MANUEL ÁNGEL MÉNDEZ
El móvil de Ismael
Huerta suena varias veces durante la entrevista. "Son los de alertas, este
lo tengo que coger", se disculpa. Minutos después, vuelve a la
conversación aliviado. Falsa alarma, un PCR negativo. "Por suerte, ahora
llaman mucho menos que hace unos meses, pero justo esta semana me toca atender
el número de alertas", dice agobiado. Huerta, nacido en la pequeña
localidad minera de Sama (Langreo, Asturias), lleva media vida, casi 30 años,
al frente del servicio de vigilancia epidemiológica del Principado. Bajo su
mando, la comunidad ha registrado una de las menores incidencias
del covid en toda la epidemia y se ha convertido en la
primera y única 'libre de virus': lleva 24 días sin registrar nuevos
contagios, un lujo impensable en otras regiones. "Bueno, tuvimos un caso
el jueves pasado, pero al final se lo quedaron en Galicia... por unos
kilómetros", se ríe.
Fueron solo 12 kilómetros. Es la distancia que separa el pueblo asturiano de Castropol del gallego de Ribadeo. El pasado jueves, el centro de salud de Jarrio (Asturias) confirmó el positivo de una joven asturiana que vive a caballo entre ambas localidades pero trabaja en un supermercado de Ribadeo. "Al final, acordamos con Galicia que lo lógico era que ellos contabilizaran el caso y repartiéramos el rastreo de contactos, siete para nosotros, 17 para ellos", cuenta Huerta. Este "acuerdo técnico" permitió a Asturias seguir presumiendo de ser la única comunidad libre de virus y solo una de las dos, junto con La Rioja, de estar también libre de brotes. Huerta, sin embargo, no se engaña y sabe que es solo cuestión de tiempo que la situación cambie
"Técnicamente,
seguimos sin covid, pero hay mucha movilidad y comunicación con Galicia en la
frontera con el occidente asturiano", explica. Justo en esa zona se ha
declarado uno de los brotes que más inquieta a Sanidad de los casi 60
declarados en España. Son ya más de 100 los positivos en A Mariña (Lugo),
región que se extiende desde Burela a Ribadeo, en el borde asturiano, y
que ha quedado confinada desde este
domingo durante cinco días. El brote demuestra lo complejo
que será gestionar la situación con el aumento de la movilidad durante el
verano. Huerta evita señalar a políticos y CCAA, pero avisa del
peligro de una recaída. "Si no aprendemos de lo que hemos pasado, vamos a
tener un problema".
PREGUNTA. Con 24 días
sin nuevos casos de contagios, siguen siendo la única comunidad libre de virus.
Si hace tres meses, en el pico de la pandemia, le hubieran dicho esto, ¿qué
habría pensado?
RESPUESTA. Desde
luego, no me lo habría creído. Es una agradable sorpresa, pero no lanzamos las
campanas al vuelo. El día menos pensado nos pueden llegar casos porque la gente
se está moviendo. No es que Asturias sea uno de los sitios más turísticos de
España, pero sí tenemos bastante gente de fuera durante el verano, turismo de
interior, principalmente de Madrid y País Vasco.
P. ¿Cómo lo han
conseguido?
R. Tenemos un poco la
suerte de estar algo más aislados del mundo (risas). Por eso la onda epidémica
nos llegó con algo de retraso. Como ya veíamos lo que estaba pasando en otras zonas,
sobre todo en Madrid, tuvimos el acierto de tomar medidas de contención muy
rápidas. Eso ayudó. Luego, como a todos, nos sobrepasó al principio, pero hubo
una dedicación enorme del personal de salud pública y asistencial. En salud
pública estuvimos trabajando casi 24 horas al día durante 2-3 meses, detectando
casos, identificando contactos, viendo por donde estaban saliendo... Luego, en
el momento en el que empezaron a aparecer casos en los centros sociosanitarios,
en las residencias de ancianos, los primeros brotes no los pudimos evitar, como
en el resto de CCCA, pero pusimos en marcha sistemas de respuesta muy
intensiva. Ante un caso positivo hacíamos test a todos los residentes y a todo
el personal y básicamente interveníamos toda la residencia.
P. Asturias realizó
muchos test PCR desde el inicio. Ahora mismo es la cuarta comunidad en número
de test, 120 por 1.000 habitantes. Andalucía se queda en 31 y Aragón en 58. ¿A
qué se deben semejantes diferencias entre CCAA?
