ABC FAMILIA
No solo aprenden a comer de forma equilibrada, sino que
además estimulan sus sentidos y trabajan la psicomotricidad fina lo que
les servirá para comenzar sus primeros trazos de escritura. Este es el
ejemplo por el que ha apostado el Eurocolegio Casvi, de Villaviciosa de Odón (Madrid), con los talleres de cocina que ha puesto en marcha para niños de uno y dos años.
La adquisición de hábitos alimenticios erróneos durante el
periodo infantil y juvenil es una de las principales causas de los
preocupantes índices de obesidad que existe entre la población menor.
Según estudios recientes realizados por la Asociación Española de Pediatría (AEP) o la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), el 40% de la población infantil y juvenil tiene un peso superior a lo aconsejado.
Para prevenir esta lacra, es muy importante que se inculque entre los
más pequeños, desde su primer año de vida, costumbres para seguir una
dieta equilibrada, variada y sana, algo fundamental para su salud.
Estimulación de los sentidos
Por ello, Eurocolegio Casvi ha desarrollado un completo
programa de actividades de cocina, que siempre busca estimular los
sentidos. «Los niños aprenden probando,
haciendo, sobre todo viviendo las cosas, y en la cocina no iba a ser
diferente», comenta Sandra Cubillo, una de sus profesoras. También se
logran otros objetivos: «Se trabaja la pinza fina, la coordinación viso-manual,
y todos los movimientos que ellos van haciendo para luego llegar a la
escritura. Pero lo más importante, el manipular los ingredientes,
elaborarlos y luego comerlos, les inicia también a una alimentación
variada y sana porque desde pequeños han ido probando cosas que, de no
ser así, luego de mayores tienden a rechazar», comenta de nuevo Sandra
Cubillo. Y es que, al sentirlo todo como un juego, «interiorizan que comer es divertido, aunque sepan que no se juega comiendo, que es diferente».
Así que docentes y alumnos de primer ciclo de Infantil (1-2 años),
se han puesto ya el delantal y el gorro de cocineros y han sido varias
las recetas que, tanto en el aula como en sus propios hogares, han hecho
realidad: galletas, sabrosos zumos de rica fruta natural, batidos…
Otra cuestión que se trabaja con esta actividad es la relación con los padres.
Hacer cosas divertidas con ellos, sin duda, les une entre sí. «Muchas
veces les ven pequeños y no se les ocurre que puedan ayudarles en la
cocina, aunque sea solo para echar la harina. Pero, cualquier detalle
que les permitan, sirve para estimularles y así, cuando sean mayores,
les guste cocinar». De ahí que recomiende que conviertan en práctica
habitual en sus casas la elaboración de recetas sencillas que permita la implicación de los pequeños. «La cocina, dentro de unos límites, no puede ser un territorio vedado para ellos».
Luego ahí entra, también, la imaginación de cada uno. Todas
las recetas, tras su elaboración, se pueden decorar de diferentes
maneras, lo que convierte la cocina, y por ende, la comida, en algo
mucho más atractivo.
ABC, Miércoles 25 de septiembre de 2013
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