S.F./MADRID
Los niños que se quedan por primera vez en
una guardería lloran y lo pasan mal, al menos unos días, y esto es algo
que los padres tienen que asumir. Despedidas breves, confianza en los educadores y ánimo,
resultan claves para superar el trance. Así lo declara a Servimedia el
periodista Javier Salvatierra, autor del blog sobre crianza «De Mamas & De Papas», que acaba de publicar el libro «Anécdotas de Guardería».
En esta obra, Salvatierra recoge
historias tiernas y curiosas que le han contado 24 educadoras (y un
educador) de otras tantas escuelas infantiles de toda España. Concluye
que las guarderías cada vez disponen de más mecanismos para que «ese mal trago de dejar a los niños» sea lo más fácil posible. «Los propios profesores procuran que las despedidas no se alarguen mucho y que los padres no vuelvan una y otra vez a abrazar a los niños y darles besos, aunque lloren», afirmó.
Por lo demás, continuó, «los menores
de dos o tres años no tienen una noción del tiempo clara y de pronto se
ven en un lugar desconocido rodeados de extraños, donde se sienten
abandonados y del que no saben cuándo les van a sacar sus padres, si es
que vuelven. No hay que extrañarse en absoluto de que lloren y tenemos que ser fuertes y pasar el mal rato, porque el niño se lleva un berrinche, pero nosotros también», señaló el autor.
En diez minutos los niños estarán jugando
En este sentido, la tecnología se ha
aliado con los padres, y cada vez más guarderías instalan cámaras web
con las que ver que todo va bien («al menos, ves que no ha ardido»), o
envían mensajes por el móvil para demostrar que el niño ya está
contento. «Lo normal es que en media hora o menos nuestros hijos estén jugando con
los demás niños y que en unos días ya no lloren... Llega un momento en
que los vas a recoger y no quieren irse, y en vez de echarte los brazos a
tí, se los echan a la educadora».
Con todo, precisó que «cada niño es
un mundo, y aunque la mayoría se acostumbra en pocos días o semanas, a
otros les cuesta más. En tales circunstancias no queda más remedio que
tener paciencia y confianza en la institución, reunirse con las
educadoras y creer en lo que dicen».
Por ejemplo, es habitual que un niño se quede llorando y que a los 10 minutos lo esté pasándolo genial con sus compañeros,
y en estos casos «que te envíen un whatsapp con un vídeo de unos
segundos donde se le ve feliz ayuda mucho», manifestó. Las guarderías
además tienen períodos de adaptación (una
semana o dos en las que los pequeños van menos horas), e incluso
algunas ya dejan a los padres pasar el primer día con ellos.
Paciencia y confianza en los educadores
Otras recomendaciones son visitar el edificio con el niño antes de dejarlo por primera vez
(«para que al menos físicamente lo conozca») y, si su edad lo permite,
explicarle que «se va a quedar en un sitio donde le tratarán muy bien,
hará muchos amigos y del que luego le iremos a recoger».
Según el autor, «es muy importante tener confianza plena en los educadores,
que por lo general desempeñan un trabajo vocacional con mucho cariño y
atención», que no siempre está bien pagado. Confesó que «si yo a veces
no puedo con dos, la labor de estas personas con 18 ó 20 para
controlarlos, jugar con ellos y enseñarles a comer y a dar las gracias
resulta digna de admiración».
ABC, Martes 3 de septiembre de 2013
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