Hasta
los 6 años, los niños necesitan una pasta dentífrica con menor cantidad
de flúor que la de adultos. Después, pueden cepillarse los dientes con
la de los padres, teniendo cuidado con la ingesta accidental. Para niños
hasta los 3 años son inútiles, basta con un cepillado sin pasta.
Las pastas de dientes para niños entre 3 y 6 años deben incluir una cantidad de flúor menor de la que tienen los dentífricos para adultos. El objetivo es evitar la fluorosis, que se manifiesta por el deterioro de los dientes, con mineralización del esmalte y la aparición de manchas.
Los expertos aconsejan concentraciones diferentes de flúor según la edad. Entre los 3 y los 6 años deben iniciarse con una pasta que contenga una pequeña cantidad de flúor, inferior a 500 ppm.
De los 6 a los 13 años ya no son necesarios productos específicos.
Sí antes, para ayudar a los más pequeños a hacer una buena transición
de los dentífricos con menos flúor a los definitivos de adultos.
Cuidado con la ingesta accidental
Los niños pequeños no controlan del todo la deglución y tienden a tragarse la pasta, por eso es importante enseñarles el hábito del cepillado sin pasta.
La ingesta accidental de un cuarto de tubo de pasta de dientes para
adultos (1.500 ppm, o 1.500 miligramos de flúor por litro de pasta) pone en riesgo la vida de un niño de 1 año. Debemos tener cuidado y recordar que estos envases no tienen tapón de seguridad.
Las pastas deben ser agradables para que los niños se habitúen a
lavarse los dientes. Pueden contener colorantes y edulcorantes, pero su sabor a chicle o a fresa puede llevar a los niños a tragársela voluntariamente, o confundir la pasta con una golisina o un alimento, algo que debemos tratar de evitar.
Es difícil controlar la cantidad de pasta que se
utiliza en cada lavado, aunque la porción a utilizar debe ser el
equivalente a la uña de un dedo del niño. Es aconsejable que el lavado
se haga siempre bajo la supervisión de un adulto, al menos hasta que el
niño aprenda a hacerlo.
Información clara
Debes prestar atención a las indicaciones del envase.
Si éste no indica a qué está destinado, opta por otra marca. El envase
debe decir claramente la cantidad de dentífrico que ha de aplicarse en
cada lavado, aconsejar la supervisión por parte de un adulto y la
consulta a un especialista si el niño tomara algún suplemento de flúor.
Pero conviene, sobre todo, que el envase recomiende la cantidad exacta diaria.
Los folletos promocionales y los reclamos, además de inútiles,
implican un aumento innecesario de elementos que acabarán convirtiéndose
en residuos, por lo que preferimos las marcas que imprimen la información esencial en el propio tubo dentífrico.
OCU, 27 de septiembre de 2013
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