R. La ventaja que
hemos tenido aquí es que el servicio de virología del Hospital Universitario
Central de Asturias (HUCA) es puntero a nivel mundial. Han desarrollado una PCR
propia, también usan PCR comerciales, como en todos los sitios, pero al
comienzo usaron casi solo su propio test PCR. Tienen mucha experiencia en esto,
han escalado su capacidad de respuesta aumentando turnos de guardia para hacer
4-5 tandas de análisis al día y han podido llegar a una capacidad diagnóstica
muy grande. Al principio era solo ese hospital el que hacía los test, luego ya
cuando hubo más disponibilidad de test comerciales y otros hospitales se
metieron también, pero el HUCA nos pudo asegurar casi 2.000 PCR diarios en
plena pandemia cuando en otros sitios era casi imposible hacerlos. Para
nosotros eso fue una maravilla. Nos permitió, por ejemplo, en el momento que
aparecía un caso en una residencia, hacer test masivos a todos los sospechosos.
P. Sin esa capacidad
de PCR, ¿estaríamos hablando ahora de otra situación en Asturias?
R. Totalmente. Se nos
habrían escapado muchos casos, sobre todo en centros sociosanitarios, que es
donde en su momento nos preocupó mucho por el mayor riesgo de mortalidad. Ahora
mismo al 93% de la gente que va a su médico de cabecera con síntomas de covid
se le hace un PCR.
P. Hay CCAA, como
Murcia, que están controlando muy bien la pandemia, pero solo llevan 38 PCR por
1.000 habitantes.
R. Sí, esa cifra va a
depender de la difusión de la enfermedad. Desconozco los detalles
epidemiológicos de Murcia, pero sé que ellos nunca han tenido una gran difusión
de la enfermedad. En nuestro caso sí la hubo y lo fuimos viendo. La epidemia
empezó a partir de un centro de Formación Profesional, en alumnos de entre 16 y
19 años y profesores. Casi de casualidad, saltándonos un poco los protocolos,
hicimos unos test, empezamos a encontrar casos, empezamos a ver cómo esos casos
generaban otros y llegamos a identificar hasta 8 cadenas transmisión. A partir
de ahí la epidemia ya era de tal calibre que no pudimos hacer seguimiento ni
identificar fuentes de infección.
P. Tuvieron que
saltarse los protocolos, ¿por qué?
R. Nos aferramos a criterios flexibles. En su momento, el primer caso parecía que tenía relación con un alumno que tenía una novia que había estado en Italia. Eso no cumplía la definición de caso en su momento, pero decidimos hacer los test igualmente. Luego resultó que la chica no había estado en las zonas de Italia de transmisión y que ella y el alumno habían dado negativo, pero a cambio pudimos detectar el primer caso.
P. Si tuvieron que
saltarse los protocolos de Sanidad, ¿significa eso que estaban mal definidos?
R. No, creo que
estaban muy bien ajustados a la situación. Pero hay que tener en cuenta, y
nosotros siempre lo tuvimos claro, que un protocolo es una guía, pero no es
estricta. Te marca la pauta y siguiéndola puedes conseguir hacer las cosas
bien, pero también necesitas cierta flexibilidad. Por ejemplo, cuando vimos que
empezaban a aumentar mucho los casos de Madrid, cuando nos llegaban los casos
sospechosos procedentes de allí, aunque en ese momento no se consideraba Madrid
como zona de transmisión, sí les empezamos a hacer test. Luego, al poco tiempo
se incluyó a Madrid como zona de transmisión. Digamos que hemos intentado ir un
poco por delante. Aplicamos más bien el espíritu del protocolo que el protocolo
estricto.
P. Otra de las claves
es realizar un buen rastreo de contactos. ¿Cómo lo están haciendo?
R. Ahora tenemos un
equipo de 30 personas para toda Asturias que ha ido cambiando en función de las
circunstancias. Es personal sanitario que contrata Salud Pública, nosotros
desde epidemiología hacemos la coordinación, pero el seguimiento de contactos
lo hacen ellos. En vigilancia epidemiológica, somos ahora cinco personas, pero
en el pico de la pandemia llegamos a ser 11.
