Desde niños nos han enseñado que debemos cepillarnos los dientes tres
veces al día, después de cada comida y durante tres minutos, pero los
dentistas no tienen claro que esta sea la mejor de las recomendaciones,
máxime cuando mucha gente ni siquiera realiza el cepillado de forma correcta.
La literatura científica al respecto suele ser más laxa con las
frecuencias –los dientes deben cepillarse durante dos minutos y dos
veces al día–, pero es más específica en cuanto al momento y la manera
en que debemos usar el cepillo. Por desgracia, mucha gente ni siquiera
llega a plantearse esto.
Según reveló ayer el V estudio anual sobre Hábitos Bucodentales en niños realizado por Vitaldent en colaboración con la Universidad de Murcia, el 10,9% de los niños no se cepilla todos los días
y sólo el 60,6% lo hace antes de irse a la cama –de largo, el momento
más importante–. Entre los adultos la frecuencia de cepillado es aún
menor. Según la encuesta poblacional sobre la salud bocudental en
España, realizada por el Consejo de Dentistas de España en 2010, el 12%
de los españoles mayores de 14 no se cepilla los dientes todos los días,
y un 2,3% no lo hace nunca.
Nuestra concepción de la salud
bucodental, además, suele estar equivocada. Estas son varias
recomendaciones sobre el cepillado de dientes que todos deberíamos
conocer (y no conocemos).
1. Los dientes no deben lavarse hasta media hora después de comer
Cepillarse
los dientes inmediatamente después de comer es uno de los errores más
extendidos. Parece lógico pensar que el mejor momento para lavar la
dentadura es después de usarla, pero es una idea equivocada. Si hacemos
esto frotareos el ácido, el mayor enemigo de nuestros dientes, contra éstos, haciendo que su efecto sea más intenso y duradero.
“Cuando comes o bebes algo ácido el pH de tu boca disminuye y tarda un tiempo en volver a la normalidad”, explicó al Wall Street Journal el presidente de la Academia de Dentistas estadounidense Jeffrey Cole. El pH ideal de nuestra boca se sitúa en torno al 7, mientras que un refresco (aunque sea light) puede ser hasta de 2,5, “parecido al del vinagre”.
El
ácido desmineraliza y debilita la superficie del diente, lo que nos
hace más propensos a la caries. Según demostró un estudio publicado en
2004 en la revista General Dentistry, si nos cepillamos los dientes justo después de comer el proceso se intensifica,
pues repartimos el ácido por toda la boca y, además, empujamos éste
contra los dientes. Por el contrario, tal como explica Cole, si nos
cepillamos después de 30 minutos, “la saliva de nuestra boca hará que
disminuya el nivel de acidez sin frotar estas sustancias contra nuestros
dientes”.
2. Tras las comidas lo mejor es enjuagarnos la boca con agua (o colutorio)
En
vez de lavarnos los dientes, lo mejor que podemos hacer tras una comida
es enjuagar la boca con agua, que hará que los niveles de pH se situen
dentro de la normalidad. Cole cree que es preferible que tengamos en el
trabajo un bote de enjuague bucal antibacteriano que un cepillo. Tras las comidas podemos hacer una limpieza para prevenir que la placa se acidifique, una costumbre mucho más saludable que la de cepillarse después de comer.
3. Debemos barrer los dientes, no fregarlos.
A
la hora de lavarnos los dientes nuestro objetivo debe ser eliminar los
restos de comida y los microbios, no extenderlos por la boca. La manera correcta de cepillarse los dientes es de arriba a abajo, no de derecha izquierda,
pues de esta forma no corremos el riesgo de llevar la porquería debajo
de la encía, lo que genera sarro y gingivitis. Además, no debemos
olvidarnos de limpiar los dientes por delante y por detrás, así como los
espacios entre estos y la lengua. Es más importante limpiarse bien que
estar tres minutos llevando el cepillo de un lado a otro.
4. Masticar chicles (o queso)
Masticar
determinadas sustancias puede ayudar a nuestra boca a producir saliva,
el mejor mecanismo natural con el que contamos para reducir los niveles
de ácido en los dientes. Los chicles sin azúcar son una buena opción,
pues además de ayudarnos a salivar contienen xilitol, un sustituto de la
sacarosa que, pese a endulzar, tiene propiedades anticariogénicas. Pero
no es lo único que podemos masticar para proteger a nuestros dientes. Uno de los alimentos más recomendables a consumir para finalizar una comida es el queso, pues ayuda a reducir el pH de la placa bacteriana y tiene elementos que ayudan a los dientes a remineralizarse.
5. No abusar con la pasta de dientes
Si
usamos demasiada pasta –algo de lo que se encargan los fabricantes de
la misma, haciendo tubos con la abertura cada vez más grande– nuestra boca se llena de espuma, provocando una sensación de limpieza que no tiene por qué ser real.
Una buena técnica para cepillarnos los dientes correctamente (como
hemos apuntado en el punto 3) consiste en realizar un primer lavado de
estos sin pasta de dientes, lo que nos ayudará a ser más concienzudos en
nuestro cepillado, para después volver a hacer un repaso con la pasta.
6. Lavarnos siempre los dientes antes de ir a la cama
Cepillarse
los dientes antes de acostarnos es básico para mantener una correcta
higiene bucal, pues es el momento del día en el que el lavado es más
necesario. Por la noche salivamos menos y las sustancias cariogénicas campan a sus anchas por nuestra dentadura,
por ello es imprescindible que las eliminemos por completo antes de ir a
la cama. El cepillado nocturno, sin embargo, es el que más veces se
obvia, sobre todo entre los niños. Según el estudio sobre Hábitos Bucodentales en niños, tan
sólo el 60,6% de los niños se cepilla los dientes antes de irse a la
cama, una cifra que resulta extremadamente elevada, máxime teniendo en
cuenta que el 66,4% sí se los lava después de comer, al mediodía, cuando
resulta menos importante (o, incluso, contraproducente).
EL CONFIDENCIAL, 18/09/2013
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