BEATRIZ PORTINARI
Con la llegada de las vacaciones encontramos familias en romería de
camino a playas y montañas. En la maleta: cubo y pala, litros de crema,
bañadores y… ¿hemos metido gafas de sol para todos los miembros de la
familia? No nos referimos a las que compramos por cinco euros con un
simpático nombre en las patillas que recuerdan a otras marcas. Esas solo
se deberían usar como mucho diez minutos y nunca durante largas
jornadas de sol. Ni adultos ni mucho menos niños. En verano, la
radiación es mucho más alta en países de latitudes mediterráneas y los
expertos advierten que el melanoma puede comenzar en los párpados.
El doctor Francisco Javier Hurtado, director médico de Clínica Rementería
y responsable de Oftalmología Pediátrica, señala que al menos un 10%
del cáncer de piel aparece en el rostro y por eso es imprescindible
proteger la zona ocular desde los seis meses de edad. Como la piel tiene
memoria y acumula horas de sol, el exceso de radiación al que sometamos
a nuestros hijos podría derivar en futuros problemas de salud. “Siempre
que observemos un bultito en la raíz del párpado, que pique, sangre o
destruya pestañas y estas se caigan conviene visitar al médico. También
pueden aparecer lunares visibles en el globo ocular que debemos
controlar si crecen”, señala. Y añade: “Si nos hemos concienciado con el
uso de crema protectora deberíamos concienciarnos también para proteger
los ojos porque son un tejido como la piel y sufren del mismo modo”. En
la clínica destacan casos de niños que acuden con un dolor intenso en
los ojos pero sin lesión aparente en el globo ocular. Tras un examen,
los oftalmólogos encuentran quemaduras en los párpados porque han estado
expuestos al sol sin ningún tipo de protección.
Gafas de sol baratas y peligrosas
El Colegio de Ópticos Optometristas de la Comunidad Valenciana
también ha lanzado su campaña de concienciación “Patrulla de protección
solar” en colaboración con la Cruz Roja para recorrer las playas de la
costa levantina repartiendo folletos informativos sobre la correcta
protección de los ojos. “Si los niños son expuestos al sol desde muy
pequeños los efectos se darán a corto, medio y largo plazo. A corto
plazo los niños pueden sufrir queratitis, irritación ocular, fotofobia,
conjuntivitis y a largo plazo problemas como degeneración macular
asociada a la edad y cataratas. El 50% de la radiación ultravioleta a la
que nos exponemos a lo largo de nuestra vida recae en nuestro sistema
visual antes de los 18 años y el daño es acumulativo”, explica Vicente
Roda, presidente del Colegio valenciano. Para él, todas las medidas de
precaución son pocas. “La montura de las gafas es lo de menos, lo que
importa son los filtros porque no es lo mismo las necesidades de una
persona rubia, pelirroja o morena, que va a estar expuesta al sol de
playa, de alta montaña o de Noruega: el óptico está para recomendar las
gafas que mejor protejan a cada persona y debemos pensar en ellas no
como un complemento de moda ni un juguete, sino como un protector”.
El cristalino es nuestra principal defensa ante los rayos UVA y en
los niños las estructuras oculares no terminan de desarrollarse hasta
los 8 años. Por eso a edades tempranas el ojo deja pasar más luz de la
que debiera. Si a eso le añadimos unas gafas no homologadas, que en
realidad no protegen, lo único que harán será dar sensación de
oscuridad, por lo que la pupila se dilatará más y entrarán aún más rayos
de sol. “En el primer año de vida, el ojo del bebé recibe el 90% de la
radiación UVA y el 50% de la UVB, por lo que nunca debe estar expuesto a
la luz solar de forma directa. A los 12 años los ojos todavía reciben
el 60% de la radiación UVA y el 25% en la UVB, con especial incidencia
en los niños rubios o pelirrojos con ojos claros. Los padres no son
conscientes del riesgo que corren sus hijos con la exposición de los
ojos al sol”, añade Roda.
Otros problemas típicos del verano que afectan sobre todo a los más
pequeños son los orzuelos por obstrucción de las glándulas del párpado
(que requieren calor para que ese punto dilate y salga la porquería o
cremas específicas) y la conjuntivitis. Estas últimas están provocadas
por la insana mezcla de fluidos corporales y cloro, algo que se puede
evitar con gafas de buceo. Las conjuntivitis desaparecen en una semana
con ayuda de colirio para la irritación y legañas. Pero los expertos
advierten: si pasado ese tiempo no remite, urge volver al médico porque
pueden aparecer membranas en el ojo que no permiten que el colirio haga
efecto e incluso infiltrados en la córnea que puede llegar a provocar
pérdida de visión.
EL PAÍS, Miércoles 6 de julio de 2016
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