PATRICIA LOZANO
Sus llamativos colores y atractivas formas invitan a comerlas, y tienen un sabor frutal al que pocos pueden resistirse. Y no sólo los niños. Hablamos de las chucherías: moras, fresones, corazones, ositos de gominola, regalices... Todas diferentes pero con características comunes: son blandas, gomosas y su componente principal (aproximadamente un 70%) es el azúcar. Este ingrediente y sus derivados, como el jarabe de glucosa, fructosa, sacarosa y galactosa, entre otros, es lo que les aporta ese sabor dulce, pero ¿cómo se consigue la textura de goma blanda? "Es debida a la gelatina, una sustancia que no tiene sabor ni color, que procede de los huesos, cartílagos y piel de los animales. Aunque actualmente también se elaboran con sustancias vegetales como las pectinas (aptas para veganos)", asegura Nerea Cenoz, dietista y nutricionista del centro homónimo, en Pamplona.
Cada golosina tiene su propia receta, ésa que le da un sabor, olor y color propios, de lo que se encargan los aromas y colorantes. Por otro lado, los acidulantes potencian el sabor, además de conservar el producto, y los gelificantes permiten darles diferentes formas. Las hay recubiertas de azúcar y ácidos, y otras son lisas,con una capa de aceite vegetal o cera de abeja para darle ese aspecto brillante y apetecible. La mayoría de las marcas también incluye una proporción pequeña de zumos de frutas para evitar los aditivos artificiales y almidones (fécula de patata o maíz).
Detrás de una bolsa de 100 gramos de gominolas se esconden 375 calorías. Una bolsa de frutos secos tostados del mismo peso tiene unas 600, por lo que, visto en perspectiva, los dulces no son los aperitivos que más energía aportan. En cualquier caso, se trata de azúcares simples que sólo aportan calorías vacías sin ningún beneficio nutricional. Pero hay que pensar en estos dulces como lo que son: algo esporádico que "nunca debería ser consumido a diario", por lo que si comemos chucherías "en pequeñas cantidades, no serán perjudiciales", afirma Cenoz.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja reducir el consumo de azúcar a menos del 10% del total de calorías de la dieta diaria, lo que equivaldría aproximadamente a 50 gramos o 12 cucharitas, con el objetivo de evitar la diabetes y reducir las caries y la obesidad, un problema que afecta a casi un tercio de la población mundial.
Aunque entre los adultos también tienen su público, los principales consumidores de golosinas siguen siendo los niños. Sus ojos se iluminan ante un escaparate lleno de coloridas chucherías y, en ocasiones, a los padres se les hace difícil decirles que no. No se trata de prohibírselas, tampoco es necesario demonizarlas, pero los expertos aconsejan limitarlas. Para la dietista, una buena educación nutricional es fundamental. "En consulta aconsejo a los padres que sólo se consuman en fin de semana si el niño lo demanda. También es importante que no utilicemos las chuches como premio o castigo", continúa. Eso sí, antes del año no deberían probarlas, y tampoco es aconsejable que las tomen los menores con sobrepeso.
Los fabricantes
Conscientes de que la sociedad está cada vez más preocupada por seguir una dieta saludable y equilibrada, pero sin querer renunciar a los pequeños placeres, las estanterías de dulces de cualquier supermercado se llenan de productos con valores añadidos, como suplementos de vitamina C. Muchos caramelos y chicles también han sustituido el azúcar por edulcorantes como el sorbitol o el xilitol, entre otros, evitando así las calorías de más y otros problemas asociados al azúcar, como las caries o la diabetes.
Atendiendo a esta creciente demanda de productos más saludables, un grupo de investigadoras del Instituto Universitario de Ingeniería de Alimentos para el Desarrollo de la Universidad Politécnica de Valencia presentaron una nueva fórmula para hacer nubes que no provocaban caries y que favorecían el crecimiento de la flora intestinal. La clave reside en la sustitución de los azúcares habituales por dos ingredientes naturales: el azúcar isomaltulosa y una fibra soluble (oligofructosa).
Pero para muchos, el azúcar no es el único problema que tienen los dulces. La multinacional española Fini fue la primera marca del mundo en fabricar una gama de regaliz sin gluten en 2010, "lo que se supone un hito, dado que hasta entonces la harina de trigo era un elemento imprescindible en la receta de esta golosina", afirman desde Fini, que fabrica 60.000 toneladas de golosinas al año y son líderes en España en la venta de regaliz, caramelos de gelatina y 'marshmallows' (nubes).
