse de la vida, de no verle sentido. Si estás aburrido, pregúntate por qué estás haciendo con tu vida lo que estés haciendo... ¡Y dale un sentido!
¿Y si no se lo encuentro?
Mira a los demás. Porque nada insufla más sentido que sentirte útil para otros.
El arte de aburrirse
La vida sería muy aburrida si no pasara nada. Pero un poco de aburrimiento estimula la sed de vivir. Lo aprendo de Sandi Mann, psicóloga que un día decidió estudiar una emoción de la que huimos como de la peste: el aburrimiento. Sostiene que aburrirse puede ser un catalizador para el humor, la diversión, la reflexión, la creatividad y la inspiración. Concédete permiso para aburrirte un poco cada día. Frena la adicción al estímulo constante, adiéstrate en el sibarítico arte de aburrirte. Mann lo explica en El arte de saber aburrirse (Plataforma), libro que incluye un test para saber cuán aburrido estás, cuán aburrido eres y cuál es tu nivel de tolerancia al aburrimiento.
LA VANGUARDIA, Jueves 22 de junio de 2017
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