P. Hay mucha
diferencia de opiniones entre los epidemiólogos respecto a las 'apps' de
rastreo de contactos. Están en marcha en casi toda Europa, pero de momento sin
grandes resultados. En España, de llegar, no lo haría hasta septiembre u
octubre. ¿Cree que es una herramienta útil?
R. Me parece que
incordia más que resuelve. Puede tener utilidad, pero también genera mucho
falso contacto porque están solo basadas en la proximidad. Si vas en tu coche,
te paras en un semáforo, y el del coche de al lado tiene la 'app' pero ambos
vais con la ventanilla bajada, si el otro al final da positivo, puede que te
considere a ti como contacto, cuando no ha habido riesgo. Hay muchos ejemplos
similares de falsos positivos. Creo que genera más ruido que otra cosa.
P. Ahora mismo hay
cerca de 60 brotes en España y uno de los que inquieta a Sanidad es
precisamente el de A Mariña, en la frontera de Lugo con Asturias. La capacidad
de cada comunidad para hacer frente a esos rebrotes, en cuando a capacidad de
PCR y rastreo de contactos, es muy desigual. ¿Le preocupa la situación actual?
R. No debería opinar
sobre otras CCAA, pero sé que la situación no es homogénea, eso está claro. Y
la verdad es que la situación actual nos preocupa, porque después de todo lo
que se ha dicho de la necesidad de reforzar la salud pública y de tener la
capacidad de respuesta, que incluso está recogido en los protocolos nacionales,
la sensación que tenemos es que los responsables sanitarios no están poniendo
estos refuerzos al nivel que sería necesario. Son ellos los que tienen que
asumir esa responsabilidad. En Asturias no nos podemos quejar, que vaya por
delante que consideramos que estamos relativamente bien. Pero también es a
costa de un enorme esfuerzo personal, más que de refuerzo de plantilla.
P. Si muchas CCAA
siguen sin tener los medios necesarios, ¿cree que la estrategia de desescalada
ha sido la correcta?
R. Teníamos que salir
de la situación en la que nos tuvimos que meter, no podíamos manteneros
encerrados de forma indefinida. La situación económica es fundamental y acaba
afectando a la salud. No quedaba otra que salir y mandar los mensajes claros de
reforzar las capacidades. Como cualquier medida que puedas tomar en la que no
tienes todas las seguridades, siempre puede haber polémica. Pero a mí me ha
parecido un proceso muy razonable, dentro de que la situación no era la misma
en una comunidad que en otra. Luego si ese refuerzo de medios se está haciendo
o no en unas zonas u otras, son los responsables sanitarios los que tienen que
hacerlo. Nosotros solo somos técnicos, planteamos las necesidades que hay que
cubrir.
P. Se ha especulado
mucho sobre la posibilidad de una nueva oleada fuerte en pleno verano, ¿cree
que puede ocurrir?
R. Hay epidemiólogos
que hablan de rebrote en verano, otros en otoño, otros en invierno... nadie
tiene ninguna seguridad de nada. Es todo especulación en base al comportamiento
de otras enfermedades. Cualquier planteamiento tiene que ir con mucha
precaución. La pinta que tiene es que este verano veremos brotes localizados y
en el otoño una nueva ola. Pero todo esto con una precaución enorme porque la
verdad es que no tenemos ni idea de lo que va a ocurrir. Quiero ser optimista y
creo que el aprendizaje que hemos hecho con esta primera onda nos puede
permitir controlar mejor una segunda ola y evitar que sea mayor que la primera,
siempre y cuando usemos lo aprendido.
P. ¿Podría haber
confluencia en otoño de un brote de gripe estacional y covid? ¿Qué implicaría?
R. Nos preocupa, pero
no tanto porque pueda suponer una situación más grave sino porque pueda suponer
una dificultad para identificar claramente qué tenemos: gripe o covid. ¿Está
circulando una cosa, la otra, ambas a la vez? Esa es la principal dificultad
que tenemos y es algo que tampoco tenemos nada claro. Sabemos de otros virus
que cuando hay una ola epidémica de uno, los otros virus no suelen circular
tanto. Es una opción, pero no se sabe si va a ocurrir así. Puede que si hay una
onda epidémica fuerte de gripe, circule gripe y no covid, y al revés. Ahora es
solo una hipótesis.
