Ir al contenido principal

Guía para no caer en las trampas afectivas de los hijos

CARLOTA FOMINAYA / MADRID
Muchas estrategias manipuladoras de los hijos tienden, según los expertos, a crear una trampa emotiva que haga sentirse culpable a los padres, evitando así el doloroso reconocimiento de la propia responsabilidad personal. Así lo confirma el psicólogo y psicoterapeuta especializado en la formación de padres y matrimonios Osvaldo Poli, autor del libro «Corazón de padre» (Ediciones Palabra). A su juicio, los padres menos identificados con su hijo se defienden con más facilidad de sus tentativas de culpabilizarles. «Recurren a la fuerza del razonamiento, con el que le ponen bajo presión, desomontan sus recriminaciones y le ponen frente a sus contradicciones».
Veamos, de la mano de este especialista, cuáles son las estrategias manipuladoras más comunes:
—Falsear lo que dicen los padres, haciendo parecer que no se ha entendido su verdadera intención («¡Tú quieres un hijo perfecto!», acusa un hijo mientras el padre solo le pedía un pequeño esfuerzo).

Interpretar a su conveniencia un acuerdo hecho con los padres («¡Había entendido otra cosa!»)

«Hacerse la víctima» frente a otras personas, presentando injustamente a los padres como violentos, amenazantes o punitivos

—Utilizar las reacciones desesperadas de los padres para justificar sus comportamientos («¡Estás siempre enfadada conmigo!»

—Recurrir sistemáticamente al «Tú no me entiendes», cuando se encuentran entre la espada y la pared. 

—Llorar con el propósito de «hacer creer que tengo razón»

—Fingir un dolor de cabeza, de tripa, fiebre o vómito.

—«Hacerse el problemático», aludiendo a la falta de sentido de la vida, al suicidio, a la imposibilidad de ser feliz (cuando las circunstancias inducen a pensar que estas afirmaciones se usan de manera utilitarista e instrumentalista); o hacerse el triste o aburrido para preocupar a los padres.

—Hacerse el perseguido o el incomprendido («La han tomado todos conmigo, nadie me entiende, me regañan siempre, todo lo que hago nunca está bien»).

—Negar la evidencia sin turbarse, tener siempre mil excusas preparadas o «caerse de una nube» si se le recuerda lo que ha dicho o hecho.
—Hacerse el celoso (de un hermano pequeño, por ejemplo).

«Corazón de padre», el modo masculino de educar

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr...

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer....

El tabú de estar desnudo en casa delante de los hijos

NATALIA LÓPEZ PEVIDA El encuadre no recogía más que algunos juguetes y dos caras, las de un padre y su  hijo  disfrutando de un buen baño, pero las críticas no se hicieron esperar cuando el bloguero y activista LGTBI Perez Hilton subió la fotografía a Instagram (imagen del artículo). El  selfie  solo podía ser el fruto de un " pervertido " o un " degenerado ", según algunas de las reacciones de quienes expresaron su horror ante la posibilidad de que el niño pudiese ver el cuerpo desnudo de su padre. Días después, Hilton zanjaba el tema declarando que se había duchado con el bañador puesto. ¿Por qué tuvo que justificarse? La desnudez paterna da lecciones que no todos entienden Mostrarse desnudo ante los hijos es un asunto delicado que cada familia gestiona a su manera, pero el choque entre las distintas perspectivas revela un oscuro tabú.  Hay un punto de vista que enfoca la exhibición del cuerpo humano como algo indigno , probablemente una herencia d...