CARLOTA FOMINAYA / MADRID
«Durante muchos años se ha creído que el niño que mejor
sumaba y restaba o el que más nota sacaba de la clase era el más
inteligente. Nadie preguntaba si ese niño sabía cantar, o cómo se
relacionaba con los demás. En los últimos años, esto ha cambiado. Ahora
se sabe que debemos educar para resolver los problemas que nos encontremos en la vida, no para destacar en el colegio», asegura Esperanza García Ruíz, coordinadora pedagógica de las escuelas infantiles Alaria, y asesora de la juguetería Imaginarium.
El responsable de este radical giro en la educación,
recuerda esta experta, es el psicólogo norteamericano Howard Gardner,
Príncipe de Asturias en la categoría de Ciencias Sociales por su teoría
de las ocho inteligencias: la lingüística, la lógico-matemática, la
visual-espacial (dibujar, interpretar un mapa), la musical, la corporal
(danza, deportes), la intrapersonal (conocimiento de uno mismo), la
interpersonal (conocimiento de los demás) y la naturalista (observación y
clasificación de las cosas).
Este concepto, dado a conocer por este laureado profesor de
Harvard allá por los años ochenta, está ahora más en boga que nunca. De
hecho su tesis, además de reconocer al máximo nivel capacidades que
antes eran menospreciadas frente a las habilidades académicas
tradicionales, ha obligado a muchos pedagogos a intentar replantear el
sistema educativo. «Aunque en las primeras etapas todos tenemos que
aprender lo mismo, no todos lo hacemos de la misma forma, ni en el mismo
momento. Cada uno tiene sus tiempos, y es importante respetarlos»,
aclara esta experta.
Desde el hogar
Las familias también tienen mucho que decir de esto. «Es importante que los padres sepan que ninguna inteligencia es más que la otra. Todas son igual de importantes»,
remarca Esperanza García Ruiz. Eso sí, prosigue, «es fundamental que
los padres sepan detectar cuanto antes en qué destacan, qué es lo que
más les gusta a sus hijos, o aquello que les resulta más fácil aprender.
Y ojo, porque muchos deben hacer un gran esfuerzo por ser realistas y
separar entre lo que a ellos les gustaría que fuera el niño y lo que
este de verdad es. Como dice Gardner, es crucial no proyectar en ellos
sus prioridades, pasiones ni debilidades». «También deben conocer
aquello que más les cuesta, para darles apoyo en esa área», añade.
¿Cómo? «Ofreciéndoles estímulos de todo tipo para que
jueguen, manipulen, se muevan... Los niños aprenden jugando. Pero igual
de importante es saber ilusionar a los más pequeños en el aprendizaje».
Además, concluye García Ruiz, «los padres se pueden llevar más de una
sorpresa. La inteligencia no es estática y, por fortuna, el ser humano
está aprendiendo durante toda su vida».
ABC, Viernes 27 de septiembre de 2013
Imagen: Teoría de las Ocho Inteligencias o de las Inteligencias Múltiples
Imagen: Teoría de las Ocho Inteligencias o de las Inteligencias Múltiples
Comentarios
Publicar un comentario