P. Los datos de Madrid
son poco tranquilizadores. Faltan los refuerzos prometidos, con solo 144
rastreadores de 400 y sin recursos extra en atención primaria. Hay médicos que
denuncian que Salud Pública en esa comunidad está tardando una semana en llamar
a casos sospechosos de contagio. ¿Cree que Madrid puede tener un efecto
arrastre al resto de CCAA?
R. Creo que no, pero
es complejo. La competencia de organización de los servicios sanitarios es
autonómica y depende mucho de la situación de partida y de las opciones que
vayan tomando las consejerías de salud de cada comunidad.
P. Le pregunto porque
este verano habrá una fuerte movilidad interior y Asturias se enfrenta a un
reto ahora: se ha convertido en la segunda comunidad con más reservas, tan solo
por detrás del País Vasco. El presidente de la patronal asturiana hace poco
dijo sobre la baja incidencia del covid en la región: “Nos están haciendo una
publicidad tremenda y hay que aprovecharla".
R. Sí, esta es una de
las cuestiones que nos preocupa más. Puede que se esté produciendo un efecto
llamada y podamos ser un punto de atracción, aunque no creo que vayamos a tener
más turismo que otros años, mucha gente no se va a mover, pero está claro que
la afluencia será importante. Ahora mismo parece que la transmisión interna en
el Principado está muy controlada, lo que nos preocupa son las personas
infectadas que nos puedan llegar de fuera y que puedan generar brotes. Tal y
como lo tenemos montado, nuestro sistema de atención primaria y Urgencias está
entrenado para detectar casos con rapidez. Eso nos da más tranquilidad.
P. ¿Qué piensa cuando
ve imágenes como las de Irún estos días con miles de jóvenes de fiesta o playas
abarrotadas?
R. Bueno, son
situaciones diferentes. Las medidas que se recomiendan de mascarilla, distancia
y lavado de manos son fundamentales. Pero los epidemiólogos también tenemos muy
claro que la transmisión se produce cuando tienes una relación muy cercana con
las otras personas, y hablas, convives etc. La transmisión en las playas
pensamos que será muy limitada. Hay que seguir manteniendo la distancia, pero
en una playa la transmisión es más fácil que ocurra si te pones a hablar de
forma muy cercana con alguien, más que porque el viento transporte gotículas.
Si más o menos la distancia se mantiene y las personas que conviven se
mantienen cerca pero no se juntan con otros, que eso es lo más peligroso, no es
mayor problema. En una playa la radiación solar mata el virus, el agua salada
también y la arena no es un medio en el que puedan sobrevivir. Lo importante
son las reuniones familiares y de grupos, de gente que habitualmente no convive
pero que de repente se juntan. Las fiestas descontroladas, como lo de Irún, eso
preocupa mucho más, hay mucha gente que se junta, canta, no hay distancias...
P. ¿Cree que fue
prudente la decisión de abrir las fronteras a finales de junio a turistas
británicos y del resto de Europa sin exigir cuarentena?
R. Creo que sí, en la
medida que la epidemiología del país de origen sea parecida. Parece que Reino
Unido se está acercando a una media europea en la que la transmisión está
controlada. No se puede poner puertas al campo, la frase se repite mucho, pero
es así. No se pueden cerrar las fronteras permanentemente. Como nos decía
Fernando Simón, tenemos que comer, y España es un país que vive del turismo.
Con las precauciones adecuadas, se pueden abrir las fronteras siempre y cuando
no sea a países donde la transmisión esté descontrolada. La decisión de la UE
de tener claro qué países son los que nos podemos permitir un intercambio de
turismo es importante. Y la situación en la UE es que la mayoría de los países
lo tiene controlado, por lo que no lo veo mal.
P. Lleva ocurriendo
desde hace semanas y más ahora: viajeros quejándose de aviones llenos sin
espacios de seguridad, todos codo con codo. ¿Es un peligro desde el punto de
vista epidemiológico?
R. No me preocupa
demasiado siempre y cuando la gente tenga la mascarilla puesta, incluso aunque
sea de válvula, que no es lo más recomendable. Mantener la distancia de
seguridad en una cabina cerrada no es tan eficiente. El hecho de que tengas más
o menos asientos ocupados no es muy relevante epidemiológicamente, lo más
relevante es que todos los viajeros vayan con mascarilla. Si eso se mantiene,
es lo fundamental.
