SAPOS Y PRINCESAS
Criar a un hijo siempre es una tarea complicada y dura, y en ocasiones, los niños pueden llegar a desesperarnos si no conseguimos que se comporten como es debido. De sobra sabemos que gritar y perder los nervios es muy contraproducente y nos aleja cada vez más de nuestros hijos, pero hay otras conductas a las que recurrimos constantemente que tampoco nos ayudan a conseguir nuestro objetivo y que quizá no veamos de manera tan evidente su parte negativa.
En numerosas ocasiones utilizamos expresiones y frases hechas que, sin nosotros saberlo ni darnos cuenta, pueden llegar a herir la sensibilidad de los niños. Estas son las diez cosas que nunca, bajo ningún concepto, debemos decir a nuestros hijos.
Amenazar
1. ¡Que no se entere tu padre (o tu madre)!
Cuando decimos esta frase cometemos un doble error, ya que, en primer lugar, disminuye nuestra autoridad con respecto a la otra persona y delegamos la autoridad en ella, y en segundo lugar, otorgamos un rol negativo al padre o a la madre y los hijos acaban por sentir miedo del momento en que el progenitor sepa lo que ha hecho, lo que le llevará a esconder sus actos ante él o ella.
2. ¡Te voy a...!
Los expertos coinciden en señalar que las amenazas son, en todo caso, contraproducentes y no consiguen cambiar la conducta de nuestros hijos. Lo único que se logra es infundirles miedo y temor. Además, si solo nos dedicamos a amenazar, sin tomar cartas en el asunto, a la larga perdemos credibilidad y autoridad ante ellos. Si pensamos castigarles, es mejor hacerlo, y no avisar constantemente sobre algo que nunca llega.
Compararle con otras personas
3. Eres igual que tu padre (o tu madre)
Utilizar la similitud con el otro progenitor de manera negativa no beneficiará en absoluto a la concepción que el niño tiene ni de ti, ni de la otra persona y además, se sentirá insultado cada vez que lo comparen con alguno de los dos.
4. Deberías aprender de...
Las comparaciones siempre son odiosas y son especialmente conflictivas cuando se hacen entre los propios hermanos, ya que fomentan la competitividad y los celos entre ambos y les hacen creer que son inferiores a la otra persona y que deberían cambiar su personalidad. Todos somos personas únicas e irrepetibles y debemos alentar y respetar esa individualidad.
Perpetuar los estereotipos de género
5. Los niños no lloran
Lo único que se logra con esta frase es, en primer lugar, que los niños entiendan que llorar está mal y que deben reprimir sus emociones, y en segundo lugar, poner lo masculino como un valor y lo femenino como un defecto relacionado con la debilidad. ¿Por qué los niños no pueden llorar y las niñas sí? ¿Son inferiores o más débiles quienes lloran que quienes no?
6. Las muñecas son para las niñas y los coches para los niños
Aunque no solamos decírselo a nuestros hijos con palabras, sí lo hacemos con nuestros comportamientos. Pintamos las habitaciones de los niños de color azul y la de las niñas con colores rosas. Regalamos muñecas a las niñas y pelotas a los niños. Unos roles que no solo perpetuamos los padres, sino también las jugueterías y la televisión a través de los anuncios publicitarios. ¿Qué ocurre si un niño quiere jugar con una cocinita o una niña quiere un balón? ¿Por qué deberíamos negárselo? Los juguetes son para que todos juegan, indistintamente del sexo de cada uno.
7. ¡No seas nenaza!
Con esta frase volvemos a caer en los estereotipos de género y a etiquetar las conductas sensibles como algo exclusivamente femenino, y además, negativo, y con ella, recaemos en el error de hacer que los niños repriman sus sentimientos.
8. ¡Sé un hombre y haz lo que tienes que hacer!
Asociar la valentía al rol masculino y la debilidad al femenino es algo que, aún hoy en día, sigue estando enterrado en el subconsciente de la sociedad. Por supuesto que infundir valor y coraje a nuestros hijos es algo positivo, pero no se es más o menos o más o menos mujer por enfrentarte a los problemas y superarlos.
Darle poca importancia a sus sentimientos
9. No llores, que no es para tanto
Los niños, sobre todo los más pequeños, suelen expresar la mayoría de sus emociones a través del llanto. Además, con este tipo de afirmaciones fomentamos que los niños aprendan a reprimir sus emociones, lo que conlleva que, cuando sea adulto, no sepa expresar sus sentimientos o se sienta culpable por hacerlo.
10. Eres malo (o mala)
Etiquetar a tu hijo, y más de esta manera tan negativa, hace que el niño crea en su fuero interno que realmente es malo y no puede hacer nada por remediarlo, algo que poco a poco va haciendo mella en su personalidad. De esta manera, justificará sus actos con un "yo soy así, soy malo" y no se sentirá mal por sus malas conductas o acciones. Aunque, por supuesto, esa no sea tu intención, estás otorgándole una condición que en ningún caso es real.
EL MUNDO, Martes 28 de febrero de 2017
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