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Fernando Alberca: «Se puede saber qué piensa y siente un niño con cuatro o cinco dibujos»

CARLOTA FOMINAYA
El tiburón con dientes muy afilados, el árbol con muchas ramas o la casa sin puertas que dibuja tu hijo están diciendo muchas más cosas de él de lo que pueda parecer a simple vista. También la expresión con la que ejerce el trazo, el color elegido o el espacio que está usando dentro del folio. «Los dibujos siempre cuentan algo de quien los realiza, algo que se guarda pero desea desvelar. Por tanto son esenciales para saber cómo se siente por dentro o qué piensa realmente respecto a él mismo, a los demás, a su familia o a su entorno». Así lo afirma el profesor y escritor Fernando Alberca en su último libro, «Aprender a interpretar a un niño».
Esta guía, aclara el autor, «está pensada para analizar dibujos de niños que, dentro de su normalidad, pasan quizás por momentos difíciles». Pero los casi 700 elementos descritos en el libro «son solo dibujos, gestos, formas de escribir... que únicamente indican una parte de lo que sienten, piensan, temen o les gusta... No resumen lo que son. Y solo serán importantes si sirven para conocerlos mejor y quererlos más», advierte.
—¿A partir de qué edad sería interesante analizar los dibujos de un niño?
Son interpretables los primeros garabatos, aunque sean muy básicos, pero a partir de los 4 o 5 años ya son especialmente ricos, porque ya empiezan a pintar figuras, caras...
—El primer dibujo que analiza en su libro es el árbol, que representa el autorretrato de una persona. ¿Qué significan sus diferentes representaciones?
—El árbol indica cómo se ve el niño, y lo que él cree que ha sido su vida. En el tronco encontramos lo que ha vivido hasta el momento. Si dibuja un nudo está indicando un obstáculo que superó y que le marcó con más o menos fuerza según la presión ejercida en el trazo y la oscuridad con que dibuja el interior del nudo. En la copa es posible ver el momento actual en el que se encuentra. Representa el presente de lo que es, cómo se percibe y cree que le perciben los demás.
Si dibuja raíces, por ejemplo, es que está muy orgulloso de sus antepasados, de lo que había antes del árbol. Es un sujeto que tiende a lo primitivo y a sentir con fuerza sus instintos. La altura representa la edad. Este esquema suele perdurar durante largas etapas de tiempo. Puede haber acontecimientos en la vida que hagan que el árbol vaya cambiando, que tenga menos ramaje, por ejemplo, significará que tiene menos encrucijadas entre las que decidir.


—El segundo dibujo que suele pedir es el de una casa, que representa cómo se ve él o ella en su relación con los demás.
—De la casa podemos destacar varios datos importantes. Por ejemplo: Una casa sin puerta manifiesta una carencia afectiva y una gran inaccesibilidad. Se siente vulnerable. La puerta sin embargo delata el deseo de que entremos en su interior. Más deseo, si la puerta es más grande o está más marcada. Si aparece un camino hasta ella, es señal de que quien dibuja pretende darnos todas las pistas posibles para que accedamos a su interior.
El tamaño de la casa indicaría la personalidad: Si es muy grande, es que tiene una personalidad fuerte, si es pequeña, que es alguien apocado o con complejos. También es relevante el espacio dedicado a la buhardilla y al tejado, porque representa todos aquellos sentimientos, pensamientos o aspiraciones, preocupaciones y anhelos que cree que nadie conoce porque él o ella no los ha expresado verbalmente nunca.
—La tercera interpretación que hace es la pintura de la familia. ¿Cuáles son las variables analizadas más importantes?
—Este dibujo expresa las relaciones afectivas que hay entre todos los miembros de la familia. Es importante ver la distancia y la posición entre las personas dibujadas. El orden lógico sería padre, madre, y hermanos en orden de nacimiento. Ese sería un orden equilibrado, afectivamente hablando. Cuando hay una alteración del orden, en el que un hermano está dibujado intencionadamente entre la madre y el padre, puede ser que el niño esté queriendo decir que el hermano menor es el preferido, porque está más cerca de sus progenitores cuando no le correspondería por edad. La cercanía marca los afectos. El tamaño significa la importancia. Cuando el niño se dibuja al mismo nivel que sus padres... está diciendo que manda como ellos. También suele ocurrir que hay niños que no se pintan, porque creen que estropean la foto perfecta de la familia.
En estas representaciones también hay que tener en cuenta el siguiente aspecto: que si el niño es zurdo, pinta las personas de derecha a izquierda, y si es diestro, de izquierda a derecha. De hecho cuando un diestro pinta esto como los zurdos estamos ante una lateralidad cruzada, algo que suele dar problemas luego en los estudios. Tanto, que es una de las causas más habituales de que niños muy listos o inteligentes no lleguen a notable o sobresaliente.
—Según su libro, cuando alguien dibuja un paisaje, está presentando la visión que tiene del padre y de la madre. ¿Cuáles serían en este caso las pautas principales?
—Cuando alguien pinta la tierra, digamos que pinta a su madre, su dependencia de ella, su necesidad de estar relacionado con lo que no cambia, lo inmutable... Cuando aparecen montañas en pico, colinas o una playa dibuja su deseo de unión con la madre, de sentirse valorado por ella. La persona que dibuja un río cree que entre su madre y ella se interpone un tema de discordia, que mana de no se sabe muy bien dónde y tampoco se sabe cómo acaba. Durante Primaria y Secundaria suele ser la discusión relacionada con el ámbito escolar y académico, que es lo que más tiempo ocupa del día...
Cuando se dibuja el sol, se dibuja a la autoridad. Suele ser nuestro guía, nuestro principal maestro, esa persona que nos aconseja bien, que nos rescata, que nos salva o nos libera de los miedos. En los niños o adolescentes suele ser el padre o quien hace de sus veces, y en los adultos normalmente también. Si hay nubes, es que vislumbra problemas en el futuro. Cuanto mas arriba y más claras sean las nubes, más lo es también su intuición de que habrá problemas, aunque no le duelan todavía.

