En torno a los dos años, es una buena etapa para empezar a inculcar al niño unos
hábitos de higiene que le ayuden a crecer sano y fuerte... aunque por ahora no sea la viva imagen de la pulcritud.
- Lo primero será hacer de las tareas de limpieza una actividad lúdica y atractiva y que, a ser posible, tenga su espacio fijo en la rutina diaria. A medida que progrese, se elevará el nivel de exigencia (pero sin perder ese punto de diversión que hará que no vean la higiene como algo aburrido de lo que hay que huir).
- Procuran repetir lo que ven con toda la fidelidad de la que son capaces. Será importante predicar con el ejemplo y dejar que vean cómo hay que lavarse las manos antes de sentarse a la mesa, cepillarse los dientes después de cada comida, peinarse antes de salir a la calle...
- Hay que explicarles por qué es importante cuidar la higiene. Aunque todavía no comprendan el significado de palabras como gérmenes o virus, quizás entiendan que hay bichitos que se eliminan con una buena limpieza y que pueden hacernos caer enfermos si no los hacemos desaparecer.
¿Qué tareas sencillas pueden hacer?
1. Cepillarse los dientes
Iniciarles en el cepillado de dientes no suele costar mucho esfuerzo.
- Para empezar, se lo pueden tomar como un juego frente al espejo: consiste en sacar la lengua, abrir mucho la boca y usar el cepillo dentro de ella.
- Se les puede recordar que la higiene bucal es una tarea de mayores, con artilugios de mayores, y él, que ya es mayor, puede empezar a usarlos. A todos los niños pequeños les entusiasma esta idea.
- Hay que dejarles que lo intenten, incluso con algo de pasta con flúor, aunque papá y mamá les ayuden.
- Se les puede explicar, con mucha paciencia, que el cepillo debe ir de arriba abajo y que también deben cepillarse la lengua. Puede que no sigan las instrucciones al pie de la letra, pero se irán quedando con el mensaje
2. Lavarse las manos
- Es fundamental que empiece a lavarse las manos antes de cada comida, y ya tiene destreza para hacerlo, aunque los padres deban vigilar si se enjabona y aclara bien. A diario, el pequeño se está poniendo en contacto con unos 100 tipos diferentes de rinovirus (los que pueden producir infecciones), entre otros muchos microorganismos infecciosos.
- Los podemos estimular con jabones con formas divertidas o de colores y olores.
- Hay que ponerle las cosas fáciles: un taburete que le ayude a alcanzar el lavabo con facilidad o unas toallas a su altura
3. Enjabonarse en el baño
- Ya pueden empezar a enjabonarse ellos mismos por delante, aunque no lo hagan del todo bien y tarden mucho más que si lo hiciéramos nosotros.
- Para que vayan mejorando, lo mejor es pedirles que lo hagan por partes: primero las piernas, luego los brazos, después la tripa. De esta forma, les ayudamos, además, a desarrollar en su mente el esquema corporal, es decir, a que tengan una imagen real de su cuerpo
4. Peinarse
- No se trata de que se conviertan en expertos peluqueros, sino de que incluyan el cepillado en su rutina. Aunque ya son capaces de sujetar el peine y pasárselo más o menos por el pelo, aún lo hacen con cierta dificultad. Mientras ensayan todos los días en frente del espejo, también practican su habilidad manual.
- Para que ensayen, los padres pueden dejar que su hijo haga de peluquero con ellos o con algún muñeco (les es más fácil peinar a otras personas que a ellos mismos por la posición que deben adoptar sus brazos). Realizar la tarea delante de un espejo, donde podrán jugar y ver cómo quedan, les resultará más divertido.
Por: Beatriz González.
Asesora: Lidia García, especialista en Pedagogía Terapéutica y Carlos Marina, pediatra y profesor de la Universidad Europea de Madrid.
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