GEMA LENDOIRO
Todos los meses de septiembre sucede igual. Al cabo de unos días de la vuelta al cole caen las primeras bajas:
uno, dos, tres y a veces hasta la mitad de la clase, se queda en casa
por los primeros mocos... A veces acompañados de fiebre y, siempre con
mucho malestar general en el niño. Y con su llegada saltan todas las
alarmas, en unas casas menos que en otras. Todo dependerá de la
información que manejen los padres y con la actuación que lleven a cabo.
Hay muchísimos mitos alrededor de los mocos que hacen que,
un simple catarro, pueda derivar en cosas más molestas como una
gastroenteritis y todo por no saber qué hacer.
A pesar de que las campañas de sanidad son claras al
respecto, conviene recordar qué son los mocos, para qué sirven y, sobre
todo, qué hacer con ellos cuando llegan a casa... a veces para quedarse
todo el curso.
El pediatra Jesús Martínez, creador del exitoso grupo de
facebook, el médico de mi hijo (ya son más de 9 mil integrantes),
explica todos los secretos de este «gran acompañante»:
—¿Qué es un moco?
—Un moco es un moco, todo el mundo sabe, porque los ha
palpado. Lo que son los mocos, no necesitan definición. Acúmulo sobre
base viscosa de proteínas y glúcidos, gran cantidad de anticuerpos y
otros productos orgánicos defensores. Los producen no solo la nariz,
sino todas las mucosas para hidratarse y lubrificarse, respiratorio,
digestivo, etc.
—¿Por qué tenemos mocos?
—Es la manera que tienen las mucosas del organismo de no
deshidratarse y mantenerse lubrificadas y poder ejercer su función
defensora. Imagínate seco como el cartón seríamos una infección
constante.
—¿Para qué tenemos mocos?
—Para evitar que microorganismos penetren y atraviesen las
mucosas provocando infecciones y heridas. Es una especie de película que
recubre y atrapa todo lo que la toca como
si de una superficie viscosa y pegajosa, que es, se tratara. Allí
quedan adheridas y eliminadas las peligrosas bacterias, suciedades que
flotan en el ambiente y todo tipo de materias orgánicas e inorgánicas
indeseables, por eso los mocos toman colores variados, todos ellos
normales y sin significado alguno.
—¿Hay que cargarse a los mocos como sea?
—Son nuestra defensa y si nos centramos en los de la nariz
ejercen una función básica de defensa ante catarros e infecciones
respiratorias y pulmonares. Si eliminamos las defensas evidentemente nos
quedamos a disposición del atacante que tendrá expedita la vía de
entrada.
—Motivos para ir a urgencias.
—Los mocos nunca son un motivo para ir a urgencias, ni siquiera de ir al médico, es motivo para acercarse a por el paquete de pañuelos y limpiarse.
Los mocos van a convivir con nuestro hijos durante todo el invierno y
periodo escolar, lo mejor es acostumbrarse a ellos. Luego, no son los
mocos el problema.
Habrá que ir a urgencias si además de mocos tenemos una
urgencia vital que no puede demorar a mañana que lo vea su pediatra.
Dificultad respiratoria grave, fatiga, decaimiento extremo.
Evidentemente no serán los mocos el problema, aquí habrá además una
neumonía o una crisis asmática.
—Motivos para ir al pediatra, sin prisa pero sin pausa.
—Cuando además de los mocos el niño lleva tres días con
fiebre alta, cuando presenta dificultad para respirar, o bien cuando los
mocos son sanguinolentos, rojos.
—Antibióticos, ¿por qué no son eficaces?
—Los catarros son procesos producidos por virus, y como
todos los virus no son sensibles a los antibióticos por lo que no deben
usarse. Además el mal uso de los antibióticos puede crear resistencias,
reacciones inesperadas o alergias no deseadas.
—¿Hay que llevar al niño al cole cuando tiene mocos?
Si dijera que cole no, ya podíamos cerrar todas las escuelas. Un niño en invierno siempre suele tener mocos.
—Prevención.
—Lavado de manos, estornudar en el brazo, airear bien las
aulas y sobre todo no mantener temperaturas elevadas en su habitación y
en su entorno, huyendo del sobre abrigo tan perjudicial para las
defensas del niño.
—Cuidados.
—Limpiar mocos sin pasarse, no debe quedar el niño seco, debe quedar aseado.
—Lo que no sirve para nada.
Mucolíticos, antitusivos, descongestionante,
antihistaminicos, antibióticos o cualquier otro brebaje de los que tanto
gustamos empapuzar a los pobres pequeños con el único fin de calmar
nuestra ansiedad y sentir que estamos haciendo algo por ellos.
Y, sobre todo, recuerda no medicar nunca a tu hijo sin haber consultado antes con su pediatra.
ABC, Domingo 15 de septiembre de 2013
Comentarios
Publicar un comentario