Dos horas al día ante la pantalla aumentan el riesgo de trastornos de
atención en los niños. Investigadores de la Universidad de Nueva
Zelanda han analizado por primera vez los trastornos causados por la televisión en los niños, es decir, los efectos cognitivos a largo plazo de las horas pasadas mirando la televisión en la infancia. Sus resultados indican que el rendimiento escolar
se puede resentir en la adolescencia. Los niños que miran más de dos
horas de tele al día cuando cursan primaria tienen después más
dificultades de concentración al llegar al instituto que aquellos que
miran poco la televisión.
Así lo demuestra el primer gran estudio que ha analizado los efectos a largo plazo del abuso de la televisión en la infancia
sobre la capacidad de atención. El estudio sugiere que los videojuegos
también merman la capacidad de atención. Este estudio sugiere que los
padres deberían tomar medidas para limitar el número de horas que sus hijos miran la televisión.
La capacidad de atención de los niños y la televisión
Según los resultados presentados en la revista médica Pediatrics, los niños que ven menos de dos horas de televisión al día en la infancia no aumentan su riesgo de sufrir trastornos de atención
en la adolescencia. Pero a partir de la tercera hora, el riesgo se
incrementa un 44 por ciento por cada hora adicional que se pasa cada día
delante de la televisión. Estos efectos fueron especialmente acusados
en los niños que miraban la televisión más de tres horas diarias.
En España, los niños de 6 y 7 años ven la televisión una media de dos
horas al día, pero un 36 por ciento la ven más de cuatro horas diarias,
según un estudio de la Asociación Española de Pediatría. El estudio de
la Universidad de Otago se ha basado en 37.000 niños y niñas a los que
se examinó cada dos años desde los cinco hasta los quince años, en el
marco de una ambiciosa investigación sobre desarrollo infantil y salud.
Entre otras preguntas, se pidió a padres y niños que dijeran cuántas
horas de televisión veían. Para evaluar si sufrían algún problema de
déficit de atención, se preguntó a los menores, así como a sus padres y
profesores, si sólo conseguían mantenerse atentos durante un tiempo
anormalmente corto, si tenían una baja capacidad de concentración
o si se distraían con facilidad. Por ejemplo, se les hicieron preguntas
como: "Cuando alguien te habla, ¿te cuesta prestarle atención?"; "¿te
ocurre a menudo que empiezas los deberes y no los acabas?"; "¿te cuesta hacer los deberes si hay ruidos, o hay algún tipo de actividad, en la habitación?".
Estudios anteriores habían detectado que el abuso de televisión en la
infancia conlleva problemas de déficit de atención, mientras los niños
aún cursan Primaria. Pero ningún gran estudio había analizado, hasta
ahora, si estos problemas perduran hasta la adolescencia y ahora sabemos
que los efectos de la televisión sobre la capacidad de atención son
duraderos. Estos efectos a largo plazo se han comprobado en jóvenes que
redujeron las horas de televisión al llegar al instituto, pero en
quienes los problemas de atención relacionados con el abuso de
televisión en la infancia se mantuvieron. Los investigadores alertan
contra la costumbre de algunas familias de encender la televisión para que los niños estén tranquilos, por ejemplo a la hora de desayunar y la recomendación es tratar de reducir las horas de televisión.
Los efectos de los videojuegos en los niños
El estudio no ha analizado los efectos de los videojuegos
y de los ordenadores sobre el desarrollo de niños y adolescentes porque
la recogida de datos se inició antes del auge de estas nuevas formas de
entretenimiento. Pero los investigadores consideran que sus efectos
pueden ser similares a los de la televisión, por lo que el límite de dos
horas diarias debe incluir todas las formas de ocio audiovisual
sumadas. Así, si un niño pasa una hora con un videojuego, no es
aconsejable que vea la televisión más de otra hora el mismo día. Los
datos del estudio no aclaran de qué modo el exceso de televisión afecta a
la capacidad de atención, pero los investigadores apuntan varias
hipótesis. La que presentan como más probable es que las imágenes
televisivas, con sus estímulos constantes, pueden hacer que en
comparación la vida real parezca monótona, de modo que los niños tiendan
a aburrirse ante actividades que tienen ritmos más lentos como asistir a
una clase o hacer los deberes.
Otra posible explicación es que el cerebro infantil,
aún en formación, se desarrolle de manera inadecuada al ser estimulado
en exceso por las rápidas sucesiones de imágenes de los programas de
televisión. Hay aún otras posibilidades: podría ser que ver la
televisión desplace otras actividades que favorecen la capacidad de
atención, como leer, jugar o practicar deporte. O que la televisión
favorezca la inatención porque uno siempre puede retomar el hilo del
programa más tarde, o que los niños inatentos tengan más preferencia por
mirar la televisión que aquellos que no tienen problemas de déficit de
atención. O todas juntas.
Por qué controlar el tiempo de televisión de los niños
En cualquier caso, la investigación no ha detectado que el abuso de televisión en la infancia afecte al riesgo de sufrir hiperactividad,
sino únicamente a los trastornos de atención. Los autores del estudio
reconocen que algunos programas de televisión son educativos y
beneficiosos para los niños. Pero el tiempo total pasado ante la
televisión está asociado en el estudio con peores resultados educativos,
así que está claro que el tiempo inviertido en televisión es
contraproducente para la educación de los niños.
Los efectos de la televisión sobre la capacidad de atención pueden no
tener nada que ver con los contenidos y estar relacionados con los
rápidos cambios de escena característicos de la pantalla; si esto es
así, incluso los programas educativos, en exceso, serían negativos para
la capacidad de atención. Comportamientos violentos, conductas sexuales
de riesgo, bajo rendimiento académico, escasa autoestima por la imagen corporal, nutrición desequilibrada, obesidad
y consumo de drogas encabezan la lista de problemas derivados de un
consumo excesivo o inadecuado de programas de televisión en la infancia y
la adolescencia, advierte la Academia Americana de Pediatría (AAP). Los
niños y adolescentes son especialmente vulnerables a los mensajes
transmitidos por la televisión, que influyen en sus percepciones y
conductas.
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