BEATRIZ G. PORTALATÍN
"Papá, mamá: Me aburro ¿Qué hago?". Seguro que la frase le resulta
familiar, que la ha oído por boca de su hijo cientos de veces y ahora en
verano, aún más. Pero no debemos satisfacer sus deseos, ni darles algo
con lo que jugar o pasar el rato. Que investiguen ellos, que averigüen e
inventen qué hacer cuando no tienen nada qué hacer.
"Si los niños tienen periodos de aburrimiento
en que no están haciendo nada que les satisfaga, deberán utilizar sus
propios recursos para que eso no ocurra, y ahí entra en juego la
creatividad, porque el aburrimiento
es la antesala de la creatividad", afirma a EL MUNDO Carme Crespo,
psicóloga infantojuvenil y docente del Instituto Superior de Estudios
Psicológicos (ISEP). "El poder conectar con uno mismo y buscar
actividades o acciones que puedan sacarlos del tedio, hará que sean más flexibles cognitivamente, más tolerantes, más creativos, y por tanto más resolutivos", añade la experta.
Pensemos
por un momento cómo han surgido en nosotros los mejores proyectos.
Probablemente, fue cuando no estábamos ocupando nuestro tiempo en nada. Y
esto es porque "la creatividad necesita tiempo, y
muchas de las grandes ideas han surgido en momentos de relax, como en
unas vacaciones, en la bañera...", aseguran Mª Teresa Rodríguez de
Castro y Mariola Lorente Arroyo, investigadoras de la Fundación
Universidad de Padres.
Según ambas expertas, el cerebro está siempre
funcionando y produciendo ocurrencias, aunque no seamos conscientes de
todas ellas. Y puede suceder que, cuando no estamos pensando en eso que
nos preocupa, de repente se nos ocurra una solución. Es una estupenda
estrategia cuando hemos dedicado mucho tiempo a un problema y nos
atascamos. Hay que dar libertad a nuestro pensamiento, dejarlo fluir,
escucharnos a nosotros mismos, pues de ahí surgen proyectos, ideas y
deseos.
Además, es importante que comprendamos que todos somos creativos.
Esa es una de las conclusiones del trabajo 'Creatividad en la
educación', elaborado para los Cuadernos Faros del Hospital Sant Joan de
Déu, en el que ambas expertas han participado: "La creatividad no es
algo que se relacione sólo con el arte o los inventos. Juega un papel
muy importante en nuestra vida diaria, pues nos ayuda mucho a resolver
todo tipo de problemas, empezando por los más cotidianos. La creatividad
puede desarrollarse como un hábito", dicen.
Por eso es tan importante que los niños no tengan todo su ocio programado,
porque en la libertad del tiempo libre pueden aprender y desarrollar
infinitas capacidades positivas para su crecimiento: "Aburrirse
desarrolla la autonomía personal, el pensamiento propio, la
imaginación... Si un niño se aburre y nadie le dice qué hacer, él mismo
acabará dando con una forma de entretenerse", sostienen las
investigadoras. Por ello, mantienen que "los niños necesitan la
oportunidad de hacer cosas por sí mismos, de ponerse sus propias metas,
inventarse planes y proyectos. Experimentar todo esto es la mejor manera
de adquirir estas habilidades".
Pero
no sólo los niños: también los adultos debemos ser conscientes de que
no pasa nada por no tener nuestra agenda ocupada todo el tiempo.
"Vivimos en una sociedad en la que hay un afán por hacer cosas todo el
rato, parece que si no se tiene una actividad entre manos se estuviera
perdiendo el tiempo. El 'no hacer nada' está muy mal valorado socialmente,
y esto sin darnos cuenta se lo inculcamos a nuestros hijos, que siempre
tienen actividades que hacer, agendas muy marcadas y estructuradas",
dice Leire Iriarte Elejalde, psicóloga y vocal de la Sociedad Española
de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente (SEPYPNA).
Los
niños durante el curso no paran. Cuando terminan su jornada escolar
tienen deberes (según la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos, España es el quinto país que más deberes pone a
sus alumnos) y después, actividades extraescolares. Casi no tienen tiempo para jugar o para, simplemente, no hacer nada.
Igual
pasa en verano: se intenta que los niños tengan todo el tiempo ocupado
(entre otros motivos, por la difícil conciliación de los padres cuando
los niños están de vacaciones). Pero no conviene que los niños tengan todo su ocio dirigido,
es importante que aprendan a valorar el tiempo y a gestionarlo. A veces
podemos ayudarles, pero en otras ocasiones es mejor que sean ellos
solos quienes averigüen cómo hacerlo. Vencer el aburrimiento implica
esfuerzo. Por ello, no debemos darles todo hecho: ayudarles (a veces)
sí, pero no darles la solución.
La clave es: ¿cómo podemos ayudarles?
Los padres deben dejar a los niños tiempo para crear e inventar, por
ello según Iriarte, "es muy positivo que los pequeños tengan a su
alcance medios y posibilidades de hacer cosas". Es
decir, material de manualidades, juegos de construcción o cosas que
puedan potenciar esa libertad y creatividad, para que no recurran
siempre a la tele o a los videojuegos.
"No es negativo que los
niños jueguen con dispositivos móviles, pero sí cuando les quita tiempo
para otras cosas, y por supuesto cuando juegan en exceso", aclara
Iriarte. Es fundamental que durante su crecimiento los padres les
enseñen de forma progresiva y natural cosas para fomentar su creatividad
y capacidad de juego. Un ejemplo de Crespo: Se le da un palo al niño y se le pregunta: "¿Qué podemos hacer con él?".
Y que el niño diga mil cosas, no sólo una. Hay que hacer que los
pequeños disfruten aparte de los juguetes, los juegos de mesa o los
dispositivos electrónicos. Hay que darles las herramientas para que
aprendan, en relación con su edad y capacidad.
Es clave que los
padres "les acompañemos a realizar actividades solos, buscando en su
mundo interior aspectos que les serán beneficiosos en su futuro,
fomentando la creatividad, la sorpresa, la autonomía", asiente Crespo.
Si cuando sueltan 'Me aburro' les damos opciones rápidas (el móvil) o
les indicamos qué hacer, se lo estamos dando todo hecho y no aprenderan.
Es
fundamental que padres e hijos pasen tiempo juntos, aunque el ritmo de
vida actual lo haga difícil. Y que el tiempo que se comparta sea de
calidad. "Los padres debemos conectar con el aquí y el ahora de estar
con ellos, no mirar continuamente el móvil, no tener de fondo la
televisión y ayudarles a que creen actividades en las que podamos
participar", sostiene Crespo. Es fundamental "generar espacios
estimulantes para la creación y el juego en familia, y oportunidades
para poder practicarlos. El juego libre, imaginativo y no estructurado es esencial para el desarrollo infantil", concluyen Rodríguez de Castro y Lorente.
EL MUNDO, Miércoles 6 de julio de 2016
Comentarios
Publicar un comentario