- Una excesiva exposición a la televisión produce un efecto perjudicial en los niños.
- Existe una relación entre los contenidos que se transmiten y determinados valores que se adquieren.
Introducción
La llegada de la televisión supuso en su momento un cambio radical en
la vida familiar, se abrió una ventana al mundo exterior y se convirtió
en el punto de encuentro familiar en determinados momentos del día. La
información no llegaba sólo de la mano de las palabras sino también de
la imagen, incluso superando ésta en importancia. Como ocurre muchas
veces, el efecto que puede tener este aparato sobre los niños o
adolescentes depende del uso correcto que se haga de él, principalmente
del contenido de los programas y del tiempo dedicado a ver la
televisión.
En el mundo occidental existe una preocupación justificada por los efectos nocivos que tienen algunos programas sobre los niños. Se explota de forma indiscriminada la violencia, el materialismo y el sexo para suscitar el interés del público hacia un determinado programa. Estos contenidos han ganado presencia en la programación incluso en franjas de horario destinadas al público infantil o adolescente. Ahora bien, el contenido de un programa también es nocivo en cuanto a la escasa imaginación o esfuerzo que se pone para desarrollar una buena trama argumental.
Muchas veces se crean imágenes estereotipadas que pueden calar hondo entre el público infantil y adolescente. Así, pueden crearse prejuicios frente a determinados grupos étnicos, religiosos, etc, se fomenta el rechazo o la adhesión a determinados comportamientos o se penaliza a la persona poco agraciada con un carácter tímido y introvertido.
En el mundo occidental existe una preocupación justificada por los efectos nocivos que tienen algunos programas sobre los niños. Se explota de forma indiscriminada la violencia, el materialismo y el sexo para suscitar el interés del público hacia un determinado programa. Estos contenidos han ganado presencia en la programación incluso en franjas de horario destinadas al público infantil o adolescente. Ahora bien, el contenido de un programa también es nocivo en cuanto a la escasa imaginación o esfuerzo que se pone para desarrollar una buena trama argumental.
Muchas veces se crean imágenes estereotipadas que pueden calar hondo entre el público infantil y adolescente. Así, pueden crearse prejuicios frente a determinados grupos étnicos, religiosos, etc, se fomenta el rechazo o la adhesión a determinados comportamientos o se penaliza a la persona poco agraciada con un carácter tímido y introvertido.
¿Cómo afecta en los niños?
Todos estos contenidos puede tener en los niños unos efectos de
influencia y persuasión a corto plazo, mientras que a largo plazo los
efectos se dirigen sobre todo al área cognitiva. El niño aprende en gran
parte por imitación de las personas que para él son más interesantes o
atractivas. Esas personas pueden ser los propios padres u otros
personajes que estén a su alcance. Por ello, esos modelos pueden tener
consecuencias importantes sobre su conducta futura.
Además, los niños expuestos a programas destinados a adultos entran en contacto con realidades para las que no están preparados (violencia, guerras, etc..), que muchas veces no son capaces de distinguir si son realidad o ficción. La exposición a este tipo de programas puede transmitirles una visión especialmente pesimista del mundo que les rodea o crearles cierta inseguridad. Por otro lado, existen esos factores que influyen sobre los niños, como la ausencia de una alternativa o antídoto adecuado, la capacidad de captar la atención y el tiempo dedicado a ver esos argumentos o modelos. Por su parte, durante la época de la adolescencia se desarrolla la capacidad reflexiva de la persona, y la televisión no es el medio más adecuado para ello. La transmisión de mensajes o informaciones sucede con tal rapidez que resulta imposible poderlas asimilar de forma correcta.
En este sentido, diversos expertos establecen cierta relación entre la transmisión de unos determinados valores, como es el culto al cuerpo, y el desarrollo de trastornos alimentarios entre la población adolescente. Los contenidos de programas con referencias explícitas al sexo pueden transmitir una visión totalmente incorrecta o excesivamente superficial. Los padres son una figura fundamental en la educación sexual de los hijos, que en ninguna medida puede ser suplantada por la televisión.
También existe una faceta social que puede ayudar a generar adicción a un determinado programa ya que se relaciona con la pertenencia o no al grupo. Esto puede ocurrir sobre todo con los programas dirigidos al público infantil o adolescente. De esta forma, apoyados por un fuerte mercantilismo, es difícil escapar a la tentación de seguir algunas modas o consumir ciertos productos.
