MARÍA DE SANCHA ROJO
Nadie entiende la tragedia ocurrida en Niza este viernes.
Pero si los adultos luchan por encontrar un sentido, los niños puede
que se encuentren aún más perdidos y sientan miedo, especialmente si se
enteran de que han fallecido otros menores.
Ya sea un atentado
lejano o la muerte de alguien próximo, hablar de la muerte es difícil,
sobre todo cuando se produce de una manera tan repentina y masiva. En El Huffington Post hemos preguntado a expertos en el mundo de la psicología infantil y del duelo las claves para tratar este tema con los niños.
Todos
señalan que los atentados, aunque son atrocidades, son una buena
oportunidad para iniciar la conversación en casa, porque está en el
aire. "La muerte es parte de la vida y, no hablando de ella, no la
evitamos; sólo hacemos que las preocupaciones y los miedos queden ahí
como si fuesen tabú", previene María Paz García Vera, profesora de
Psicología Clínica de la UCM.
Los expertos apuntan que las
principales preocupaciones de los niños sobre la muerte son por qué
ocurre, dónde está el fallecido, si lo volverán a ver y qué le pasa una
vez que ha muerto. Y recomiendan unánimemente que el mensaje sea claro,
breve y honesto. Incluso cuando los padres desconocen las respuestas a
sus preguntas.
A partir de ahí, éstos son los siete puntos que recomiendan seguir para hacer más llevadera y fácil la conversación.
1. DECÍRSELO CUANTO ANTES
"Lo
primero que intentamos hacer es proteger a los niños; y para ello
solemos apartarlos. Pero eso es erróneo: cuando fallece alguien
importante para el niño, hay que decírselo cuanto antes", sostiene Nuria Javaloyes,
psicóloga de tanatorios y del Hospital Quirón de Torrevieja. La persona
que debe decírselo es la más cercana, con la que más vínculo tenga,
para que se sientan seguros.
Lo que no es necesario es sacar el
tema antes de tiempo. "Hay que hablar de la muerte cuando el niño
empiece a preocuparse por ella o cuando fallezca un familiar, no antes",
señala García Vera, que también es directora de la Cátedra Comandante Sánchez Gey entre la UCM y la Unidad Militar de Emergencias.
2. DEJARLES DECIR ADIÓS
Mª Ángeles Jové, del equipo de Aeiou Coaching para Padres,
destaca la importancia de no dejar a los niños al margen. "Ellos
también necesitan ceremonias de despedida. Si la familia decide que no
vayan al funeral o al tanatorio, hay que dejarles hacer su ritual. Les
ayudará a cerrar el ciclo. Por ejemplo, hacer un dibujo, encender una
vela, lanzar un globo…", propone.
Javaloyes coincide con esta idea
aunque pone un límite de edad: siempre a partir de los 6 años y siempre
en la medida en que el niño quiera. Si quiere ir a los actos, hay que
explicarle lo que se va a encontrar, que habrá gente llorando, etc. "Si
decide que no quiere ir, hay que tranquilizarlo y explicar que no pasa
nada; si quiere ir, que vaya. ¿Pero qué se suele hacer? Decidir por él",
critica.
3. NO HUIR DE LAS EMOCIONES
Jové
señala que no hay que mentir sobre los sentimientos. "Cuanto más
transparentes seamos, menos confusos quedarán. Estarán pendientes de
nuestras reacciones, sentimientos, actitud. Convertir este tema en un
tabú, fingir normalidad o aparentar que se está bien cuando estamos
destrozados, les desorienta", advierte.
"Hemos de invitar a que
transiten por las emociones poniéndoles nombre. 'Esto que sientes es
tristeza, nostalgia, miedo, ira, y es normal'. Todas las emociones que
no se expresan, se quedan bloqueadas y se reviven a lo largo de la
vida", añade.
"Las autorrevelaciones ayudan a sacar el tema si el
niño lo está evitando: 'Me siento más triste desde que murió X. ¿Y
vosotros?'. Pero, si el adulto no se ve fuerte, mejor que no hable con
el niño en ese momento", advierte Javaloyes, aclarando que eso no
significa que no se llore sino estar en posición de controlar la
situación.
4. TRATAR EL TEMA CON TRANQUILIDAD Y NORMALIDAD
Para
García Vera, lo más importante es abordar el tema con tranquilidad y
normalidad. "Los niños ven en nuestros ojos la gravedad de las cosas. Si
ven susto, sentirán susto. Si ven tranquilidad, estarán tranquilos",
considera.
El
contexto es clave. "Hay que buscar un momento y un lugar adecuados y
tranquilos para la conversación. Es muy importante escuchar lo que dice
pero también lo que no dice, el tono que emplea, su lenguaje no verbal.
El contacto físico es vital en esos momentos para crear conexión.
¿Necesita un abrazo? ¿Necesita llorar?", plantea Jové.
La
información puede ser mala tanto por defecto como por exceso. "Si un
detalle no te lo ha preguntado, no se lo cuentes. Limítate a contestar a
lo que pregunte, si no quiere saber más, te dejará con la palabra en la
boca. Y si es un niño morboso, pues es lo que es, y debes darle
información a medida que la pregunte", apunta Javaloyes.
