Los hábitos y costumbres positivas
que forman parte del estilo de vida de cada persona se van adquiriendo,
o adoptando, a medida que los niños van haciéndose mayores, durante la
etapa de desarrollo. En esta integración de valores es fundamental la
manera de alimentarse y de comer sano ya que esto se verá reflejado en
la salud física y mental del pequeño a corto y largo plazo
Crecer en un hogar donde los padres tengan costumbres sedentarias (ver
demasiado tiempo la televisión, estar frente al ordenador largos ratos,
etc.) aumenta las posibilidades de que los hijos interioricen estas
mismas prácticas, viéndose reflejados en aspectos simples y cotidianos
de la vida como son:
- El tiempo que pasa sentado.
- La forma de caminar.
- Poco interés en la práctica de deportes.
- Aumento de peso.
- Torpeza.
- Afición desmesurada a los programas de la tv, o al ordenador y los videojuegos.
Esto es evitable si desde el núcleo familiar se contempla la práctica
de deporte como algo necesario y a la vez lúdico. El interés de todos
por la actividad física aumentaría y el sedentarismo se reduciría en su
totalidad.
Utiliza el tiempo que paséis en familia para realizar actividades
deportivas. Debe ser algo cotidiano y agradable. En vez de premiarles
con chucherías hazlo con el ejercicio: ofréceles ir a la playa, a la
piscina de invierno, ir al campo… les resultará altamente atractivo así
como saludable.
Ocurre lo mismo con la forma de alimentarse. La mesa familiar será el
mejor escenario en el que enseñar a vuestros hijos a comer de forma sana
y equilibrada. Es beneficioso que os reunáis todos en ella, juntos, de
esta forma hay más control y se evita adoptar vicios perjudiciales.
Pero, ¿qué significa alimentarse de manera saludable? Pues bien,
implica que se consuman de manera equilibrada alimentos que aporten los
nutrientes esenciales (minerales, vitaminas y proteínas) para el
correcto funcionamiento del organismo.
Claves a tener en cuenta
1. Predicar con el ejemplo. Los niños copian las actitudes y
comportamientos de sus padres por eso es necesario que deis buen
ejemplo. Comer todo tipo de verduras, carnes y pescados delante de ellos
propiciará que los hijos no los rechacen.
2. Hacer la compra semanal con los hijos es un mecanismo de
enseñanza muy efectivo. Procura que observe cómo seleccionas los
alimentos y distingues cuáles son beneficiosos y cuáles perjudiciales.
3. Acostúmbrale a disfrutar de comidas bajas en azúcar, en sal,
yogures, galletas integrales, verduras hervidas, alimentos integrales…
4. Prepara los desayunos, comidas y cenas en horarios fijos,
reuniendo a todos los miembros de la familia y procurando cambiar el
menú habitualmente para que sea lo más variado posible.
En ambas cuestiones, ejercicio y dieta, el factor genético juega un
papel muy importante ya que la obesidad puede ser un riesgo más latente
en unos niños que en otros. Es fundamental la manera en que se come,
cómo se seleccionan los alimentos al comprarlos y cómo se cocinan
posteriormente.
Se estima que tras el 90% de los niños obesos hay padres pasados de su
peso estimado o también con sobrepeso. El problema, por tanto, empieza
en el seno familiar donde si no se aprende a comer bien es muy difícil
que se haga fijándose en modelos de fuera.
Los patrones alimenticios de la población infantil muestran un
crecimiento excesivo del consumo de alimentos que transportan calorías
vacías y no contribuyen a la salud del cuerpo: golosinas, galletas,
bebidas azucaradas, comidas rápidas…
El organismo, además, se va acostumbrando a una serie de sabores a lo
largo de los años, por lo tanto se buscará que comiencen a ingerir de
manera temprana alimentos sanos con todo tipo de gustos.
No es bueno preparar alimentos en abundancia, es preferible que el
número de raciones se ajuste al número de comensales para evitar
abundancias y excesos. Es importante enseñar a los niños a no comer de
más. Tienen que saber escuchar su cuerpo para poder identificar la
sensación de saciedad.
