JAVIER SALVATIERRA
Se llama Pangasius hypophthalmus, pero en España todo el mundo lo conoce como panga. Es un pescado blanco de gran tamaño —puede medir hasta metro y medio y pesar 40 kilos— cuyo consumo aumentó en España durante la crisis por su reducido precio. Aunque ha generado polémica desde hace años, entre otras cosas por su inclusión en los menús escolares pese a sus bajos niveles nutricionales, recientemente ha sido objeto de la atención mediática por las condiciones en que se produce, fundamentalmente en Vietnam, el país de donde procede la inmensa mayoría del panga que se consume en Europa. La última ha llegado de la mano de Carrefour, que ha decidido dejar de venderlo en Bélgica, Francia y España por razones medioambientales.
Desde Carrefour España explican que la empresa ha decidido “alinearse” con lo decidido desde las centrales de Bélgica y Francia. La primera emitió un comunicado el pasado 24 de enero en el que anunciaba que dejaba de comprar panga porque “el impacto que las piscifactorías tienen en el medio ambiente no puede ser controlado”. No obstante, aseguraba que “la calidad del panga que ha estado vendiendo es impecable”. Otras cadenas de supermercados no han anunciado medidas similares.
En este sentido, desde el Ministerio español de Sanidad confirmaron este miércoles a este periódico que no hay ninguna alerta sanitaria o recomendación oficial en vigor sobre el consumo de este pescado. En esta línea se expresó también en conversación con EL PAÍS María Luisa Álvarez, directora adjunta de Fedepesca (asociación que representa a las pescaderías españolas) y Javier Ojeda, gerente de Apromar, la Asociación empresarial de la acuicultura en España). Ambos insisten en que “el producto que se vende en España cumple la normativa” y es “perfectamente seguro”.
Admite Álvarez, no obstante, que las consultas sobre este pescado blanco son “recurrentes” y que “el consumidor tiene una percepción negativa” del panga. Esa percepción puede tener que ver con las condiciones en que se produce este pescado en el rio Mekong en Vietnam. Celia Ojeda, responsable de océanos de Greenpeace España, explica que en un rio “ya muy contaminado”, el panga “genera más contaminación, por las heces de millones de animales concentrados y por los antibióticos que se usan”. Además, sostiene que esta cría afecta a espacios protegidos como los manglares y critica las condiciones “a veces de esclavitud” de los trabajadores de estas granjas. Por ello, califica de “correcta, valiente y positiva” la decisión de Carrefour.
No entra a valorarla José Luis García Vargas, responsable del Programa Marino de WWF en España, aunque anima a los consumidores a buscar panga que cuente con el sello ASC, que certifica que el pescado ha sido criado con estándares más exigentes sobre “alimentación, antibióticos, calidad del agua o densidad de animales en las granjas”. “Desde 2008 trabajamos con el Gobierno de Vietnam para mejorar las condiciones de producción y de los trabajadores”, afirma, aunque “aún hay mucho por hacer”.
A las cuestiones medioambientales y sociales añade Ojeda los valores nutricionales del panga. “Por ejemplo, su contenido en omega 3 en ínfimo”, aduce, y celebra la decisión “valiente” de la cadena de supermercados.
Álvarez advierte que “el consumidor le da cada vez más importancia a los factores medioambientales y sociales a la hora de elegir, no solo al precio”, por lo que aprecia que “se está alejando del panga”. Su percepción está avalada por los pocos datos disponibles sobre este pescado blanco. En 2015, España importó de Vietnam 23.179 toneladas de filetes congelados de panga por 47,6 millones de euros, según un informe del Ministerio de Agricultura. La cantidad fue sensiblemente inferior al año anterior, cuando España importó 33.494 toneladas de este formato, también según Agricultura. En un informe del año pasado, la FAO, la agencia de la ONU para la alimentación, afirmaba que España importó menos panga en 2015 que el año anterior, aunque seguía siendo el principal consumidor de Europa. En la UE, según sus datos, las importaciones de panga cayeron en 2015 un 14% respecto a 2014. “Era un producto muy para la crisis”, remata Ojeda.
EL PAÍS, Jueves 02 de febrero de 2017
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