No podemos ignorar cómo aumentan los anuncios de juguetes en determinadas épocas del año. De todos es conocida la sensación de fustración que tienen algunos niños cuando se les regala un juguete que han pedido reiteradamente después de haberlo visto anunciado. Efectivamente, el juguete una vez extraído o desprovisto del contexto en el que se anunciaba pierde todo el interés o el niño acaba cansándose pronto de él.
Además, los niños expuestos a programas destinados a adultos entran en contacto con realidades para las que no están preparados (violencia, guerras, etc..), que muchas veces no son capaces de distinguir si son realidad o ficción. La exposición a este tipo de programas puede transmitirles una visión especialmente pesimista del mundo que les rodea o crearles cierta inseguridad. Por otro lado, existen esos factores que influyen sobre los niños, como la ausencia de una alternativa o antídoto adecuado, la capacidad de captar la atención y el tiempo dedicado a ver esos argumentos o modelos. Por su parte, durante la época de la adolescencia se desarrolla la capacidad reflexiva de la persona, y la televisión no es el medio más adecuado para ello. La transmisión de mensajes o informaciones sucede con tal rapidez que resulta imposible poderlas asimilar de forma correcta.
En este sentido, diversos expertos establecen cierta relación entre la transmisión de unos determinados valores, como es el culto al cuerpo, y el desarrollo de trastornos alimentarios entre la población adolescente. Los contenidos de programas con referencias explícitas al sexo pueden transmitir una visión totalmente incorrecta o excesivamente superficial. Los padres son una figura fundamental en la educación sexual de los hijos, que en ninguna medida puede ser suplantada por la televisión.
También existe una faceta social que puede ayudar a generar adicción a un determinado programa ya que se relaciona con la pertenencia o no al grupo. Esto puede ocurrir sobre todo con los programas dirigidos al público infantil o adolescente. De esta forma, apoyados por un fuerte mercantilismo, es difícil escapar a la tentación de seguir algunas modas o consumir ciertos productos.
No podemos ignorar cómo aumentan los anuncios de juguetes en determinadas épocas del año. De todos es conocida la sensación de fustración que tienen algunos niños cuando se les regala un juguete que han pedido reiteradamente después de haberlo visto anunciado. Efectivamente, el juguete una vez extraído o desprovisto del contexto en el que se anunciaba pierde todo el interés o el niño acaba cansándose pronto de él.
Efectos perjudiciales
Uno de los factores que influye en el efecto perjudicial de la
televisión sobre los niños es el excesivo tiempo que se le dedica.
Algunas estadísticas describen hasta una media de tres a cuatro horas al
día de exposición a la televisión en los niños
Es decir, considerando que emplean unas ocho horas en el colegio, hemos de suponer una reñida competencia entre ambas fuentes de información. Además de que el uso abusivo de la televisión no fomenta la capacidad de pensar en los niños y adolescentes, aumenta el riesgo de que vean programas en una franja horaria propia de los adultos. En este sentido, habría que determinar en qué medida se respeta esa franja destinada al público infantil, no sólo en el tipo de programas emitidos sino también en los anuncios.
Por otra parte el exceso de televisión puede ser un factor importante en el desarrollo de sedentarismo. Algunos estudios relacionan el tiempo que los niños están delante del televisor con el índice de masa corporal (parámetro que mide la obesidad y que relaciona la altura con el peso). Evidentemente, además de la ausencia de ejercicio físico (ante el cual se antepone en muchos casos la adicción a la televisión) también influye el consumo de alimentos nocivos como chucherías.
Es decir, considerando que emplean unas ocho horas en el colegio, hemos de suponer una reñida competencia entre ambas fuentes de información. Además de que el uso abusivo de la televisión no fomenta la capacidad de pensar en los niños y adolescentes, aumenta el riesgo de que vean programas en una franja horaria propia de los adultos. En este sentido, habría que determinar en qué medida se respeta esa franja destinada al público infantil, no sólo en el tipo de programas emitidos sino también en los anuncios.