Posturas, gestos y formas de hablar significativas de lo que siente una persona

Otro de los aspectos analizados en el libro «Aprender a interpretar a un niño» son las posturas, los gestos y las formas de hablar. Pero para sacar una conclusión fiable, hay que sumar al menos tres que indiquen lo mismo. Estas serían algunos de los tres aspectos (escogidas al azar) que según el profesor Fernando Alberca se podrían estudiar:
1) La parte izquierda de nuestra cara deja entrever mejor las emociones desagradables. Por el contrario, la parte derecha refleja mejor las emociones agradables. Por eso, si alguien sonríe levantando en su sonrisa más la comisura izquierda de la boca que la derecha, se trata más de una sonrisa fingida, de cortesía social, que una sonrisa sincera.
2) Si cuando alguien al responder una pregunta, sus ojos miran arriba a la izquierda durante la respuesta o justo antes de ella, entonces lo que se está diciendo es verdad (o al menos se cree de veras que lo es). Pero si se mueven a la derecha, entonces se está buscando cómo mantener una respuesta coherente, porque es falsa, o simplemente no se sabe pero no se quiere parecer torpe.
3) Si se habla con alguien a menos de 45 centímetros, el contacto corporal es intenso. Apenas se le observa y se está hablando a su interior más bien.
4) Si la conversación se produce a una distancia de entre 45 y 120 centímetros, entonces la relación que se pretende también es muy personal, aunque no tan íntima como la anterior. Pero sigue siendo un espacio muy cercano, y por ello indica búsqueda de intimidad.
5) Si la distancia es entre 1.20 y 3.60 metros, es que la relación o el contenido ya no es tan personal, el otro no es tan singular o lo que se está contando no es tan reservado.
6) Las personas que tocan bastante tienen más asertividad, más cordialidad y decisión. Llevan la batuta de su propia sinfonía.
7) Hablar lenta y monótamente es signo de introversión, pereza y frialdad. Hablar variando el tono de voz es signo de extroversión y dinamismo.
8) Quienes hablan deprisa, alto y con más entonación están más seguros y tienen más confianza en sí mismos.
9) La aparición de un llamativo uso de palabras de relleno en la conversación de un niño, adolescente o adulto, como por ejemplo «ehhh», «pues», «claramente», «ya sabes», «bueno», «claro»..., al igual que las pausas verbales (por ejemplo «uhmm», «sss», «tchch» o parecidos) indican ansiedad, inseguridad o aburrimiento.
10) La persona que habla durante el 80% de la conversación se delata a sí mismo como descortés, egoísta, dominante, desconsiderado, o poco atento.
ABC, Lunes 06 de marzo de 2017

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