En lo que todos las fabricantes están de acuerdo es que la mala fama de las chucherías se debe, entre otros factores, a un abuso en su consumo, "aunque también existen verdaderas campañas en su contra", explica Domingo Camino, responsable de calidad de Migueláñez. "En realidad, estos productos han mejorado mucho en calidad y propiedades en los últimos años (sin alérgenos como frutos secos, leche o huevo; sin grasas saturadas; sin colorantes azoicos...)", continúa. Hace cinco años Migueláñez decidió sustituir estos aditivos artificiales por otros naturales, ya que se descubrió que "podían producir hiperactividad y desatención en la población infantil", afirma Camino. Otra de las marcas que desde sus inicios, a principios de los años 20, ya empezó a utilizar jugos de frutas naturales es la alemana Haribo, inventora de los ositos de goma y líder del mercado en España en el segmento de caramelos blandos gracias a ellos.
Golosinas 'healthy'
Cuando Carmen Pallás celebró el primer cumpleaños de su hijo, no encontró ninguna golosina en el supermercado que ella considerara sana. "Nos dimos cuenta de que los productos que encontramos en las tiendas tienen aditivos artificiales, conservantes y azúcar blanco, que es malísimo", cuenta Pallás. Siguiendo su filosofía de vida saludable, surgió la idea de fundar Sweetfruit, una empresa afincada en Valencia de productos 100% ecológicos a base de jugos de frutas naturales y azúcar de caña integral.
Oomuombo es otro caso de golosinas diferentes. Con varias tiendas en Madrid, comercializan dulces típicos escandinavos libres de grasas trans, colorantes artificiales e ingredientes sin manipulación genética, muchos de ellos libres de gluten, lácteos, frutos secos o soja, y específicos para veganos. De esta forma, "evitamos cualquier preocupación sobre seguridad alimentaria e impactos ambientales", asegura Caroline Svensson, fundadora de Oomuombo. Eso sí, no espere ver las típicas nubes rosas o las coca-colas. Su producto estrella, o al menos el más característico, es el regaliz negro salado. "A pesar de no ser tan común en España, cada vez encontramos a más gente asidua", afirma Svensson, que siempre que volvía a España venía cargada de golosinas suecas que ofrecía en sus reuniones con amigos. "Decían que no solían tomar chucherías, pero al final los recipientes estaban vacíos", cuenta. De ahí su lema: "Buenos dulces para niños grandes". Toda una declaración de intenciones.
¿Cómo se hacen las golosinas?
- Ositos de gominola. Sus ingredientes principales son jarabe de glucosa, azúcar, gelatina y agua. También puede utilizarse almidón o pectina para conseguir diferentes texturas. Se mezcla y se cuece por encima de los 100 grados para disolver las sustancias. A continuación, se añaden los diferentes aromas, colorantes y componentes ácidos. La forma se consigue metiendo la mezcla en moldes de almidón de maíz, que se introducen en cámaras de secado durante no menos de un día, donde el producto se solidifica. Cuando está listo, se separa del molde, se limpian los restos de almidón y se le aplica el tratamiento final: un acabado brillante con ceras naturales o una cubierta de azúcar con ácido proveniente de frutas (el clásico pica-pica).
- Regaliz rojo. A pesar de ser conocido por este nombre, no contiene raíz de regaliz, a diferencia de su hermano negro. A estas chucherías se les llama geles y su textura se consigue incorporando harina de trigo y almidón a la mezcla de azúcar y jarabe de glucosa. Tras cocinar la masa como en la golosina anterior, la siguiente fase es la extrusión: es pasar la mezcla por una boquilla aplicando altas presiones para darlela forma deseada. A continuación, llega a una cinta de transporte en la etapa de enfriamiento para estabilizar el producto. Tras el tratamiento de cera, una cuchilla lo corta a la longitud deseada. El tiempo de preparación del regaliz es más corto que el de las gominolas, ya que sólo se requieren unas horas.
- Nubes o 'marshmallows'. Los ingredientes que se necesitan son los mismos usados en los ositos, pero el tratamiento que se le da tras la cocción es diferente. Los 'marshmallows' o nubes se caracterizan por su textura suave y esponjosa, y para conseguirla hay que introducir aire a la masa y formar así una espuma. "Es como si hiciéramos una mousse o un merengue en casa", cuentan desde la fabricante Fini. Si no se le añade ningún colorante, el producto que resulta es blanco debido a las microburbujas de aire. Tras la etapa de extrusión, la sustancia pasa por una cinta de transporte, donde se cubre de almidón de maíz para evitar que la superficie quede pegajosa. En la etapa de enfriado se estabilizan las nubes y se cortan.
EL MUNDO, 22/01/2017
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