La
psicóloga señala que esto es especialmente importante en el caso de
atentados: "Hay que saber si el niño ha estado expuesto a las imágenes y
lo que sabe. Como siempre, la conversación debe llevarse preguntando en
todo momento. Los más niños entre 6 y 10 años puede que no sepan ni
siquiera qué significa la palabra 'atentado", advierte.
5. SER COHERENTE CON NUESTRAS CREENCIAS
Antes
de hablar sobre la muerte con los hijos, Jové cree que es importante
que los adultos revisen sus creencias, el sentido que tiene para ellos
la muerte, para tener claro qué mensaje quieren transmitir a sus niños.
Cada familia tiene un sistema de valores y creencias, y la versión que
se da al niño debe ser coherente con ellos.
"Si la familia cree
que existe un Cielo y el colegio del niño también... Ésa es la versión
que deben darle, porque es la que la familia considera verdadera",
señala Javaloyes, que enfatiza que no deben utilizar esa metáfora si
nunca han hablado de ella, algo común cuando los padres se agobian o les
da pereza pensar algo más elaborado.
Cuando
sucede una tragedia lejana, como un atentado, los padres pueden sentir
la tentación de mentir. García Vera enfatiza mucho que no hay que
hacerlo: "Pensemos que el niño no es tonto ni sordo y probablemente va a
conocer la verdad a través de otros, a veces de manera más cruda y más
dolorosa. Cuando esto sucede se siente engañado. Si hay alguna mala
noticia, ¿no es preferible que la den personas a las que el niño quiere y
en las que confía?".
La profesora de Psicología Clínica cree que
hay que evitar que vean constantemente las imágenes de cadáveres y
heridos en los medios y, cuando no se pueda, enseñarle a respetarlas.
"Hay que aprovechar también para transmitirle valores como la
solidaridad. Muchos niños querrán ayudar de alguna manera, con flores o
dibujos los más pequeños, o asistiendo a las manifestaciones los
mayores", explica.
Cuando suceden tragedias como los atentados, es
normal que los menores sientan miedo de que ocurra en su ambiente. "No
hay que desdeñar su miedo, hay que reconocer que los adultos también
están preocupados. Pero sobre todo hay que darles tranquilidad: hablar
de la policía, de que estamos protegidos y de que no suelen suceder en
España. Nunca hay que decirles que JAMÁS pasará, hay que reforzar su
sensación de seguridad, que es lo que buscan. Aunque nos apoyemos en
cosas que a los adultos no nos den completa confianza", detalla García
Vera.
Esto no sucede sólo con tragedias lejanas. "Muchos padres,
que no saben cómo salir de la historia, les dicen que nunca se van a
morir, ni ellos ni los niños. Eso no es verdad, sencillamente. Nunca hay
que mentir", critica la psicóloga. Jové advierte que las metáforas
complicadas "pueden llevar a un malentendido que lamentaremos. Si le
decimos que 'se ha ido de viaje' o 'se ha dormido para siempre', pueden
cogerle miedo a irse a dormir o de viaje", señala.
Sin embargo,
García Vera matiza esto de la mentira: "Los más pequeños tienen un
pensamiento mágico, por eso creen en el Ratoncito Pérez o en los Reyes
Magos. Podemos utilizar un cuento en el que, cuando alguien fallece, se
transforma, viaja a otro mundo o se va con Dios, dependiendo de las
creencias que se quieran transmitir"
6. HAY QUE TENER EN CUENTA LA EDAD
Jové considera
que hablar de la muerte es "parte del desarrollo emocional". Las
preguntas pueden llegar sin que haya habido un fallecimiento. Quizá
porque han oído algo en la tele o en el cole. Y el tratamiento debe ser igual que con la sexualidad.
García
Vera asegura que no hay que asustarse si el niño se comporta como si
tuviera menos años, si vuelve a chuparse el dedo o hacerse pis en la
cama; es normal que no reaccionen emocionalmente al principio, que
tengan miedo a que sus padres se vayan, que tengan comportamientos
egoístas, como si la muerte se hubiera producido para fastidiarles. En
el caso de los atentados, es frecuente que los pequeños jueguen a
recrear lo ocurrido con coches de bomberos y de policía.
"Es muy
importante plantearse: ¿qué está preguntando en concreto el niño?
Sondéale. Hay que acotar muchísimo lo que está preguntando para darle la
respuesta correcta y no abrumarle con información", aconseja Javaloyes.
"Ojalá en el cole
se hablara de esto, cuando sucede una tragedia", coincide Javaloyes.
"Pensamos que, si no hablamos de ello, no pasará; o que, si le dejan a
su aire, el niño aprenderá sobre el tema por su cuenta. Pero como todo
en la vida, si se generan recursos, cuando le pase, lo afrontará mejor",
asegura la psicóloga, que ha coordinado para Seguros Meridiano esta guía ilustrada sobre el tema.
HUFFINGTON POST , 16/07/2016
Comentarios
Publicar un comentario