MÓNICA SETIÉN
A primera vista, este profesor de Primaria da sensación de afable y tranquilo. Seguramente hay que serlo para controlar una clase con 25 «fieras» de 4 años. Y es que hay que tener mucha vocación para ser un maestro como él mismo se define. Y no solo se define, también explica su manera de ver la profesión en su libro «Ser maestro» (Plataforma Editorial 2017). Para Raúl Bermejo tener una clase a su cargo supone mucho: «Para mí, mi trabajo lo es todo. Un maestro tiene que educar, enseñar y aprender, que también es algo que se nos olvida. Vivimos en una sociedad en la que por desgracia la conciliación en muchos casos es imposible, y como los niños pasan tantísimo tiempo en un centro educativo, al final, también tenemos que educar los maestros».
Explica que es clave «saber motivar a sus alumnos y, sobre todo, tener claro que hay contenidos mucho más importantes que la lecto-escritura. Parece obvio pero no lo es. Si trabajas los valores, el respeto, la empatía..., desde edades tempranas, los niños aprenden a considerar a todos los demás». Señala que su método es «muy sencillo. Por los años de experiencia que llevo en el mundo de la educación he ido observando. Me baso en un aspecto muy importante: escuchar más a los niños. Y mi forma de trabajo, obviamente, lo apoyo en lo que ellos demandan, en lo que investigo y leo, y en lo que realmente pienso que es más importante como personas».
Para Raúl no hay niños malos: «Pienso que cuando uno tiene conductas inapropiadas en el aula o en determinado contextos, hay que mirar el entorno. Seguramente no es solo el pequeño, hay que ver lo que falla en la educación que está recibiendo y el entorno en el que se está criando, tanto a nivel familiar como educativo. A un niño con problemas de conducta se le puede reconducir en el colegio».
Recalca que el «respeto, solidaridad, sensibilidad y empatía son las bases para evitar que en algún momento se llegue a casos de acoso escolar. Estamos tan obsesionado con que los niños saquen buenas notas o que aprendan más que nadie, que nos olvidamos de los sentimientos». Bermejo cree que «tal y como está planteada la Educación Infantil en España se somete continuamente a los pequeños a una serie de normas que hacen que crezcan antes de tiempo y queremos que se comporten como adultos cuando un niño de cuatro años es un niño de cuatro años».
Puntualiza las que considera «conductas inapropiadas»: «Habría que definir muy mucho cuáles son estas conductas. No es lo mismo un niño que esté pegando continuamente o que tenga un punto de agresividad, porque no sabe gestionar sus emociones o poner solución al conflicto, que uno que se esté levantando en clase y que no hace las cosas que marque el maestro porque no le apetezca. Este último para mí no es un niño con conducta inapropiada, es un alumno con personalidad marcada y que tiene claro lo que quiere ser y lo que quiere hacer y que le apetece aprender en ese momento».
Este maestro madrileño es un fan confeso de la enseñanza como juego del que cree que es el «motor del aprendizaje». Explica que no quiere decir que estén todo el rato dando saltos «los mismos niños te van a pedir sentarse. Hay actividades para todo. Se puede jugar sentado. Hay puzzles, construcciones, juegos de mesa. Hay trabajos de investigación. No hace falta estar realizando fichas o deberes memorísticos o repetitivos continuamente para marcar rutinas».
Uno de los errores que detecta este maestro en los programas de infantil es la ambigüedad en el decreto que regula esta etapa. «Marca un objetivo que es iniciación a la lectura y luego, en un anexo, ya dicen que tiene leer frases cortas. Y así no. Eso de que tiene que pasar a primero de Primaria leyendo y escribiendo, no sé si ha sido presión de la sociedad o de los padres para presumir del niño, o del propio maestro para alardear del trabajo que está haciendo... No tenemos en cuenta las capacidades y el desarrollo del niño. Los hay que están capacitados para ese trabajo en Infantil, pero hay un elevado porcentaje que no. Lo he vivido en estos años de docencia. Ahí está mi inconformismo. ¿Qué pasa con todos esos niños que no se adaptan al sistema? ¿Los dejamos fuera? ¿Se tienen que adaptar a una normalidad que se ha marcado sin tenerlos en cuenta? ¿Dónde está la normalidad? ¿Quién marca que algo es normal? ¿Qué un niño de cinco años sepa leer y escribir?».
Por otro lado Bermejo reflexiona que las familias también tienen un papel importante en el desarrollo de sus hijos: «La familia juega un papel fundamental. Pienso que siempre tiene que estar en coordinación con los maestros. Hay que que depositar más confianza en los educadores hoy en día».
«La educación en España es muy homogénea -apunta Bermejo- si todos los niños son iguales es muy cómodo porque no crean problemas. Pero no se tienen en cuenta sus gustos. Personalmente busco el talento de todos mis alumnos. Les dejo mucho tiempo libre. El juego es el motor de aprendizaje y donde más conoces a los niños, por eso digo que el patio debería ser una asignatura más. Así te vas preocupando de lo que le gusta a cada niño. Hay que estar pendiente de todos, hasta de los más tímidos».
Un profesor en instagram
Raúl Bermejo también ha sabido sacar partido de las redes sociales para sus alumnos. Una preciosa iniciativa que llevó a cabo el año pasado fue subir en su cuenta de instagran, thinksforkids, cada semana, un dibujo hecho por un niño de su clase. Los seguidores tenían que interpretarlo y explicar qué veían en él. Al día siguiente, este profesor publicaba en esta red social un vídeo con el autor del dibujo contando lo que era y cómo lo había realizado.
El éxito fue tan arrollador que la cuenta ha llegado a tener miles de seguidores.
ABC, 13/03/2017
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