P. Sanidad ha cambiado
múltiples veces la metodología de los datos que recaba, como el conteo de casos
y fallecidos, creando un gran desbarajuste estadístico. ¿Cómo ha afectado esto
a su trabajo? ¿Está de acuerdo con estos cambios?
R. Aquí hay un aspecto
relevante que son las dificultades que tienen los sistemas de información de
las CCAA, no es fácil conseguir los datos adecuados y fiables. Nosotros lo
hemos vivido. No hay sistemas que te den la información directamente. La
inmensa mayoría de las veces son los servicios de epidemiología los que tienen
que ir a buscar esa información porque no existe. Cuando tienes pocos casos
como nosotros, es más fácil, pero si tienes 60.000 casos, es más complicado, y
sobre todo si hablamos de fallecidos.
P. ¿Por qué es tan
complicado recabar los datos de fallecidos?
R. No es información que te llegue directamente. Hay fallecidos en los hospitales que sí te pueden llegar con cierta facilidad, pero fuera de ahí es complicado. Luego tienes que ver si de verdad tienen la enfermedad o no la tienen. El criterio que hemos usado creo que es muy razonable: fallecidos con infección confirmada. Sabemos que no son todos, eso está clarísimo, hay muchos fallecidos a los que no se les hacen los test, pero sabemos que lo que hay es seguro. Es similar a la otra polémica que existe con los datos, el exceso de mortalidad. La mortalidad general ha aumentado, una buena parte es por covid, pero otra no, se debe en parte a que los sistemas sanitarios han estado colapsados o muy cercanos al colapso y hay personas que no han recibido tratamiento o, por miedo, no han acudido a los centros sanitarios. Todo esto podría haber acelerado su fallecimiento por no recibir atención sanitaria. Distinguir todo eso en los datos es muy complejo, sobre todo en las CCAA grandes. Al final, Sanidad, si ve que las CCAA no le envían datos de calidad, tiene que hacer cambios metodológicos. Con nosotros no ha tenido problemas, pero si ve que, por ejemplo, Madrid le envía miles de fallecidos sin fecha de fallecimiento, como ha ocurrido, porque no es una información que le llegue a la Consejería de Salud de Madrid, es una información que tienen que ir a buscar, es lógico que esperen a intentar que las CCAA consigan esa información para poder colocarlos en su día.
P. El Centro de
Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) aseguró en febrero en
varios emails al Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades
(ECDC) que "el virus no tendrá un alto impacto”.
El 3 de marzo admitió al ECDC su incapacidad para hacer test y
rastreo de casos sospechosos. Sin embargo, el ministro de Sanidad,
Salvador Illa, aseguraba en público esos mismos días que "el sistema de
salud español estaba preparado para hacer frente al coronavirus".
R. (Huerta se ríe
agobiado) No me puedo meter a decir si los responsables lo hicieron bien o no,
no me pida eso porque no se lo voy a decir. La sensación de los que estábamos a
pie de calle es que la situación sobrepasaba con claridad las capacidades que
había. Pero de forma abrumadora. Nosotros aquí no nos podemos quejar porque
pudimos escalar la capacidad muy rápidamente, pero en otras CCAA no pudieron.
Luego se fue escalando, pero al principio se necesitaban test diagnósticos que
no estaban disponibles en los mercados internacionales. Y eso pasó aquí y en
casi todos los países.
P. Pero ahora sabemos
mucho más de la enfermedad y de los fallos cometidos por desconocimiento. ¿Cree
que, aun así, se están cometiendo algunos de los mismos errores que se
cometieron al comienzo de la epidemia?
R. Creo que los
responsables tienen que darse cuenta de lo que hemos pasado. Si no quieren
volver a verse superados por otra situación que no es tan fácil que se dé, pero
que no se puede descartar, tendrán que poner en marcha medidas de refuerzo a
todos los niveles. Hay que tener en cuenta además que todo el sistema
sanitario, tanto asistencial como salud pública, hemos pasado por unos meses
muy duros y estamos un poco cansados. Creo que es básico reforzar todo el
sistema sanitario, dar descanso a los que hemos estado en primera línea y tener
preparado todo para la próxima posibilidad de onda epidémica. No estamos seguros
de que pueda venir, pero no podemos olvidar que puede ocurrir. Si no aprendemos
de lo que hemos pasado vamos a tener un problema.
EL CONFIDENCIAL, Lunes 6 de julio de 2020
Imagen: El Confidencial
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