JUAN REVENGA (Dietista-Nutricionista)
Hace años que vengo defendiendo que en la escuela debieran adquirirse más habilidades prácticas,
en concreto aquellas que facilitaran el día a día a los que hoy son más
pequeños. Quiero anticipar que con esta entrada no quiero ni voy a
ayudar a escurrir el bulto sobre el origen de la buena educación
de esas personitas que son nuestros hijos y que están a nuestro cargo.
La mayor parte de esa responsabilidad, en especial la que atañe a las
cuestiones más importantes, ha de recaer sobre la unidad parental (padre y madre).
Entre ésas habilidades a adquirir y que hoy asumo como relativamente perdidas en los adultos (al menos en relación con respecto a hace un tiempo) está la de saber cocinar. Me resulta llamativo que desde un tiempo a esta parte a los cocineros más encumbrados y a algunos médicos-mediáticos también les ha dado por hablar de la necesidad-idoneidad de que nuestros hijos tomen clases de cocina en el colegio.
¡Claro, como en casa ya no hay (tantos) profesores de eso! pues parece
que hay que encajonarle la responsabilidad al sistema educativo.
Lo cierto es que no sé hasta que punto esta es una responsabilidad
que debería hacerse descansar en las escuelas, pero supongo que en
ausencia de una realidad práctica casera pues no debiera ser esta tan
mala cosa. No lo tengo del todo claro. Aunque opino que al menos así se tendría la garantía de que cada personita adquiriera un mínimo de habilidades culinarias
como para poder apañárselas por su cuenta. Luego, ya si eso, que cada
uno en su casa, si quiere, le de clase a sus hijos de como esferificar
aromas y emulsionar salsas con nitrógeno líquido (es broma, ya sabes que
no considero este tipo de tecnificación como algo necesario. Para
nada).
El caso es que esta entrada me había quedado en la recamara a colación de aquella otra sobre que el saber cocinar podría estar relacionado con el comer de forma más saludable. En aquella entrada hablé de un estudio
que así lo ponía de manifiesto. Así, los autores se hacen eco de
algunos hechos que no por conocidos dejan de ser menos preocupantes. Por
un lado el descenso en la transmisión intergeneracional de las conocimientos culinarios, y por el otro que las clases de cocina no son un práctica habitual en muchos países.
En el mencionado estudio que dio pie a aquella entrada me llamó
poderosamente la atención que estando como estaba realizado sobre
población suiza, se comentara que, en Suiza, las clases de cocina en el colegio son obligatorias para las mujeres desde hace bastante tiempo y que la obligatoriedad para los varones es reciente: ¡de los años ‘80 del pasado siglo XX!
Parece mentira que aquí, cuna de la sobre estimada y glorificada
dieta mediterránea, valedores como al parecer somos de tradiciones
culinarias seculares (y todo lo demás que de forma más o menos prosaica
se nos ocurra para dignificar nuestros hábitos), sigamos dando la
matraca con la necesidad, no ya conveniencia, de llevar este tipo de
conocimientos y enseñanzas a nuestras escuelas. Mientras los suizos ya
cayeron en la cuenta de la importancia de estas cuestiones hace tiempo.
EL NUTRICIONISTA DE LA GENERAL / 20 MINUTOS, Miércoles 6 de marzo de 2013
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