ELENA ARRIAZA - Barcelona
Que los niños tengan que pedalear para conseguir zumos, batidos,
snacks o dulces, una nueva forma de buscar solución a un viejo problema,
la obesidad infantil. Ese es el mecanismo de la máquina dispensadora
que se ha presentado hoy en el Museo de las Ideas de Barcelona (miba).
“Hay que pedalear en la bicicleta estática un máximo de 90 segundos
hasta quemar las calorías que contiene el producto seleccionado para
conseguirlo”. Así explica el funcionamiento de la máquina Pep Torres, su
inventor y director del museo. “Mi intención es concienciar a los niños
de la importancia de los hábitos saludables, de llevar una dieta
equilibrada y de lo necesario que es hacer deporte”.
La máquina la ideó en 2009 y fue considerada por Time Magazine
uno de los 50 mejores inventos del año. Gracias al éxito conseguido,
Torres ha decidido actualizarla y hacer una versión 2.0 para que así sea
más atractiva para los niños. Con la ayuda de la empresa Digalix, encargada de desarrollar el mecanismo multimedia del invento, ha conseguido una máquina de vending
muy diferente a las tradicionales. Toni Mayorga, director de Digalix,
ha asegurado que están encantados de haber participado en la reinvención
de esta máquina y poder ser parte de un proyecto que lo que quiere es
transmitir a los niños que “las cosas se consiguen con esfuerzo”. Lo que
hace diferente a este invento es la pantalla interactiva de gran
calidad visual. En la pantalla se puede ver a Olivia la inventora, el
personaje del miba que siempre acompaña a los niños para explicarles el
mecanismo de los inventos y que les guía durante el proceso, haciéndolo
todavía más atractivo.El proceso de compra de la expendedora se inicia
tocando la gran pantalla multitáctil para seleccionar el producto,
continúa con la aparición de la información y los datos del reto de
gasto de calorías que se debe afrontar y finaliza pedaleando hasta que
cae el producto elegido.
De momento, la máquina se puede ver en el miba, pero la intención es
contactar con los ayuntamientos para llevarla a los colegios y que allí
se utilice como un elemento de concienciación para los niños. Torres
cuenta que lo que quiere es “que la máquina esté durante 15 días o un
mes en las escuelas y que los niños consigan el producto de forma
gratuita en lo que se refiere a dinero pero que paguen con su esfuerzo”.
El inventor piensa que “la cultura anglosajona se está imponiendo y
cada vez se come más comida basura en nuestro país, y yo lo único que
quiero es ayudar a luchar contra esto”. En los próximos días espera
firmar un acuerdo con una marca de productos que será la encargada de
proporcionar los alimentos.
EL PAÍS, 13/03/2013
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