Esto se consigue enseñando a los niños a comer despacio, masticando
varias veces cada alimento que se introducen en la boca. Está demostrado
que la sensación de saciedad tarda 20 minutos en ser identificada por
el cerebro, por lo que el niño no podrá identificarla si no tarda más de
cinco en comer.
Malas costumbres
Los “malos hábitos” ya mencionados serán muy difíciles de corregir a
partir de los 16 años. Cuando el niño cumpla 10 años, y si no tiene
hábitos establecidos, será más susceptible a la influencia de sus
amistades.
Desde que nacemos las rutinas forman parte de la vida del bebé así que
todo lo que se aprenda durante los primeros 10 años será crucial para
desarrollar futuros adultos sanos.
¿Qué se aprende en la primera década de la vida?:
- 1 año. El sueño, la vigilia y la alimentación con sus pautas de saciedad y hambre.
- 2 años. Marcha, lenguaje, autonomía en el manejo del espacio, orden y organización en el uso de los objetos más cotidianos.
- 3 años. La obediencia y el seguimiento de instrucciones claras.
- 4 años. Saber estar con otros y defenderse sin agredir. También se adquieren hábitos de estudio.
- 5 años. Aprenden todo lo relacionado con la
admiración, la piedad, el perdón, lo bueno y lo malo, la generosidad y
el sistema de creencias que impere en su entorno.
- 6 - 7 años. Colaboración, pasión, servicio, altruismo. Es durante estos años cuando se forma la afición por el deporte.
- 8 - 10 años. Interés por la lectura, es el momento propicio para desarrollar habilidades tecnológicas.
Valores obsesivos
La preocupación por la dieta de nuestros hijos y la sobreinformación
que les transmitimos sobre la restricción de alimentos o calorías puede
obsesionarles llegando a causar trastornos alimentarios como la anorexia
o la bulimia.
Para evitar llegar a esta situación es imprescindible no someter a los
niños a dieta por nuestra propia cuenta. Limitar el aporte calórico
reduce los niveles de nutrientes necesarios para un correcto
crecimiento.
Enséñales a disfrutar de la comida sin culpa; no le critiques cuando coma demasiado o ingiera alimentos inadecuados.
Evita las críticas destructivas sobre tu propio aspecto físico o el de
los demás. No puedes enseñarles que no deben obsesionarse con su cuerpo
si ven que tú lo haces.
Guía para una vida saludable:
De 2 a 5 años
Que los primeros pasos de tu hijo sean el comienzo de una vida activa y saludable.
¿Por qué?
· Porque haciendo actividades físicas crecerán mejor.
· Tendrán huesos y músculos más fuertes.
· Conocerán su cuerpo y evitarán accidentes.
· Mejorarán su autoestima al descubrir sus capacidades.
· Se sentirán alegres y se divertirán.
Consejos sobre alimentación
Recuerda que el niño necesita una alimentación variada, que incluya
diariamente lácteos, verduras y frutas de distintos colores, cantidades
moderadas de pan y cereales y dos o tres veces por semana legumbres,
pescado, pollo, pavo u otras carnes sin grasas.
De 6 a 9 años
Juega todo lo que puedas. Moviéndote crecerás y encontrarás amigos
¿Por qué?
· Podrá compartir y disfrutar con sus amigos.
· Será más ágil y fuerte.
· Aprenderá a practicar deportes que de mayor no olvidará.
Consejos sobre alimentación
- La leche es importante para el crecimiento. Es necesario consumir al menos 3 lácteos al día.
- Come al menos dos platos de verduras y 2 o 3 piezas de fruta al dia.
- Respeta al máximo el horario de sus comidas para evitar que “pique” o pase hambre entre una y otra.
- El desayuno es importantísimo para un buen rendimiento escolar.
- Que adopte como rutina lavarse las manos antes de comer, y los dientes una vez haya concluido.
Redacción: Almudena Villoslada
Foto: 10/09/2012
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