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Crianza, extraescolares y maltrato infantil

JESÚS MARTÍNEZ ÁLVAREZ
El Médico de mi Hij@
A día de hoy, intentar escribir sobre crianza supone un grave riesgo para la salud de uno mismo. Supone un ejercicio de empatía, navegar entre dos aguas, no embarrarse y sobre todo no empezar pisando charcos que no son de uno.
Leer sobre crianza en las redes sociales para preparar este artículo supone de sopetón toparse con posturas muy radicales, muy extremas y muy... yo diría... excesivamente seguras de cómo se deben hacer las cosas cuando un hijo viene al mundo. Yo no estoy tan seguro. Si además eres hombre, de una cierta edad y pediatra, probablemente tengas ya el fenotipo del ogro dictador que enseña a bofetadas y capones, rígido en las recomendaciones e intolerante con la "modernidad", cuando no eres directamente despreciado por eso de ¿qué sabrá un hombre, o qué sabrá la pediatría de como criar a un niño?
Los pediatras nos metemos en todo lo que tenga que ver con niños, nos gusta aprender y leer lo que se publica sobre la infancia. Debo reconocer que encontrar algo coherente, alejado de idealismos que se frustrarán sí o sí en un futuro inmediato, o de radicalismos que te intentan explicar la maternidad como una burbuja fantástica temporal, es difícil.
Internet y las redes sociales están inundadas de información, de sectarismo y de borreguismo, miles de páginas que repiten una y otra vez tópicos y promueven un tipo u otro de crianza, de querer vender como única, la forma que tiene uno de criar a sus hijos, en una competencia por ser ideal, por alejarse de convencionalismos o incluso por aferrarse al amor de madre como ciencia suprema.
En estos tiempos que corren aunque sean de crisis, los males principales que nos aquejan como sociedad son siempre los excesos, las excentricidades, las obsesiones, la obesidad, los polimedicados, los avariciosos, la ansiedad... los niños perfectos, la sobreprotección.
Hay, y muy buenos, pero es difícil encontrar en la red blogs, artículos, grupos o redes que promedien sus opiniones y se alejen de extremos difícilmente defendibles. Hoy día nos hemos instalado en crear super madres y super niños que desde que nacen están sometidos a la perfección y el exceso de protección y "amor".
Desde que un niño o niña viene al mundo se le somete a la perfección, todo tiene que ser lo mejor y más correcto, avalado por gurús que se ganan la vida dando conferencias o escribiendo libros al respecto. La forma de amamantar o los tipos de tetinas para el biberón (el tetero en sudamérica, que me gusta más), cama o cuna, el fular, la mochila, el cochecito, el sistema de retención para el automóvil, escuela infantil sí o no, el mejor colegio, mochila o carrito, y por supuesto las extraescolares. Aquí hemos topado con un gran problema, en algunos casos hay lo que hay en el colegio, ¿dan taekwondo barato? pues se le apunta y se acabó, pero si el niño toca bien la pelota habrá que ir a Valdebebas o la Masía, el resto de los días inglés o chino, violín o guitarra, padel, bádminton, tenis o ajedrez, el caso es ocupar la tarde y conseguir un portento de niño, que destaque en eso que frustró la carrera de los padres, en eso que nos sacará de pobres. Las extraescolares se han convertido en la única opción que entretiene niños y a la vez da esperanzas a los padres que invierten en un nuevo ídolo de masas. ¿Donde está la calle o el patio para correr y jugar al escondite o a pelota pinchada, saltar a la comba o al pilla pilla? Ah, que hay mucha inseguridad y no se les puede dejar solos. Ah, que tenemos muchas cosas que hacer para perder la tarde cuidando niños. No, no es sólo eso, las extraescolares, insisto, es una combinación perfecta y diabólica que a todos contenta. Padres que tienen ocupados a los niños hasta la noche, profesorado que se sacan unos dineros en academias y pabellones deportivos o en horas extras, sociedad que no invierte en el cuidado real de la infancia con políticas de conciliación. ¿Pero, y las 12 horas laborales diarias de un niño?, 60 horas semanales, ¿no hay un sindicato de niños que proteste?
De vez en cuando hay que recordar que un niño no es una posesión o una inversión, es un ser libre y que nuestra función como padres y de la sociedad como tribu, es enseñarles a volar solos.
¿No estaremos hablando de otra forma de maltrato infantil?
THE HUFFINGTON POST, 03/09/2014

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