Ir al contenido principal

La salud infantil, en riesgo por los anuncios de refrescos y bebidas azucaradas

S.F.


Los efectos de la publicidad de refrescos y bebidas azucaradas se están dejando notar en la población infantil, según los expertos. Hace unos meses, «The Lancet» publicaba un documento en el que advertía que ningún país del mundo está protegiendo la salud de los niños ni su futuro. El informe « A Future for the World's Children?», elaborado por una comisión convocada por la propia publicación científica, la OMS y Unicef, mostraba que los niños de algunos países ven hasta 30.000 anuncios televisivos en un año. Y vinculaba la comercialización agresiva de comida basura y bebidas azucaradas con el alarmante aumento de la obesidad infantil recordando un dato: el número de niños y adolescentes obesos se ha multiplicado por once desde 1975 hasta 2016, pasando de 11 a 124 millones. España no es una excepción a esta situación. Ocupa el cuarto lugar entre los países europeos en obesidad infantil, según el último informe de la OCDE « The heavy burden of obesity». Y la inversión publicitaria en bebidas que no se consideran saludables puede ser una de las responsables.

Es una de las conclusiones de un estudio liderado por Mireia Montaña, profesora e investigadora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC, en el que se investiga la relación entre los valores nutricionales de los refrescos y las bebidas azucaradas y las estrategias publicitarias usadas para captar consumidores. Según la investigación, en la que también ha participado la investigadora de la UPF, Mònika Jiménez-Morales, la publicidad es uno de los factores que favorece en gran medida el entorno obesogénico: los niños españoles están expuestos a un promedio de 9.000 campañas publicitarias de televisión por año, y muchos de estos anuncios tienen como protagonistas productos de poco o ningún valor nutricional. Además, ha habido un aumento anual en el gasto en publicidad de refrescos y bebidas azucaradas en los últimos años, incrementándose de casi 32 millones de euros en 2013 a más de 53 millones de euros en 2018.

Como destaca la investigación, la mayor parte de esos millones de euros se destinaron precisamente a los productos de menor valor nutricional: del gasto publicitario de los productos analizados, solo 812,061 euros (0,3 %) correspondieron a productos con un alto valor nutricional, mientras que el 62,7 % del gasto publicitario fue para bebidas con un contenido muy bajo de valor nutricional. A juzgar por los resultados, la publicidad cumplió su función, ya que el consumo de bebidas azucaradas y refrescos en la población infantil española es alto. «Se estima que un 81 % de los niños y niñas españoles consumen refrescos y bebidas azucaradas cada semana», señala Mireia Montaña, que también es miembro del grupo de investigación en Aprendizajes, Medios de comunicación y Entretenimiento (GAME) de la UOC. Un consumo que, como recuerda la profesora Montaña, está entre los más altos de Europa. «Aproximadamente un 7 % de los menores de nueve años los consume a diario, un 16 % casi cada día (entre cuatro y seis días a la semana), un 56 % entre uno y tres días semanales y solo un 19 % de los menores los consume menos de una vez por semana», afirma

¿Es entonces la publicidad la última responsable de que los niños españoles se aparten cada vez más de la alimentación saludable? «Está claro que hay varios aspectos que lo condicionan, pero la publicidad es uno de los importantes», responde Mireia Montaña. «Incluso grandes marcas como Coca-Cola descienden en ventas en cuanto dejan de emitir campañas publicitarias», afirma la profesora de la UOC, que empezó a estudiar cómo la publicidad alimentaria afecta a los menores porque muchos de ellos, en especial los menores de ocho años, «la consumen sin entender si están viendo una comunicación informativa o persuasiva», señala.

El lenguaje, clave para persuadir

En cuanto a las estrategias publicitarias que las empresas usan para captar consumidores, el lenguaje es clave. Como explica la profesora Mireia Montaña, uno de los principales aspectos psicológicos que influye en la obesidad es que los sujetos atribuyen emociones o sensaciones a los alimentos, sobre todo a los más calóricos y de menor calidad nutricional, creando un vínculo. «Por este motivo empezamos a estudiar qué dicen los anuncios alimentarios o de bebidas azucaradas en sus discursos publicitarios, especialmente aquellos más dirigidos a niños, por ser más vulnerables. La conclusión a la que llegamos es siempre la misma: cuanto más insano es el producto anunciado, más se asocia a cualidades extrínsecas del producto (ser divertido, aportar felicidad, ser valiente, ser único...)», afirma.

Así, la investigación concluye que los campos semánticos más utilizados se refieren a las cualidades de las bebidas anunciadas (sabor, burbujas, sin azúcar o light, auténtico, ecológico...), mientras que la segunda categoría más utilizada es el estado de ánimo derivado del consumo del producto («disfruta», «sé único», «sentirte bien», «felicidad»…). La tercera más usada es la referente a la acción, con frases como «despierta tus sentidos», «dar un giro» o «romper con lo establecido».

De ahí que el estudio concluya que, si se quiere prevenir la obesidad infantil en España, es necesaria una regulación más estricta de la publicidad, especialmente en aspectos como el lenguaje utilizado para presentar productos. «Creemos que se debería revisar el Código PAOS, que pretende proteger a los menores, porque se vulnera continuamente. También se debería ampliar, ya que no tiene en cuenta el discurso y el lenguaje de los anuncios, que puede confundir a los niños atribuyendo cualidades a los productos que no son ciertas», afirma Montaña.

Otra medida que podría ser eficaz en opinión de la profesora de la UOC es el impuesto sobre bebidas azucaradas, «que se ha visto que funciona. Cuando entró en vigor en Cataluña, el consumo de este tipo de refrescos bajó un 39 % respecto a Madrid, por ejemplo, donde no se aplicaba esta normativa, como destacó el estudio publicado en B MC Public Health hace unos meses», concluye.

ABC, Jueves 2 de julio de 2020

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.