JOSÉ PICHEL
¿Dónde está el peligro
de un rebrote? El peligro somos nosotros mismos. Es cierto que muchos de los
focos tienen que ver con el trabajo y sus condiciones, como las que soportan
temporeros o empresas cárnicas, o con casos importados; pero el ocio y nuestra vida personal tampoco están libres de
coronavirus. Lo estamos comprobando estas últimas semanas. La
reunión de una familia en Castellón para celebrar San Juan ha provocado ya más
de 20 positivos. El origen de varios casos localizados en Málaga y Granada también
está en un encuentro familiar que tuvo lugar en la localidad malagueña de
Casabermeja. En el caso de Lugo, una comida en A Mariña suma casi medio
centenar. ¿Qué estamos haciendo mal?
En parte, "es
inevitable y está ocurriendo en todos los países, porque el virus sigue
ahí", reconoce en declaraciones a Teknautas Jesús Molina Cabrillana,
portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e
Higiene (SEMPSPH). La única forma de no correr ningún
riesgo sería mantener el aislamiento social del confinamiento,
pero una vez superada esa fase, en cualquier actividad hay que pensar en tres
normas básicas: "separación, mascarilla e higiene de manos". Sin
embargo, el ambiente distendido de un encuentro familiar o con amigos lo complica
todo, así que es mejor tomar precauciones.
¿Dónde y cómo nos juntamos?
Por supuesto, si
tenemos los síntomas que se pueden relacionar con el covid —sobre todo fiebre,
tos seca y cansancio—, habría que evitar acudir a
cualquier tipo de evento y, por supuesto, tratar de
organizarlo. Pero cuando no es así y decidimos montar una celebración, la
primera pregunta es dónde. Si algo van dejando claro los estudios y los brotes
que se rastrean es que los interiores son aliados perfectos para el virus,
así que la recomendación fundamental es que los encuentros sean al aire libre.
"El mayor
problema son los espacios cerrados con mucha gente", apunta Molina, "si las reuniones no se pueden hacer al aire libre, es mejor que no
se hagan". A partir de ahí, hay diferentes niveles: si no
disponemos de un espacio completamente abierto, al menos habría que apostar por
un patio o terraza y, si no queda más remedio que juntarse en un interior, que
esté ventilado".
Eso significa abrir
las ventanas, porque recurrir al aire acondicionado puede ser
totalmente contraproducente, salvo que nos aseguremos de que el
sistema expulsa el aire de dentro al exterior e introduce aire nuevo de fuera.
"El problema son los aparatos que recirculan el mismo aire interior todo
el rato y, además, transportan las partículas a mayor distancia, porque se ha
comprobado que esto tuvo influencia en algunos brotes",
señala el experto.
Para disminuir las
probabilidades de contagio, también habría que reducir el número de
participantes en la reunión y el tiempo. "Si antes estábamos cuatro horas
y ahora lo podemos dejar en dos, quizá evitemos que haya una transmisión
efectiva aunque alguien esté contagiado", apunta. Por otra parte, pensando
en lo peor, es mejor asegurarse de conocer a todo el mundo, de manera que
"si aparece un caso, se pueda trazar rápidamente y acotar el brote".
¿Nos podemos abrazar?
Llegamos al lugar
convenido, si tenemos que entrar en una casa, es probable que nuestros
anfitriones nos pidan cosas como dejar los zapatos en la puerta o que nosotros
mismos hayamos adquirido esta costumbre. "Eso no tiene ningún sentido, la fuente de infección no está en los zapatos ni en la ropa,
sino en las personas. A veces nos centramos en aspectos absurdos y descuidamos
los importantes, como estar cara a cara hablando sin protección", apunta
Molina.
Y si la clave está en
el contacto personal, ¿qué pasa con los abrazos y los
besos? "En la medida de lo posible, si se pueden evitar, mejor.
Es una de las normas más difíciles de cumplir", reconoce Molina,
"pero hay que minimizar los riesgos". En este aspecto, la parte más
complicada está en los niños: "Generalmente, no son conscientes del
peligro y quizá vamos a conseguir poco con ellos, así que yo me centraría en
los adultos, que son los que tienen la capacidad de poner medidas".
En cualquier caso, si
no podemos soportar la idea de prescindir del contacto físico con los seres
queridos, 'The New York Times' ofrece algunas
pistas de cómo hacerlo de una forma un poco más segura:
habría que usar mascarilla, intentando no tocar el cuerpo de la otra persona
con nuestra cara o con la propia mascarilla y, una vez más, hacerlo al aire
libre. No obstante, la investigadora Linsey Marr, del Virginia Tech, explica en
ese artículo que la exposición al virus por un abrazo sería muy baja.
