Blanca Rodríguez
Cofundadora de Smile and Learn
En 1983, un neuropsicólogo de la universidad de Harvard puso patas arriba todas las convenciones existentes hasta entonces sobre la inteligencia y las capacidades humanas. En su libro “Inteligencias múltiples” Howard Gardner cuestionaba la concepción fuertemente asentada de que la inteligencia puede cuantificarse y establecer baremos fijos, idénticos para todas las personas. Su idea, controvertida en el momento de su aparición (él mismo ha contado que encontró una fuerte hostilidad por parte de los psicólogos), es hoy la base de numerosos sistemas educativos. Gardner defiende que existen, al menos, ocho tipos de inteligencia: lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal, intrapersonal, interpersonal y naturalista. Esta concepción le lleva a defender que las capacidades potenciales de los individuos son distintas y pueden manifestarse de forma diferente, viéndose influidas por la cultura, el entorno, los estudios, etcétera. Las investigaciones de Gardner, premio Príncipe de Asturias en 2011, abogan por una educación personalizada, que anime a despertar la curiosidad de cada uno de los niños y les permita desarrollarse según sus particulares capacidades.
Estas teorías expuestas por Gardner llamaron la atención de una joven leonesa, Blanca Rodríguez, hasta el punto de haber cambiado su vida. Por eso, después de licenciarse en Administración y Dirección de Empresas y cursar un MBA en el MIT, se decidió a fundar, junto con Víctor Sánchez, Smile and Learn, una plataforma educativa para dispositivos móviles: una propuesta necesaria ante la evidencia de que los pequeños acceden cada vez más pronto a la tecnología. No resulta extraño encontrar niños de cinco o seis años (incluso menores) manejar con total soltura un smartphone o una tablet. El problema, una vez más, no es la tecnología en sí, sino la utilización que se hace de ella y los contenidos a los que acceden, rara vez adaptados a sus necesidades y sensibilidad. Luchar contra esta tendencia es un absurdo, puesto que sería ir contra el signo de los tiempos. Así que si los niños van a estar frente a las pantallas móviles (a no ser que uno esté dispuesto a fundar una familia de anacoretas alejada de la civilización), la opción más inteligente es ofrecerles una herramienta pensada específicamente para ellos.
En una entrevista publicada hace unos meses por el Whasington Post, Garder, todavía activo a sus 73 años, explicaba “Hoy en día los adolescentes pasan más tiempo consumiendo lo que les ofrecen en los medios que en la escuela. Lo que ocurre -o no ocurre- en los medios se convierte en una parte crucial de la educación de los jóvenes y, por el mismo motivo, de los mayores. Gran parte del contenido de los medios – piensa en los realities- fomenta la mala educación y manipula los valores. Con tantos cambios, es más importante que nunca honrar a los valores fundamentales de la educación, aquellos que han permanecido durante milenios”. Los medios hoy son los dispositivos móviles que manejamos a diario y con los que los niños y jóvenes pasan también muchas horas. Ahí es donde el equipo de Smile and Learn (formado por pedagogos, ilustradores, creativos, programadores y diseñadores) ejerce su influencia a través de juegos, cuentos interactivos y actividades pedagógicas. Cada actividad está centrada en un tipo de inteligencia, siguiendo el modelo de Gardner, y no tanto en un rango de edad o sistema de juego. Mientras los niños aprenden, la herramienta recoge datos e informa a los padres y educadores de las habilidades de los pequeños, así como de sus necesidades o puntos de deben reforzar. Rodríguez fue elegida gracias a este proyecto por el MIT Technology Review como una de las innovadoras menores de 35, pero asegura que su mayor premio no es este, sino hacer un aporte positivo en la sociedad a través de la educación.
Edición: Malu Barnuevo | David Castañón
Texto: José L. Álvarez Cedena
EL PAÍS, Viernes 3 de febrero de 2017
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