Por otra parte el exceso de televisión puede ser un factor importante en el desarrollo de sedentarismo. Algunos estudios relacionan el tiempo que los niños están delante del televisor con el índice de masa corporal (parámetro que mide la obesidad y que relaciona la altura con el peso). Evidentemente, además de la ausencia de ejercicio físico (ante el cual se antepone en muchos casos la adicción a la televisión) también influye el consumo de alimentos nocivos como chucherías.
A pesar de todo, educativa
Los efectos nocivos de la televisión vienen determinados por el mal uso
que se da de ella. Sin embargo, la televisión puede ser utilizada como
elemento educativo ya que, como aseguran algunos autores, emplea de
forma simultánea diferentes formas de ofrecer información, vista y oído,
puede resultar en cierta forma participativa, y por último, ofrece
mensajes y conocimientos con rápidez.
De hecho, existen programas con un alto contenido educativo y muy útiles como concursos, documentales, programas que ayudan a desarrollar habilidades o transmiten valores positivos, etc.
De hecho, existen programas con un alto contenido educativo y muy útiles como concursos, documentales, programas que ayudan a desarrollar habilidades o transmiten valores positivos, etc.
Recomendaciones
La televisión no puede suplantar a la vida familiar. No se puede culpar
totalmente a los medios de las consecuencias negativas que puedan tener
sobre la formación de los más pequeños. En muchos casos, el recurso a
la televisión surge para llenar un vacío. Los padres debemos esforzarnos
en educar a nuestros hijos en el uso de este electrodoméstico,
ofreciéndoles alternativas y detectando posibles efectos perjudiciales
sobre nuestros hijos.
Detectar un uso inadecuado de la televisión: Existen algunos síntomas
que pueden ayudar a determinar si la televisión es usada de forma
inadecuada en el seno de una familia:
- Proliferación de aparatos en el hogar. La fácil disponibilidad de este electrodoméstico ha llevado a colocarlo en casi todos los cuartos.
- La televisión ocupa un lugar central en la sala de estar o comedor. En ocasiones, parece que todo el mobiliario esta dispuesto hacia ese aparato.
- Se enciende la televisión sin un horario fijo, incluso cuando no se le está prestando atención.
- Empleo excesivo del zapping. No se ve la televisión con un orden prefijado, buscando algún programa determinado. - Se sacrifican momentos de intimidad familiar por el simple hecho de ver la televisión, como es la hora de la comida.
Detectar una influencia negativa sobre nuestros hijos:
Si el niño o el adolescente se adiciona a unos determinados programas o
simplemente a ver la televisión, se pueden detectar algunos cambios
- Se desprecian otras actividades como la lectura.
- Disminuye el rendimiento escolar.
- Se abandona la práctica de deportes u otras actividades de grupo.
- Desarrollo de problemas de sobrepeso o sedentarismo.
- Se observan comportamientos imitados, no propios de nuestro hijo (violencia, indiferencia, ausencia de compasión).
Aprender a utilizar correctamente la televisión: Casi todos los
autores coinciden en las recomendaciones acerca del uso correcto de la
televisión de cara a la educación de nuestros hijos:
- Limitar el tiempo dedicado a la televisión, que habitualmente no debe ser mayor de una hora al día (incluso menos para los más pequeños).
- Ver con ellos los programas, estar pendiente de los anuncios y apagar la televisión una vez finalizado el programa.
- Comentar con ellos los contenidos del programa, ayudarles a reflexionar sobre lo que se ha visto. Desarrollar el sentido crítico, enseñarles a distinguir lo negativo de lo positivo.
Finalmente, no hay que olvidar que debemos ser un buen modelo para
nuestros hijos. En la medida en que nos vean leer o escuchar música,
tendrán afición a la lectura o a la música. En última instancia, existen
muchas opciones para no ver la televisión entre las que siempre destaca
el juego.
Debemos dedicar un tiempo cada día a jugar con nuestros hijos (y no
sólo a hacer tareas). A través del juego notarán nuestra cercanía y
podremos enseñarles muchas cosas. De cara al verano, cuando el tiempo
muerto se incrementa notablemente, el mejor remedio es un buen horario.
En ese horario irán incluidas todas las actividades entre las que puede
estar el ver la televisión.
CLINICA UNIVERSITARIA DE NAVARRA, 24/07/2012
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