¿Cómo nos sentamos?
Una vez comenzada la
reunión, tampoco es fácil mantener las distancias y, como vemos a menudo en las
terrazas de los bares, cuando nos sentamos tendemos a olvidarnos de ellas.
"Hay momentos en los que te vas a acercar, pero si estamos en una mesa, hay que evitar el contacto frente a frente, es mejor
sentarse en diagonal", comenta el científico de la SEMPSPH.
La principal vía de
transmisión conocida son las pequeñas gotitas que exhalamos y quedan en el
aire, por eso estar cara a cara no es buena idea. Esa dispersión de las gotas
ocurre al toser y al estornudar, pero también al hablar, sobre todo si ponemos
mucho énfasis: gritar también aumenta la liberación de estas
partículas. Así que es importante conservar la mascarilla todo el
tiempo que podamos: "Lógicamente, cuando estás comiendo o bebiendo, hay
que quitársela, pero nos la deberíamos volver a poner en otros momentos, como
la sobremesa, la idea es disminuir el tiempo de contacto".
Como medida adicional,
si hay personas de riesgo y queremos extremar su protección, podrían situarse en la parte más alejada de la mesa o
incluso habilitar otra mesa para mantener las distancias lo máximo posible.
¿Cómo compartir la comida?
A la hora de comer,
Gemma del Caño, experta en seguridad alimentaria, recuerda que "el virus no se transmite a través de los alimentos, así
que el riesgo no está en la comida, sino en todo lo que hay alrededor".
Por ejemplo, "si dejamos un plato a la intemperie y alguien tose
encima", o si nos pasamos un rato hablando fuerte, gritando o riendo sobre
una fuente que luego vamos a compartir.
A la hora de cocinar,
"las normas de seguridad son las de siempre, limpieza de
superficies y lavado de manos antes de empezar". Una medida
adicional podría ser el uso de la mascarilla en la cocina, pero no hacerlo no
tiene por qué implicar un mayor peligro, sobre todo en alimentos que van a
pasar por las altas temperaturas de la sartén, la cazuela o el horno, que
eliminarían cualquier rastro del patógeno. Después, es mejor que la mesa la
ponga una única persona, pero no hay problema en que todos colaboren si todo el
mundo se lava las manos.
Eso sí, una vez que
empezamos a comer, "tendríamos que evitar compartir bandejas, en lugar de
pasarnos el pan es mejor que cada uno coja el suyo". Del mismo modo, en
lugar de hacer circular de mano en mano el agua o las botellas, convendría que una sola persona se encargue de servir.
Por supuesto, hay que abstenerse de compartir vasos ni cubiertos, y en el caso
de los niños pequeños, es recomendable identificar cuál es su vaso para evitar
que cojan el que no deben. Poner la ensalada en el centro de la mesa para que
todo el mundo coja de la misma fuente tampoco es recomendable. "El riesgo
es bajo", reconoce Del Caño, "pero no debemos presuponer que no
existe, mejor que cada uno se sirva en su plato".
También debería haber
un solo encargado de recoger la mesa. Así, aunque tengamos un invitado que esté
infectado sin saberlo, no debería pasar nada por tocar sus platos o
cubiertos si la persona que lo hace se lava las manos
después. "Solo hay que tener en cuenta que no te puedes tocar
la cara y que debes lavarte las manos inmediatamente", comenta. A la hora
de fregar tampoco hay riesgo, porque al lavar los platos con jabón o al poner
el lavavajillas se elimina cualquier resto de SARS-CoV-2.
El verdadero riesgo, una incógnita
En cualquier caso, la
gran mayoría de estas dudas surgen porque en realidad aún
desconocemos mucho sobre la transmisión del virus. "Sabemos
cuántos brotes hay, pero habría que conocer el número total de reuniones
familiares y de amigos que se producen para ver en qué porcentaje desembocan en
contagios", reflexiona Molina.
"Sabiendo cómo
somos los latinos, me temo que hay muchas
celebraciones y, en ese sentido, quizá no sea tan frecuente o
tan eficaz la transmisión, pero el problema es que cualquiera de estos casos
puede saltar a la comunidad. Mientras el brote esté circunscrito a un grupo de
amigos no hay problema, pero esas personas después van a su trabajo o contactan
con otros grupos. Eso es lo que puede hacer inabordable la situación",
advierte.
EL CONFIDENCIAL, Domingo 5 de julio de 2020
Imagen: El confidencial
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